Washington y la Unión Europea se han amenazado con imponerse aranceles recíprocos sobre aviones, tractores y alimentos, valorados en miles de millones de dólares a lo largo de su disputa de casi 15 años en la OMC
A pocos días de haberse decretado una tregua en la guerra comercial entre Washington y Pekín, la administración del presidente estadounidense, Donald Trump, decidió aumentar la presión sobre Europa con una nueva amenaza arancelaria.
El gobierno de EE. UU. anunció este lunes que estudia aplicar aranceles por 4.000 millones de dólares a una gama de productos europeos, desde el queso parmesano al whisky irlandés y escocés, como represalia por los subsidios otorgados por la Unión Europea (UE) a su sector aeronáutico.
La oficina del Representante Comercial de la nación norteamericana publicó una lista de 89 productos que podrían ser objeto de aranceles, entre los que se encuentran salchichas, jamones, pasta, aceitunas, cerezas, carne, tubos y tuberías de hierro y otros quesos como provolone, edam y gouda.
«Hoy, la oficina del Representante Comercial de Estados Unidos está emitiendo públicamente una lista suplementaria de productos que potencialmente podrían ser objeto de aranceles adicionales como respuesta a los subsidios de la UE en grandes aeronaves comerciales«, indicó la institución en un comunicado.
Estos productos se añaden a una lista de bienes europeos valorados en 21.000 millones de dólares que la misma oficina ya seleccionó e hizo público el pasado 12 de abril.
Washington y Bruselas han mantenido una disputa de casi 15 años en la Organización Mundial del Comercio (OMC) por los subsidios a las aeronaves que reciben tanto la estadounidense Boeing, como su rival europea Airbus.
La OMC, nacida en 1995 para resolver las disputas en los intercambios comerciales, determinó que ambas partes son culpables de ayudar ilegalmente a sus fabricantes aeronáuticos y por ello los autorizó a imponer sanciones comerciales al otro.
Sin embargo, la organización todavía no ha determinado el valor de las contramedidas que Washington o Bruselas podrían adoptar, por lo que el Gobierno de Donald Trump decidió no esperar y actuar por su cuenta.
La UE está dispuesta a negociar con Trump
En abril pasado, la Comisión Europea respondió a Washington publicando una lista de productos norteamericanos con un valor conjunto de 20.000 millones de dólares a los que podría imponer aranceles adicionales por los subsidios a Boeing.
Sin embargo, en esta oportunidad la Unión Europea afirmó que está abierta a negociar con Estados Unidos.
“La UE sigue abierta a sostener discusiones con Estados Unidos, siempre que no haya condiciones previas y apunten a un resultado justo”, dijo un portavoz del Ejecutivo del bloque.
Según el portavoz, las cifras presentadas por EE. UU. en el caso de las ayudas a Airbus están basadas en cálculos realizados por el propio Gobierno norteamericano y que no están respaldadas por la OMC.
Sector de bebidas alcohólicas de EE. UU. está molesto
Los aranceles propuestos por el Gobierno de Trump recibieron críticas del Consejo de Destilados de Estados Unidos, que se opuso a la inclusión del whisky escocés e irlandés.
“Estos aranceles, si se imponen, tendrán numerosas consecuencias negativas no intencionadas para los trabajadores, los consumidores y las empresas estadounidenses que exportan a la Unión Europea”, expresó el Consejo en un comunicado.
“Las compañías estadounidenses, desde las agrícolas hasta los proveedores minoristas, se ven afectadas negativamente por la imposición de aranceles por parte de los socios comerciales clave en ciertas bebidas, como resultado de otras disputas comerciales, y estas tarifas adicionales solo causarán más daño” agregó el Consejo.
Juego sucio contra Airbus
La cotización en la bolsa de las acciones de Airbus han experimentado incrementos de hasta 50 % en 2019 , ya que la compañía se ha visto favorecida en los últimos meses por la crisis que afronta su gran rival, la estadounidense Boeing.
Los problemas derivados de la suspensión de los vuelos de sus modelos Boeing 737 Max han desplomado la cotización del gigante estadounidense.
Las perspectivas son complicadas para el fabricante, ya que los pedidos de los aviones se han reducido drásticamente tras los accidentes de Indonesia y Etiopía, en los que fallecieron 346 personas.
Incluso, la Administración Federal de Aviación (FAA, en inglés) de Estados Unidos dijo haber encontrado otro «riesgo potencial» en el software de los Boeing 737 MAX implicados en dichos accidentes, los cuales la compañía debe resolver para que estos aviones puedan volver a volar.
