Inflación impacto en la economía y personas: ¿Otra vez Banco Central tarde a la jugada?

La responsabilidad ineludible del Banco Central es mantener bajo control la inflación por mandato constitucional

Inflación impacto en la economía y personas: ¿Otra vez Banco Central tarde a la jugada?

Autor: Director

La responsabilidad ineludible del Banco Central es mantener bajo control la inflación por mandato constitucional. Las universidades deben investigar y buscar soluciones para validar científicamente de sus propuestas y enseñanzas y no ser meras broadcasting de lo que se enseña en otros países.

En estos últimos años el Banco Central y analistas han ido casi siempre detrás de la economía con sus propuestas de política monetaria y recomendaciones de TPM (tasa de política monetaria).

Terminado un nuevo semestre económico, el Banco Central sigue a la espera de señales para aplicar medidas correctivas, atento a que no suba la fiebre inflacionaria de la economía. Mientras más demore el BC en tomar decisiones, más esfuerzo y sacrificios -que eran evitables- deberán hacerse para detener la generalizada alza de precios y el sobreendeudamiento, muchas veces improductivo, de empresas y personas.

El dilema de Hamlet: ¿Una política monetaria anticipativa o reactiva? aún no ha sido resuelto. El fantasma del estancamiento-inflación recorre el mundo. Para acciones económicas reactivas, no se requiere ciencia económica ni un Banco Central tan oneroso. En sus decisiones han llegado demasiadas veces tarde a la jugada, fouleando los fundamentos de una sana economía. Posteriormente las empresas y la población ha debido pagar costosas medidas reactivadoras o ajustes violentos por decisiones incorrectas o inoportunas. Los funcionarios del Banco Central y asesores no tienen -afortunadamente- indexadas sus remuneraciones a los buenos resultados de la economía e impacto de sus recomendaciones.

La TPM como lo hemos señalado desde hace ya bastante tiempo, ha estado riesgosamente fija en niveles pro inflacionarios desincentivando el ahorro e inversión racional de empresas y personas. Incluso en términos reales la tasa de marras ha sido negativa durante largos semestres, como lo enunciamos en otras opiniones pretéritas. En contrario, en anteriores épocas la TPM aplicada por el Banco Central fue excesivamente alta -sobre el 15%- que inoportuna y suicida nos llevó a una profunda recesión y quiebra de cientos de empresas y una cesantía generalizada.

La brecha entre el precio del dinero que fija el Banco Central a sus grandes clientes mayoristas, actualmente muy cercana a 0% anual es muy diferente a la tasa mensual que se aplica a los clientes minoristas por algunos bancos y cadenas comerciales. Dado el impacto del precio del dinero (tasa de interés) ¿No ameritaría que este ítem fuese ponderado en el Índice de Precios al Consumidor IPC? Sin desconocer las bondades y evolución de nuestro sistema financiero, en relación al de otros países, es claro que existe hoy un riesgo de sobreendeudamiento. Debido -entre otras razones-a las sobre tasa de interés que se aplica en forma mensual a los clientes minoristas, incrementando mes a mes su deuda (n+1).

Este círculo vicioso de ”endeudamiento y sobre el endeudamiento” es un riesgo latente y creciente para la economía general. ¿Su crisis potencial no puede quizás finalmente matar todas las utilidades obtenidas por el sistema financiero en estos últimos tiempos, si no se está atento a su evolución y no se buscan soluciones creativas? Un spread alto y crédito fácil es un estímulo perverso al riesgo y desincentiva -paradójicamente- el ahorro e invita a consumir demasiadas veces sobre los ingresos futuros que las empresas y personas percibirán. Una TPM tan baja es una señal equivoca a la racionalidad económica. Al mismo tiempo no se observan esfuerzos por los ejecutivos de la banca en buscar ”proyectos innovadores” para financiarlos, aprovechando tan bajas tasas de la TPM que apunten a mejorar la rentabilidad y calidad de los mercados en industrias como: distribución de alimentos, transportes, cadena de comercialización automotriz, logística, energía, salud y retail entre otras. ¿Por qué los ejecutivos de cuenta prefieren seguir financiando “lo mismo a los mismos clientes” y no se atreven a nuevos emprendimientos? Esto nos permitiría apuntar a un nuevo y alto crecimiento con: mayor productividad, eficiencia y modernización de los distintos sectores e industrias.

