Uno de cada tres pesos cotizados quedan en manos de la AFP o compañías de seguros; el resto del dinero termina financiando a 12 grandes grupos económicos. A la vez, cálculos de las propias AFP estiman que más del 60 por ciento de los afiliados tendrán pensiones inferiores a 150 mil pesos. Para superar esto el economista del Cenda, Manuel Riesco, propone terminar con las AFP y volver al sistema de reparto. Una medida que dejaría para el tesoro público más de tres billones de pesos por año.
El presidente Sebastián Piñera anunció recientemente una reforma al sistema de AFP orientada a fomentar las cotizaciones de los trabajadores independientes, aumentar las tasas de cotización y fomentar jubilaciones a mayor edad y la “competencia del sistema previsional”.
Creadas en 1981 por el hermano del actual presidente, el economista José Piñera, las Administradoras de Fondos de Pensión (AFP), hoy están en crisis. Joaquín Vial, ex presidente de AFP Provida y hoy consejero del Banco Central, reconoció en abril que el 60 % de los afiliados a las AFP tendría una pensión menor a 150 mil pesos mensuales.
La idea de juntar dinero de manera colectiva para la vejez surge en Chile y otros países de Latinoamérica en la segunda mitad del siglo XIX de la mano de las mutuales, organizaciones de trabajadores. A la par se desarrollaban las aseguradoras privadas, sobre todo en Estados Unidos. Sólo en las primeras décadas del siglo XX se asume como tarea de los Estados nacionales organizar y proveer la manutención de las personas cuando llegaran a la tercera edad. La dictadura de Pinochet transfirió esta gestión a las manos de los grandes grupos económicos.
“La privatización de las pensiones ha significado la expropiación de más de un 13 por ciento de los salarios a lo largo de tres décadas”- acusa el economista del Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo (Cenda), Manuel Riesco Larraín. La cifra equivale a más de un 4 por ciento del PIB por año, dinero que va al bolsillo de los grandes grupos económicos.
Riesco calcula que durante la crisis económica de 2008, los fondos de pensiones chilenos perdieron un tercio de su valor y el fondo A casi la mitad. Además advierte sobre la mentira de la quiebra de los sistemas de pensiones de reparto de los países europeos, los que en realidad dejan buenas ganancias, permiten pagar las pensiones y hasta dejan excedentes.
La propuesta de Riesco es estatizar el sistema e instaurar uno de reparto. De ser así el Estado recibiría las cotizaciones que hoy los trabajadores están obligados a poner en las AFP, cifras que para el año 2012 sumaron 4,3 billones de pesos. “Terminar con las AFP dejaría al fisco un excedente de más de tres billones de pesos por año, lo que equivale a más de seis mil millones de dólares anuales”- destaca.
¿Se podría ya hacer un balance del sistema de AFP chileno?
– El balance es muy positivo para los grandes grupos financieros y muy negativo para sus afiliados, los que sencillamente no tienen pensiones, así como para la equidad de la sociedad chilena: la privatización de las pensiones ha significado la expropiación de más de un 13 por ciento de los salarios a lo largo de tres décadas, cifra que hoy representa más de un 4 por ciento del PIB por año, y su transferencia casi íntegra a los grandes grupos financieros.
¿Fue el afán de crear grupos económicos en Chile de manera rápida uno de los horizontes originales de la creación de un ahorro forzoso a través de las AFP?
– Sí. Las AFP y compañías de seguros relacionados con la previsión se han quedado con uno de cada tres pesos cotizados y el grueso de los otros dos pesos ha ido a parar a manos de los grandes grupos financieros; por ejemplo, la mitad del fondo invertido en Chile está en manos de sólo 12 grandes grupos, incluidos los dueños de las AFP, en forma de bonos y capital accionario. Los chilenos y especialmente las chilenas, hoy no tienen pensiones porque en 1981 Chile terminó con su sistema de pensiones y lo reemplazó por un sistema de ahorro forzoso, que sólo ha beneficiado a los grandes grupos financieros.
