En octubre pasado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó aplicar medidas en todo el mundo para reducir el consumo de azúcares y grasas. Según el informe “Las políticas fiscales para la dieta y la Prevención de Enfermedades no Transmisibles (ENT)”, las medidas fiscales que implican un aumento de precio para este tipo de comidas, considerando un impuesto de al menos 20%, provocaría una reducción del consumo de estos productos.
A partir de esta recomendación, se produjeron discusiones en distintos países sobre si aplicar o no esta medida. De acuerdo a estadísticas de la OMS, uno de cada tres adultos tiene sobrepeso y alrededor de 42 millones de niños menores de cinco años tiene obesidad o sobrepeso.
El Colegio de Nutricionistas de Chile considera una buena medida la recomendación de la OMS. Danay Ahumada, nutricionista asesora de la orden, asegura que “es una buena medida el impuesto de un 20% y una excelente medida si fuera superior a esta cifra. 1 de cada 8 muertes es atribuible al consumo de sal, 1 de cada 11 muertes es directamente atribuible al sobrepeso u obesidad y 1 de cada 7 muertes es directamente atribuible a la hipertensión, enfermedades que tienen directa relación con elevado consumo de azucares, grasas y sodio”.
En países como México, Francia, Dinamarca y Hungría han aplicado este impuesto y ha tenido diversos resultados. Otros países como Chile, Perú, Bolivia, Ecuador y Estados Unidos, aún discuten la aplicación de esta normativa. Gravar el precio de alimentos como la comida chatarra y las bebidas altas en azúcares, no es tarea fácil, ya que se deben considerar distintos puntos como que, según datos de Adimark, un 41% de los chilenos consume comida chatarra al menos una vez por semana.
Entre trabajo, estudio, largas distancias y extensas jornadas, la comida chatarra se muestra como una opción rápida y barata para quienes no tienen suficiente tiempo para cocinar. Países como Hungría y Finlandia han destinado los ingresos que han recibido a través de los impuestos a programas de salud contra la obesidad.
La nutricionista Ahumada señala que “en México, país donde se aplica impuesto a las bebidas azucaradas, lograron disminuir su consumo en los primeros 6 meses un 6% y un 12% en 1 año y aumentaron considerablemente el consumo de agua. Si logramos en Chile resultados como estos, el impacto en la población será positivo, y más en los niños, que son los mayores consumidores de estos productos, afectando directamente su salud”.
En Chile, parlamentarios como Guido Girardi (PPD) y Juan Luis Castro (PS) se han mostrado a favor de esta iniciativa. Girardi declaró que “los alimentos saludables, como frutas y verduras, debieran tener un subsidio y ser más baratos para ayudar a los sectores de menores recursos que van a dejar de ingerir comida basura y puedan tener un mayor acceso a la comida saludable”.
Por su parte, Castro declaró: “nos parece muy razonable tomando en cuenta que, paradójicamente, pese a todas las recomendaciones que hay desde el Estado la comida chatarra sigue siendo más barata”.
Un aumento en el 20% de los precios en este tipo de comidas no dejaría indiferente a muchos. Ya que este tipo de productos lo consumen principalmente quienes tienen menos recursos, por lo que nuevamente una política fiscal afectaría a quienes están en desventaja económica. Por lo que pensar en subsidiar a través de este impuesto la comida saludable, parece una idea coherente.
Ahumada en representación del Colegio de Nutricionistas por su parte, afirmó que en Chile sólo el 5,3% de la población se alimenta de manera saludable, por lo que sería bueno que se subsidiara la comida sana y además los tratamientos de obesidad infantil junto con la promoción de hábitos saludables, ya que sería una medida directa a la mejora de la calidad de vida de nuestra población.