James Tobin, propuso a comienzos de los años 70 aplicar una pequeña tasa de 0,1% a 0,25% sobre las transacciones de divisas para así frenar la volatilidad de los mercados cambiarios internacionales. La formulación realizada por el economista estadounidense tiene por objetivo que los dineros recaudados por dicha modificación sean destinados a fines sociales, mitigación de crisis financieras y ahorro para inversiones estatales.
Existen dos objetivos detrás de la propuesta: En primer lugar hacer que los tipos de cambios en las divisas reflejen más los fundamentos económicos a largo plazo que las expectativas y los riesgos a corto plazo, esto para reducir la especulación en los mercados. El otro objetivo es preservar y promover la autonomía de las políticas macroeconómicas y monetarias frente a los mercados, para que así las autoridades puedan aumentar las tasas sobre las transacciones financieras y así evitar la huida del capital.
James Tobin nunca imaginó que su propuesta serviría de referencia para grupos antiglobalización que se oponen a la iniciativa estadounidense, y así luchas contra la especulación para lograr una mayor recaudación destinada a ayudar a los pobres. Fue así como se creó un movimiento alrededor de dicha propuesta, el cual congregó a los mayores intelectuales en oposición a la antiglobalización. En Francia apareció la Asociación por una Tasa a las Transacciones Cambiarias para apoyar a los Ciudadanos (ATTAC), movimiento que lleva más de 15 años promoviendo el control democrático de los mercados financieros y las instituciones encargadas, mediante la reflexión política y la movilización social. El principal fin es promover el impuesto a las transacciones financieras
Lo que antes parecía una utopía abismante, hoy es objeto de análisis para las más altas instancias políticas y económicas. El punto en conflicto que fervientes defensores del libre mercado se preocuparon de resaltar fue que la tasa de Tobin no era posible aplicarla a un solo estado. Ellos argumentaron que el impuesto requería una implementación global, por ende era necesario que una institución internacional aplicara la tasa, además afirmaron que sería imposible llevar a cabo dicha propuesta porque sería un desestabilizador de los mercados de divisas extranjeras.
Las ideas de James Tobin, premio Nobel de economía en 1981, encontraron apoyo en países con movimientos políticos de izquierdas importantes en Francia y Latinoamerica. Pero no fue hasta que Adair Turner, máximo responsable de la regulación financiera en el Reino Unido, sorprendió al mundo realzando la idea de la tasa como una buena herramienta para reducir y racionalizar el tamaño de los mercados financieros, que el nombre de James Tobin tomó nuevamente el vuelo.
Meses después Gordon Brown, ex primer ministro británico, asumió esta moción, proponiendo la implantación de esta tasa durante la pasada cumbre de los países del G-20. También mostraron su apoyo Nicolás Sarkozy, Ángela Merkel, el comisario europeo José Joaquín Almunia, José Manuel Durão Barroso, presidente de la Comisión Europea. Además, los 27 países de la UE, a través del Consejo Europeo, instaron al Fondo Monetario Internacional a estudiar la posible implantación efectiva de esta tasa.
China también no ha quedado exento del debate, quienes proponen utilizar la medida para facilitar el control de los flujos de capital fronterizo, ya que durante los últimos años la llegada de inversiones extranjeras ha aumentado.