PENSIONES MISERABLES
¿Cuáles son los montos estimados de pensiones para el grueso de los chilenos?
– Hoy día existe un consenso unánime en Chile, incluidos todos los sectores políticos y sociales y también los mandamases del propio sistema, de que las pensiones del sistema de AFP son muy bajas. El Estado reconoció que más del 60 por ciento de los afiliados a las AFP obtienen pensiones inferiores a la mínima de $75.000 mensuales, por lo cual se vio obligado en la reforma del 2008, a establecer para ellos una pensión solidaria que garantizara al menos ese nivel.
Fue sólo una reforma…
– Dicha reforma no tocó el sistema de AFP, en el cual siguen cotizando casi todos los trabajadores activos. Por lo tanto, la clase media ha quedado sin pensiones. Una jueza jubila con $330.000 mensuales, menos de una décima parte de su remuneración, a pesar de que ha cotizado sin “lagunas” y siempre por el tope. Ella está afectada por el “daño previsional” de los empleados públicos, ocasionado por la subcotización durante los años ’80. Otro caso puede ser el de una doctora que ha laborado siempre en el sector privado, asimismo sin lagunas y por el tope, y por lo tanto no sufre este perjuicio. Ella jubila con $465.000 mensuales, un séptimo de su remuneración en activo.
¿Estamos hablando de una discriminación que afecta a las mujeres?
– Ambos casos reales son mujeres, las que son discriminadas por ser el único grupo al que se calculan sus pensiones mediante una tabla de esperanza de vida diferente al resto. Las comunas de altos ingresos, por ejemplo, también tienen esperanzas de vida muy superiores al promedio, y sus pensiones se calculan mediante la misma tabla que el resto-, sin embargo, un ingeniero que no sufre dicha discriminación de género obtiene una pensión de $750.000 mensuales, un quinto de su remuneración en activo.
Todos los casos anteriores corresponden a personas de carne y hueso, que han cotizado si lagunas y por el tope. ¿Que queda para la masa de afiliados, dos tercios de los cuales cotizan en promedio menos de un mes de cada dos? : La pensión promedio del sistema de AFP es de $180.000 mensuales y el salario promedio de los cotizantes es poco menos de $600.000 mensuales.
LA FARSA DE LA CRISIS DE LOS SISTEMAS DE REPARTO
Se argumenta que el sistema de AFP fue copiado en varios países ¿Qué pasó cuando lo implementaron en dichos países y cuánto duró?
– Ningún país tiene el sistema chileno. Todos tienen sistema de reparto o la alternativa del mismo. En efecto, varios países introdujeron parcialmente durante los años ‘90, sistemas de capitalización inspirados en el chileno, bajo fuerte presión de los grandes conglomerados financieros globales, ejercida por intermedio de las llamadas instituciones de Bretton Woods, encabezadas por el Banco Mundial y FMI. Sin embargo, en todos ellos dicha introducción fue parcial o muy moderada por fuertes regulaciones. Chile es el único ejemplo de un sistema basado exclusivamente en la capitalización individual.
Se dice que el sistema de pensiones de Europa, muchas veces puesto como modelo, está en crisis ¿qué podrías decir sobre ello?
– La supuesta quiebra de los sistemas de pensiones que tienen todos los demás países, basados en el esquema de reparto, es un tópico de la propaganda majadera impulsada por los grandes conglomerados financieros interesados en expropiar las contribuciones a la seguridad social, del mismo modo que lo lograron en Chile. No tiene ninguna base real.
Los medios masivos nos cuentan la noticia diciendo que están quebrados.
