Con la reciente compra de Shell, el clan desembolsó sólo en marzo más de 1.000 millones de dólares, diversificando su presencia en el mercado. Sin embargo, su influencia va más allá del ámbito económico y llega hasta las altas esferas del poder político, tal como lo demuestran los cables de Wikileaks y el encargo del gobierno de Piñera para que sea el consorcio quien desarrolle la investigación nuclear en Chile.
La compra de Shell, a través de su inversora Quiñenco, significó 614 millones de dólares que los llevará a controlar 300 estaciones de servicio y 60 tiendas, la distribución de combustibles a industriales y otros negocios afines como la venta de productos químicos y asfálticos, ubicándose como segundo actor en el mercado, al lado del grupo Angelini, dueños de Copec.
Además, el negocio incluye la participación en el 33 por ciento de los depósitos de combustibles del aeropuerto internacional Arturo Merino Benítez de Santiago y el 14,9 por ciento de Sociedad Nacional de Oleoductos.
“Esta transacción significa para Quiñenco el ingreso a una nueva área de negocios, consistente con su estrategia de largo plazo”, señaló Francisco Pérez Mackenna, gerente general del conglomerado, cuyos activos consolidados son de 27 mil millones de dólares aproximadamente.
Con esta compra la situación del mercado de combustibles en Chile se configura con Copec –que controla el 65,5% del mercado, según su memoria del 2009-, Terpel –con el 9,2%, y que hoy en propiedad de Angelini se encuentra en proceso de venta para evitar ser acusados de control monopólico-, Shell -14,7%- y el resto que pertenece a Petrobras.
Según el economista del Centro de Estudios de Desarrollo Alternativo (Cenda), Manuel Riesco, la concentración económica en Chile es muy elevada en todos los mercados, la mayor parte dominados por dos o tres empresas que en conjunto controlan más de dos tercios de los mismos.
La carencia de regulaciones efectivas -la legislación respectiva se utiliza normalmente contra las empresas pequeñas, como las panaderías- deriva en rentas monopólicas con ganancias en exceso, por encima de los costos de producción, gracias a la apropiación de los recursos o mercados respectivos.
“Los rentistas tradicionales, propietarios de recursos naturales, como los monopolistas en general, constituyen un sector parasitario, conservador y corruptor, más interesado en mantener su posición monopolista que en innovar”, sentencia Riesco.
“Habría que ver cómo se desarrolla el mercado, pero, en general, mientras menos actores haya en un mercado, menos posibilidades tiene de elegir el consumidor. La idea siempre es que hayan más actores y el mercado no se concentre en unos pocos, lo que no ocurre en este caso”, afirma Stefan Larenas, presidente de la Organización de Consumidores y Usuarios de Chile (Odecu).
Sin embargo, para Hugo Fazio, la concentración en el mercado de combustibles no cambia mucho con la compra de Shell, “salvo que Terpel sea comprado por Luksic, pero eso es entrar en la ciencia ficción”, explica el economista.
“Luksic entra al territorio, suponemos que con el ánimo de ir ganando posiciones”, reflexiona.
“Más que la concentración, yo destacaría el proceso de expansión que está teniendo este grupo económico, cómo llega a nuevos sectores, lo que descansa en dos cosas: Los excedentes del cobre, y ciertas operaciones de compra y venta en el mercado financiero que le han dejado muchas utilidades”, explica el académico, autor del libro “El mapa de la extrema riqueza en Chile”.
La familia Luksic aparece en el lugar 27 del ranking de fortunas elaborado por la revista Forbes, según la cual en 2010 duplicó su riqueza de 11 mil a 19 mil millones de dólares, varios puestos por sobre el grupo Matte y Angelini.
En la actualidad, el grupo Luksic controla, entre otros negocios, el Banco de Chile (segundo más importante después del Santander), la Compañía de Cervecerías Unidas (CCU) y Madeco, firmas que facturaron más de cuatro mil millones de dólares en ventas en el último tiempo, además del Canal 13 y Antofagasta Minerals.
EL MES EN QUE SALIERON DE COMPRAS
Así se tituló un artículo del Diario Financiero en relación al conglomerado manejado por los hermanos Andrónico, Guillermo y Jean Paul Luksic (en la foto), que el jueves pasado inauguró Minera Esperanza, su última aventura en la gran minería, en una ceremonia que contó con la participación del propio presidente Sebastián Piñera.
Marzo fue un mes movido en la cabeza y cuentas de estos ejecutivos. Previamente a la concreción de la compra de Shell, Luksic adquirió el 10% de la Compañía Sudamericana de Vapores -ligada al grupo Claro-, por casi 120 millones de dólares, compra que la semana pasada se amplió hasta alcanzar el 18%.