Por otra parte el Banco Estado, que muchos recuerdan como un gran incentivador del ahorro, ahora compite abiertamente contra los bancos privados en endeudar a la gente; en vez de facilitar y fomentar hábitos más austeros y de ahorro en la economía doméstica de las familias. El clásico “ahorro previo” permitiría equilibrar un poco las cosas. Se podría así evitar la sobre deuda y fomentar la competencia en los mercados a través de la clásica compra a contado. El crédito ”barato” es accesible y fácil a los clientes mayoristas del Banco Central, pero ¿por qué es tan caro e inaccesible este crédito barato al resto de los clientes minoristas? Esto genera el espiral de sobreendeudamiento para financiar los “intereses de los intereses” en particular de las inversiones. Por alguna razón en el pasado los banqueros diferenciaron sabiamente la banca de crédito-de consumo- de la “de inversiones” y el estado tuvo una Corporación de Fomento Corfo, cuando no existía un mercado de capitales desarrollado.

No se solucionará todo esto subiendo -levemente mes a mes- la TPM sobre su actual casi 0% anual. Ciertamente, esto amerita buscar respuestas más inteligentes y por cierto más complejas, que las que escuchamos en el pasado por el gobierno anterior. Hoy muchos ahorristas reciben un verdadero premio negativo por sus esfuerzos de austeridad debido a la equívoca política del Banco Central. La mayoría de los chilenos ya han olvidado la sana práctica de ahorrar, que les inculcaron sus abuelos o antepasados inmigrantes. La mayoría de las personas se ha sumado a la danza del consumo fácil sin fundamentos, restando recursos a inversiones más productivas y de futuro estratégico para la nación. Por cierto es un falso dilema: deuda o ahorro. Ni lo uno ni lo otro, sólo postulamos un ”equilibrio, competencia y prudencia” entre estas alternativas, como esencia y base de una sana economía.

Las tímidas y desfasadas alzas de la TPM que recomiendan los especialistas y Consejeros del Banco Central son totalmente insuficientes para un funcionamiento eficiente de la economía. Se requiere urgente otras medidas y decisiones y… quizás ahora ya sea tarde. Existe la oportunidad que otorga la llegada de un gobierno diferente, para hacer cambios de políticas y aplicar una economía recreativa e inversionista, acorde para estos nuevos tiempos económicos de post crisis y no seguir con ”más de lo mismo”.

El tiempo para ganar el partido contra la amenazante inflación ad portas, encubada desde hace casi dos años, se acaba. Los salarios se están quedando atrás en relación a las alzas de precios en la economía real. Economía que se mueve lejos de los computadores, correlaciones e hipótesis monetarias en los salones y mesas de dinero. No se puede seguir procastinando y enfrentando las alzas de precios a punta de ”bonos focalizados” -como los entregados por el gobierno saliente- para los más vulnerables, pero que al mismo tiempo dañan a la indefensa clase media en extinción y a las empresas. La inflación expropiará, inexorable y fríamente, los progresos económicos que lograron con tanto sacrificio muchas empresas y familias chilenas.

Ojalá se escuchen otras opiniones en estas importantes materias que afectan a muchos y nos demuestren que estamos equivocados. La peor defensa del buen gobernar es la obsecuencia irreflexiva y la falta de creatividad en búsqueda de soluciones. El éxito económico no es evidente en escenarios complejos y turbulentos como los del presente y del que viene. Las respuestas no son obvias y deben responder a un trabajo en equipo. No bastan solo algunas mentes iluminadas que consideran pocas variables, para estar así a la altura del problema. Afortunadamente éste tiene soluciones, pero al igual que ”las muchachas de antes”, éstas ya no son las mismas.

Por Omar Villanueva Olmedo

EL Ciudadano


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