Desarrollo industrial, crecimiento de la población, avance de las obras de infraestructura, deterioro del medio ambiente. Un cóctel que puede resultar letal para el planeta si no se lo piensa con cuidado y con la visión puesta en el futuro.
Frente a las turbulencias económicas y financieras que atraviesa el mundo por estos días, el análisis debe centrarse en cómo recuperar el crecimiento sin terminar de destruir el planeta. Ante esta problemática, la revista ‘Forbes‘ analizó la importancia de cuatro factores fundamentales que tendrán la obligación de conjugar el desarrollo y las necesidades del ser humano y del medio ambiente.
El primer elemento destacado es el de la importancia de una fuente de financiamiento que exceda la mirada centrista del Banco Mundial. En este marco, el surgimiento del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB) aparece como una gran esperanza. Con el apoyo de 57 países, entre ellos Alemania, su primer proyecto de trascendencia es el de respaldar un cinturón económico y ruta marítima que permitirá conectar Europa, África y Asia. Las expectativas en el AIIB también están puestas en el desarrollo de infraestructura en el continente africano, lo que aseguraría una constante demanda de inversión, afirma el medio.
No obstante, todo desarrollo de infraestructura implica, necesariamente, un impacto ambiental y alienta el cambio climático. Evitarlos debe ser una prioridad y, para ello, el crecimiento de la demanda de infraestructura en sistemas de emergencia será de vital importancia. Mientras se resuelva esta problemática, las sequías, el aumento global de la temperatura (en las próximas décadas subirá 2 grados Celsius) y sus consecuencias, en especial sobre la producción de alimentos, tendrán un muy negativo alcance global, explica la publicación.
El tercer factor mencionado por ‘Forbes’ en su análisis sobre la economía que se viene es el comercio internacional y, nuevamente, aparece el desinterés histórico de instituciones como la Organización Mundial de Comercio en el cambio climático. Comerciar más no implica necesariamente destruir el planeta, pese al fracaso de la transición a las energías renovables que llegarían en un futuro no muy cercano, en especial, cuando se desarrolle el potencial innovador de las empresas que se decidan a explotar sus esquemas «verdes».
Por último, habrá un cambio en las estructuras de poder, que pasarán de los países a las ciudades. En este sentido, el periódico inglés ‘Financial Times‘ aseguró que en la próxima década el 65 por ciento del PIB mundial será producido por 660 ciudades, de las cuales, 440 están ubicadas en países en desarrollo. La pregunta crucial para ellas es cómo harán para satisfacer las necesidades y demandas de sus crecientes millones de habitantes. La ciudad de México, Bangkok, São Paulo, Pekín y Nueva Delhi ya deben comenzar a responderse este interrogante, concluye el medio.