Además, invirtió 290 millones de dólares en elevar de un 9 a un 20% su participación en la compañía francesa productora de cables, Nexans, una de los mayores de su rubro a nivel mundial, abarcando el 70% del mercado global de sistemas de cableado.
Y por si fuera poco, Quiñenco informó recientemente un alza de 88% en sus utilidades 2010, principalmente, gracias al Banco de Chile, cerrando con 681 millones de dólares en efectivo, más del doble que los 275 millones de 2009.
Actualmente, la estructura del grupo Luksic se divide entre la mencionada –que maneja las inversiones forestales e industriales- y Antofagasta Minerals –que controla mineras como Los Pelambres (una de las más grandes cupríferas del mundo) y empresas ferroviarias.
EL ORO ROJO
El imperio de la familia Luksic hoy descansa en los tres hijos y en Iris Fontbena, viuda de Andrónico Luksic Abaroa (en la foto), un apasionado de la minería fallecido en 2005, que desde inicios de la década del 50 inició actividades de esta índole en la zona de Antofagasta.
Cuentan de Luksic que fue un emprendedor croata con suerte. Una historia recurrente señala que en uno de esos golpes, hizo una venta a capitales extranjeros que creía que le pagarían en pesos chilenos, pero le pagaron en divisas, con lo que pasó a multiplicar exponencialmente el dinero de sus bolsillos.
En los ‘60 aprovechó el crecimiento de sectores económicos claves como la manufactura o el transporte y en la Unidad Popular se orientó hacia Latinoamérica, debido a las restricciones del régimen de Allende. Con la dictadura pinochetista, afianzó su posición en la minería y hoy tiene presencia en sectores tan distintos como la alimentación, la hotelería y los combustibles.
Los analistas concuerdan en que el gran proceso de expansión del consorcio descansa en los excedentes del cobre, cuyo precio se ha mantenido alto desde mediados de la década pasada.
“El precio está muy alto y los impuestos que pagan las compañías son muy pequeños”, afirma Hugo Fazio, ya que el royalty es sólo un gravamen al resultado operacional y es ínfimo en relación a las ganancias.
Antofagasta Minerals aumentó en 2010 sus utilidades en un 57,5 por ciento, alcanzando más de mil millones de dólares. A través de este brazo, el consorcio controla mayoritariamente, además de Los Pelambres, mina El Tesoro, Michilla y Esperanza (en la foto el día de su apertura).
“Al igual que otros consorcios privados transnacionales (BHP Billiton, AngloAmerican) aprovechan el saqueo cuprífero para sacar fuera del país sus utilidades, Luksic ha ampliado su presencia en la economía chilena y, simultáneamente, ha extendido su participación en procesos de exploración en casi todo el globo”, continúa el economista.
Así, en febrero pasado una corte de Pakistán informaba sobre el congelamiento de la concesión de una exploración minera llevada a cabo por el brazo del grupo Luksic en alianza con Barrick Gold -valorada en 3.300 millones de dólares-, mientras investiga irregularidades del anterior propietario.
El proyecto en el que están aliados ambos gigantes transnacionales cuenta con recursos mineros estimados en 5.900 millones de toneladas de oro.
Para Riesco, además de las extraordinarias ganancias en la gran minería, Luksic “disfruta de rentas derivadas de su posición monopólica en las finanzas, controlando uno de los dos bancos mayores. Incluso su principal operación industrial, CCU, es quizás el monopolio tradicional y emblemático de la industria nacional”, explica.
ÁNGEL SALVADOR DEL CANAL DEL ANGELITO
A comienzos de agosto del año pasado, y mientras todos estaban atentos a la venta de Chilevisión de parte del presidente Piñera, se concretó un inédito negocio entre el canal de televisión de la Universidad Católica y el grupo Luksic, cuya oferta de 100 millones de dólares por Chilevisión fue rechazada, siendo finalmente adquirido por la multinacional Time Warner.
La entidad católica recibió 55 millones de dólares por la compra de dos tercios del canal. El otro tercio quedó en manos de la Universidad, que destinará el dinero a pagar las deudas de la estación, y tendrá la opción de recomprar un 17% en el futuro, para así llegar a poseer la mitad del canal.
En dicha ocasión, el rector explicó que se consideró “la opción de incorporar un socio estratégico para enfrentar de mejor forma los nuevos desafíos tecnológicos, incluyendo la implementación de la televisión digital”.
Andrónico Luksic, por su parte, valoró el convenio señalando que les “permite ingresar a un sector de las comunicaciones que tiene enormes expectativas de desarrollo a través de una marca, como es Canal 13, que fue pionera en Chile y que cuenta con un enorme prestigio en el país”.