– Todos los sistemas de reparto dejan anualmente cuantiosos superávit, es decir, en todos ellos, las cotizaciones anuales permiten pagar todas las pensiones y dejan un excedente significativo. En el caso chileno el excedente era de un tercio hasta 1981 y en el caso estadounidense, un tercio de la deuda total el gobierno es una deuda con el sistema de pensiones, cuyo excedente acumulado alcanza la enorme suma de 5 billones de dólares, equivalente a un tercio del Producto Interno Bruto de ese país. Todos los países ajustan periódicamente los ingresos, es decir, las cotizaciones anuales, a los gastos, es decir, las pensiones anuales, mediante tres mecanismos muy sencillos: aumentan levemente las tasas de contribución y/o elevan moderadamente la edad de jubilación; de este modo, todos mantienen el valor real de las pensiones y garantizan superávit anuales.
También dicen que la crisis es por el envejecimiento de la población o mayores expectativas de vida.
– La propaganda de los conglomerados financieros agita como un fantasma el factor demográfico, es decir, el incremento en la esperanza de vida de la humanidad. El mismo constituye en realidad el mayor logro de la civilización urbana y no representa una amenaza para las pensiones. La tasa de dependencia, es decir, la relación entre los trabajadores activos y la población pasiva, conformada por los niños y jóvenes y por los adultos mayores, siempre fue igual a uno en las sociedades agrarias tradicionales. Es decir, a lo largo de los muchos milenios que la sociedad humana lleva sobre la tierra, siempre ha subsistido sobre la base que cada trabajador en edad activa ha sostenido a una persona pasiva, que tradicionalmente eran casi todos niños.
Dicha tasa sólo ha venido a disminuir durante el proceso de urbanización, que gradualmente se ha ido extendiendo por el mundo a lo largo de los tres últimos siglos y que actualmente está exactamente a medio camino, puesto que recién el 2008 los habitantes de ciudades igualaron en número a los campesinos a nivel global.
Con la urbanización, aumenta fuertemente la proporción de trabajadores activos, mientras se reduce la proporción de niños y jóvenes. Aunque aumenta paralelamente la proporción de adultos mayores, su número sigue siendo muy reducido. El efecto es que la tasa de dependencia se reduce a la mitad, situación que se mantiene a lo largo de muchas décadas, hasta que nuevamente empieza a subir debido al aumento en la proporción de adultos mayores, hasta alcanzar nuevamente la tasa secular en las sociedades urbanas maduras. Por ejemplo, en Haití o Nigeria hoy, o en Chile hace medio siglo, la tasa de dependencia alcanzaba el valor uno, es decir, antes un trabajador activo debía sostener a un pasivo. En Chile hoy, dicha tasa es media, es decir, cada persona en actividad debe sostener a medio pasivo. En Europa, Suecia o Japón, que son sociedades urbanas maduras, la tasa de dependencia nuevamente ha vuelto a alcanzar su valor secular de uno, es decir, cada persona en actividad debe mantener a un pasivo, con la diferencia que ahora son adultos mayores que viven bastante bien, mientras antes eran niños que morían en su mayor parte. Antes las sociedades apenas sobrevivían menos de cuarenta años en promedio, mientras que hoy viven muy bien hasta más allá de los ochenta. Este es el principal logro de la modernidad y no representa ninguna amenaza. Las sociedades urbanas jóvenes, como Chile, tienen las mejores condiciones demográficas, lo que se conoce como el ‘bono demográfico’, para mejorar las condiciones de vida de toda su población, incluidos sus adultos mayores.
Por otra parte, el aumento en la esperanza de vida afecta por igual a todos los sistemas de pensiones, puesto que todos ellos son mecanismos de transferencia de recursos desde los trabajadores activos a los pasivos: los adultos mayores consumen tanto pan horneado hoy como servicios de salud producidos por trabajadores en actividad.
LÁS PÉRDIDAS DESDE EL 2008
¿Podrías estimar cuánto dinero de sus obligados ahorrantes perdieron las AFPs en la crisis económica de 2008?