La decisión de la Casa Blanca de aplicar aranceles por 4.000 millones de dólares como represalia por las ‘ayudas’ de Europa a su industria aeronáutica, y en especial a Airbus, representan una medida desesperada de presión por parte de la administración Trump para sabotear el crecimiento de la empresa europea.
Lo cierto es que mientras que a mediados de junio el consorcio europeo inauguró el Salón Aeronáutico de París-Le Bourget con el anuncio del lanzamiento de un nuevo modelo, el A321XLR, y la firma de 118 nuevos pedidos, el fabricante americano todavía está perfilando sus planes para desarrollar un avión que compita en la categoría del A321XLR y no tiene una fecha fija para la vuelta a los aires del modelo 737 MAX.
Aranceles contra Europa
Mientras la Casa Blanca lleva adelante una campaña para lograr una alianza con la UE que logre “atajar” el crecimiento de las inversiones y el poderío comercial de China en el viejo continente; también amenaza a sus socios europeos con aplicar nuevos aranceles.
Esta nueva amenaza es la última de una serie de choques comerciales entre Washington y la Unión Europea. La administración Trump ya impuso aranceles al acero y al aluminio europeos, a los que las autoridades del bloque respondieron con aranceles a los productos estadounidenses por un valor de más de 3.000 millones de dólares.
El inquilino de la Casa Blanca también ha amenazado con imponer aranceles de hasta un 25 % en los automóviles que ingresan a Estados Unidos, una medida que podría afectar a las potencias automotrices europeas como Alemania y Francia, que también son los principales socios de Washington en el campo político.
La relación comercial entre Washington y Bruselas supera el billón de dólares al año, pero Europa exporta significativamente más productos a Estados Unidos, algo que molesta a Trump, quien siempre quiere tener la balanza comercial inclinada a su lado.
A pesar de que Trump ve a los países del viejo continente como socios comerciales y aliados políticos, no duda en emplear su arsenal de medidas contras ellos, que incluye restricciones a la inversión, controles a la exportación, boicots de consumidores, listas negras, acciones antimonopolio e incluso procesos judiciales.
La economía como arma de guerra
Durante su gestión, el Mandatario norteamericano ha ampliado su definición de seguridad nacional para incluir a la economía, que se ha convertido en un arma con la que amenaza tanto a sus aliados como a sus rivales.
Los aranceles y las sanciones son dos términos distintos: el primero es un instrumento comercial destinado a calibrar los intereses de productores y consumidores, mientras que el segundo es abiertamente punitivo y tiene consecuencias penales. Sin embargo, Trump los aplica de forma arbitraria para acorralar y castigar a quien se oponga a su política proteccionista.
Para el magnate, en materia comercial, EE. UU. se ha beneficiado menos que sus socios y se ha convertido en “el país ‘alcancía’ que los países extranjeros han estado robando y engañando durante años”.
Por tal motivo, Trump está dispuesto a aplicar sanciones y aranceles incluso cuando sus objetivos no son realmente económicos.
“Se han vuelto los instrumentos esenciales del “America First”, caen sobre México y Venezuela, pasan por Turquía y llegan hasta Irán, tanto en política y diplomacia como en comercio y finanzas”, planteó el periodista Ben Holland, de la agencia Blomberg.
Por su parte ,Ben Emons, director de macroestrategia de la empresa de investigación Medley Global Advisors, en Nueva York, señaló que los movimientos económicos de Trump parecen tácticas militares.
“Siempre está buscando el elemento sorpresa, con ataques de madrugada vía Twitter. Intenta obligar al enemigo a comportarse en la forma en que él quiere o paralizar su liderazgo político, métodos conocidos en la teoría militar como coerción y decapitación”, explicó.
Para el analista, la imposición de aranceles y sanciones, al igual que las órdenes militares, solo toman un instante. “No hay necesidad de convencer o amenazar a los legisladores para construir una coalición. Y el efecto es inmediato”, subrayó.
“Coges el teléfono a las tres de la madrugada y ahí está el anuncio, un tuit y las consecuencias son enormes (…) Sería diferente si el mercado no estuviera escuchando a Trump o no lo tomara en serio. Pero como efectivamente puede hacerlo los mercados dicen: ‘¡Te creemos!”, apuntó.
Emons indicó que la estrategia de Trump se basa en la creencia de que, en última instancia, la demanda de productos es tan grande que nadie puede eludir eventualmente a Estados Unidos.
No obstante, advirtió que aunque “en el futuro inmediato eso tal vez sea cierto”, otros países pueden jugar el mismo juego del presidente norteamericano. Específicamente, se refirió al caso de China, que ha elaborado su propia lista negra de compañías estadounidenses en respuesta a la prohibición de Trump contra Huawei.