Para Manuel Riesco “el control de la TV es coherente con la necesidad de estos grupos de influir en las decisiones políticas, para mantener la propiedad de sus fuentes de rentas”.
Con la llegada de Luksic, no hubo cambios profundos en la programación: Una línea editorial que representa los intereses de la Iglesia y el conservadurismo, en contradicción constante con la necesidad de rating, auxiliada vía realitiy shows y programas de concursos.
Sin embargo, cumplido cinco meses de su compra del canal, y con René Cortazar como presidente del directorio y David Belmar, como director ejecutivo, se anunció el despido de 101 funcionarios, entre ellos, históricos como el director Cristián San Miguel y los periodistas Pablo Honorato y Alipio Vera (quienes, al parecer, hoy trabajan a honorarios).
Los ejecutivos fundamentaron el recorte a raíz de la baja en ingresos publicitarios y el cuarto lugar en sintonía que lograron en 2010 entre los canales de televisión abierta.
Según informó en su momento The Clinic, antes de los despidos, varios ejecutivos responsables de comunicar la decisión a sus empleados recibieron una “capacitación” para “reducir el conflicto emocional” que les significaría; capacitación realizada por la empresa People and Partners.
“Sr. Luksic, ¡no queremos despidos! Si los hay que sea para los responsables de la crisis”, decía un cartel de 4 metros de largo por 2 de ancho, colgado a un costado del edificio del canal y apuntando hacia las oficinas de los altos ejecutivos del medio.
Ivan Mezzano, presidente del sindicato de trabajadores de Canal 13, recordó en esa oportunidad que, en junio de 2000, los trabajadores incluso decidieron congelar por dos años los beneficios de una negociación colectiva, aportando a la mejora financiera de la estación, por lo que no correspondía tomar medidas que afectaran a técnicos y profesionales, sino a parte de la plana ejecutiva anterior que aún permanece en sus cargos, y que, según los trabajadores, son los responsables de la crisis económica y de audiencia que afectó al Canal.
Para Luis Breull, periodista e investigador de medios citado en el quincenal aludido, los despidos masivos corresponden a la nueva realidad de los canales -cada vez más parecidos a grandes productoras- y a un estilo de “chilevisación” de los departamentos de prensa, con pautas policiales y de noticias freak, además de muchas informaciones relacionadas con emprendimiento, negocios y consumo.
La llegada Luksic acarreó a varios profesionales de TVN: La editora de Reportajes de TVN, Pilar Rodríguez; Patricio Ovando, editor general de “24 Horas”; Jorge Cabezas como director de Prensa, y Luis Hernán Browne como director comercial, cargos que hasta agosto desempeñaban en TVN.
A esto se suma la incorporación Belmar y Cortázar, ex ministro de Transportes y Telecomunicaciones, que participó directamente en la elaboración del proyecto sobre Televisión Digital (TVD), que marcará el destino del mercado televisivo global.
Cortázar conoce perfectamente el proyecto de ley que está punto de aprobarse, lo que valió que incluso la UDI señalara un conflicto de interés, ya que poseería información estratégica y contactos.
Por su parte, Cabezas implementó en el canal estatal, 24H, señal solamente de noticias, experimento previo a la fragmentación de señales y programación que traerá la TVD, por lo que su experiencia es vital.
Cerca de 450 millones de dólares se reparten al año por concepto de publicidad televisiva. Se estima que con la TVD esta cifra aumentará en un 18%, por lo que las posibilidades del negocio son alentadoras.
ECONOMÍA POLÍTICA
No es un hecho desconocido el que todos los grupos económicos chilenos han alcanzado su posición dominante gracias a su estrecha relación con el Estado, desde el Golpe militar. Los cuatro gobiernos de la Concertación administraron muy bien el modelo heredado, sin poner mayores restricciones a los empresarios, sino todo lo contrario.
“Las principales decisiones de dichos gobiernos en materias económicas no las tomaban ni los presidentes ni el parlamento ni los partidos, sino el ministro de Hacienda. Ello terminó con el gobierno actual, en el que el Ministro de Hacienda y sus tecnócratas han desaparecido del mapa y el Presidente arregla las materias económicas importantes con un par de llamados telefónicos”, afirma Manuel Riesco.
Las relaciones de los Luksic con el poder no han estado exentas de polémicas. A mediados de la década pasada se conoció una denuncia según la cual Andrónico Luksic habría pagado dos millones de dólares a Vladimiro Montesinos, acusado de actos mafiosos en el gobierno del ex presidente peruano Alberto Fujimori.