– Como se muestra en la estadística diaria que publica CENDA en base a la Superintendencia de AFPs, entre el inicio de la crisis en julio del 2007 y su punto más bajo en marzo del 2009, los fondos de pensiones chilenos perdieron un tercio de su valor y el fondo A casi la mitad. La cifra equivale a todas sus supuestas ganancias durante los treinta años precedentes. Aunque se han recuperado parcialmente desde entonces, no han ganado nada desde el inicio de la crisis y la cuota del fondo A se encuentra todavía a mayo del 2013 undécimo por debajo de su valor de entonces, medida en moneda de igual poder adquisitivo.
O sea eso de la ganancia tras pasar por la ruleta accionaria es puro cuento.
– Las supuestas ganancias del fondo desde 1981 o de los multifondos desde el 2003, que aparecen muy elevadas si se calculan como promedio simple de las rentabilidades, se explican porque esos períodos coinciden, el primero de ellos con la prolongada fase ascendente del ciclo económico secular que se inició precisamente en 1981 y el segundo a la recuperación de la caída del 2000. Dichas rentabilidades no se van a repetir en el futuro, como lo reconocen los propios administradores del sistema, que estiman las pensiones futuras a partir de rentabilidades muy bajas (ver “La Gran Ilusión”, en www.cendachile.cl ).
¿Por qué en la última reforma al sistema de pensiones, hecha por el gobierno de Bachelet, se siguió con el modelo de ahorro individual y obligatorio en las AFP?
– Por las presión de las AFP y los grandes grupos financieros que se benefician del sistema, y la incapacidad de la institucionalidad de la transición, resguardada por la Constitución actual, de poner fin a estos abusos.
TERMINAR CON LAS AFP
Algunas propuestas reformistas dicen que basta con crear una AFP estatal ¿eso solucionaría el problema de las bajas pensiones y de su incerteza?
– Ninguna de las propuestas en boga, como aumentar las cotizaciones, subir la edad de jubilación, o mejorar la “competitividad” del actual sistema, va a mejorar en nada las pensiones del millón de personas que están hoy día sufriendo con las bajas pensiones AFP.
¿Qué sistema de pensión propones?
– Para mejorar las pensiones hoy, hay que terminar con las AFP. El balance de esta medida es sencillo e impresionante:
○ El Estado tendría que absorber el pago de las pensiones que hoy pagan las AFP y supongamos que también las que pagan las compañías de seguros – las que ya se apropiaron del fondo completo de sus asegurados y por lo tanto deberían seguir pagando ellos, lo que significa un gasto de poco más de dos billones de pesos por año (180 mil pesos por persona, multiplicados por doce meses y por un millón de personas).
○ Sin embargo, de la cifra anterior el Estado ya está aportando anualmente cerca de un billón de pesos a las AFP. Sólo en bonos de reconocimiento aportó 499.000 millones de pesos el 2012. Por lo tanto, el incremento del gasto público en pensiones sería de aproximadamente un billón de pesos por año.
○ Por otra parte, el Estado percibiría todas las cotizaciones previsionales, que hoy día se apropian las AFP y que el 2012 sumaron 4,3 billones en cotizaciones obligatorias más 0,4 billones en otros aportes, lo que suma 4,7 billones anuales.
○ En conclusión, terminar con las AFP dejaría al fisco un excedente de más de tres billones de pesos por año, lo que equivale a más de seis mil millones de dólares anuales ¡sin tocar el fondo de pensiones, que podría quedar de reserva para el futuro!
○ Ello permitiría duplicar las pensiones actuales – igualar todas las pensiones AFP a las del sistema antiguo, es decir, subir las pensiones de los jueces, profesores, empleados públicos, en general y a todos los trabajadores de ingresos medios y altos a lo mismo que ganan sus colegas que lograron permanecer en el sistema antiguo, quizás corrigiendo las primeras por la diferencia de cotizaciones, que equivalen aproximadamente a un 7 por ciento de la pensión actual.
Mauricio Becerra R.
@kalidoscop
El Ciudadano