En ese entonces se reveló que el ex ejecutivo de Lucchetti entregó a Montesinos tres cajas de cartón: Una con vinos chilenos; otra con medio millón de dólares; y una tercera con un millón y medio de dólares.
A pesar de que se solicitó la extradición del empresario y se pedían ocho años de cárcel por tráfico de influencias, la justicia peruana informó en 2006 la prescripción del proceso iniciado en 1998 (llamado “Caso Lucchetti”).
Más recientemente, con los cables filtrados por Wikileaks se conocieron las opiniones que Andrónico habría manifestado en diferentes ocasiones a funcionarios de la embajada estadounidense en nuestro país, según informó el medio Ciper.
En agosto de 2007, en conversación con el embajador Craig Kelly, Luksic manifestó su satisfacción por la fusión del Banco de Chile con Citibank y le dijo al embajador que el ministro de Hacienda, Andrés Velasco, esperaba que la operación atrajera más inversiones estadounidenses a nuestro país.
En los cables se señala: “Luksic dijo que Chile necesita más que nunca a Estados Unidos y aplaudió las muchas visitas de representantes de alto nivel del gobierno estadounidense”.
Meses más tarde, en enero de 2008, la embajada describió a Luksic como un “prominente empresario chileno cuyo negocio familiar perdió casi 200 millones de dólares en controversias comerciales durante la administración Lagos”, haciendo referencia al cierre de la planta Lucchetti en Lima.
Por esto mismo, el empresario habría sido especialmente crítico de las relaciones del Gobierno de Bachelet con la administración peruana de Alan García, ya que Perú “no era confiable”.
Asimismo, manifestó su sospecha de que Hugo Chávez podía estar financiando las protestas contra el Transantiago y las manifestaciones estudiantiles.
LA MISIÓN NUCLEAR
A principios de enero, se informaba que el entonces ministro de Energía, Ricardo Rainieri, viajaría en abril acompañado de Guillermo Luksic, quien debutaría como presidente del Comité Empresarial Chileno-Francés, instancia creada en 2009 entre el entonces candidato Piñera y el presidente Nicolás Sarkozy, que coordinaría las propuestas energéticas, especialmente en materia nuclear, ya que el 80% de la matriz energética del país galo es nuclear.
Al respecto, Luksic se ha caracterizado por la ambigüedad de discurso que demuestran todos quienes no rechazan la matriz energética nuclear a priori, apelando a la falta de discusión y de estudios concluyentes al respecto sobre la viabilidad en nuestro territorio de plantas de este tipo.
“Cuando suceden fenómenos como éste (la explosión de la central japonesa Fukushima), obviamente se produce una alarma general, pero no hay que confundir esa alarma inicial y natural con una descalificación absoluta de la generación de energía nuclear”, señaló.
“El grupo está abierto a explorar todos los mecanismos de generación de energía limpia y consideramos la energía nuclear como una fuente de generación alternativa de energía limpia», aseguran en Quiñenco.
El grupo Luksic, con las inversiones en industria y minería en el Norte Grande es un gran consumidor de energía, señalando «la claridad total de que este país va a requerir una cantidad de energía muy importante en los próximos años y que hay que construir más centrales y producir más energía”.
Incuso el holding analizó comprar el 40% de participación de Codelco en la generadora ECL (ex Edelnor), valorizada en US$ 2.800 millones y controlada por el grupo Suez.
La necesidad de energía de la gran minería es respaldada por el gran número de proyectos en ejecución y en preparación. Según la Sociedad Nacional de Minería (Sonami), sólo para los próximos siete años planean realizar inversiones por cerca de 50.000 millones de dólares.
El propio presidente de Sonami, Alberto Salas, ha señalado que “la energía nuclear es una tecnología suficientemente segura y probada a nivel mundial para el suministro de energía eléctrica base, con la ventaja de que no emite gases de efecto invernadero en su operación”.
Por otra parte, en febrero pasado una delegación encabezada por el sucesor de Rainieri, actual biministro de Energía y Minería, Laurence Golborne, estipuló que el aludido Comité Empresarial debe elaborar -en un plazo máximo de un año- un plan para la implementación de la energía nuclear en Chile.
Además, se acordó la creación de un Comité de Metales Estratégicos, órgano encargado de exportar el uranio chileno a las necesitadas plantas nucleares del país europeo.
Por lo visto, el trabajo de los Luksic se amplía más allá de los simples negocios, pasando a tomar posición y liderazgo en un área clave para el desarrollo del país, siempre transitando por la difusa línea que distingue hoy política y negocios.
Por Cristóbal Cornejo
El Ciudadano