Los vientos de la crisis provenientes del Norte han sacudido tan fuerte a México que le han provocado caer en la peor situación económica y social de los últimos 70 años.
El Banco Central azteca confirmó que el Producto Interno Bruto bajo 9,4 % en el segundo trimestre del año, mientras el Ministerio de Hacienda informó que la recaudación fiscal se redujo 20 %, una pérdida de 12 000 millones de pesos.
Los analistas señalan que desde 1930 cuando el país se recuperaba de la guerra civil y de las pérdidas territoriales arrancadas por la voraz política hegemónica de Estados Unidos, no registraban tan peyorativos datos.
En ese sentido achacan las culpas a la caída de las exportaciones petroleras y de manufacturas, y al impacto de la gripe porcina sobre el comercio y el turismo, pero innegablemente que el trasfondo fundamental ha sido el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) firmado desde 1994 con Estados Unidos y Canadá.
Cierto es que los precios de crudo bajaron drásticamente en los últimos tiempos, pero entonces porqué países exportadores de petróleo como Argelia, Venezuela, Qatar, Irán, Arabia Saudita, por citar algunos, no han detenido su desarrollo.
Aunque las consecuencias de la gripe han influido en los datos, las afectaciones económicas mexicanas provienen de muchos meses atrás.
En corroboración a esta realidad, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reveló que los despidos de personal en la industria de la transformación durante marzo de 2009 se extendieron a 20 de los 21 subsectores que la integran, y llevaron a una reducción de personal de 7.9 % respecto a la mismo mes de 2008.
El INEGI es categórico al decir: con el resultado de marzo, se acumularon 22 meses consecutivos de contracciones anuales en personal que labora en las empresas fabriles, excluidas las maquiladoras de exportación. Desde febrero de ese año se reportan recortes mensuales de personal que han afectado más a los obreros que a los trabajadores administrativos y resulta la caída más grave anual del empleo en los últimos 13 años.
Esa fecha hace referencia a la crisis económica mexicana, también conocida como Efecto Tequila de 1995, cuando el PIB registró una baja de 9,2%, menor a la alcanzada en 2009.
A mediados de la década de 1990 las exportaciones a Estados Unidos permitieron que la economía mexicana se recuperara en corto plazo, pero ahora el mercado de ese país está en crisis.
La fuerte contracción provocará, según el Banco Central, la pérdida de 656.000 empleos, además de una caída en el salario real de los mexicanos.
El INEGI puntualizó que los sectores con mayores despidos de personal respecto a marzo de 2008 son: equipos de transporte, con una reducción de 19.7 %; fabricación de equipos de computación, comunicación, medición, componentes y accesorios, 13.8 %; la fabricación de muebles y productos relacionados, 13.6 %; maquinarias y equipos, 13.1 %; fabricación de insumos textiles, 11.7 %; industria de la madera, 11.2 %.
Asimismo, en las plantas fabriles de productos a base de minerales no metálicos la ocupación se contrajo 10.7 %, y en las procesadoras de plástico y hule fue de 10 %.
Por su parte, la Comisión de Agricultura y Ganadería de la Cámara de Diputados advirtió que la crisis alimentaria se profundizará en los próximos meses porque el país dejó de ser autosuficiente en la producción de maíz, sorgo y arroz, para pasar a una dependencia absoluta de las importaciones estadounidenses. El presidente de la Comisión, Héctor Padilla, informó que se calcula que alrededor del 80 % de las importaciones mexicanas provienen del norte, mientras que el 60 % de las exportaciones van hacia ese mercado, que las ha limitado por la grave crisis que padece. Ante estos datos, los verdaderos padecimientos de la economía mexicana hay que buscarlos en el TLCAN que abrió desde 1994 todas las puertas a las compañías transnacionales y al capital privado los que pueden comprar a bajos precios empresas productoras, de servicios, minas y tierras agrícolas a cambio de una supuesta inversión y creación de empleos.
Con el TLCAN, el desarrollo desigual entre las dos naciones se hizo patente y la dependencia económica de México respecto a Estados Unidos se amplió progresivamente en todas las ramas de la industria y los servicios.
A la par, desde el Norte comenzaron a entrar con bajos o sin impuestos, productos como arroz, maíz, sorgo, frijoles, que dieron al traste con los agricultores nacionales al no poder competir con los grandes consorcios subsidiados norteamericanos.
Hasta el primero de enero de 2008 que había retenido la liberación de los aranceles de entrada de algunos productos claves en la canasta básica mexicana como el maíz, el azúcar, leche en polvo, con el fin de que los productores nacionales se fueran adaptando a las nuevas reglas del libre comercio. Pero los campesinos no han recibido la ayuda financiera necesaria por parte del gobierno.
Como consecuencia, la pobreza se incrementó en los campo y millones de campesinos han emigrado hacia las ciudades para tratar de buscar algún sustento.
Pero la competencia en las urbes es enorme pues datos de organizaciones no gubernamentales estiman que el 70 % de la Población Económicamente Activa (PEA) está desocupada o en empleos informales como vendedores ambulantes.
Al catalogar la crisis, Héctor Padilla fue más categórico al significar que la alimentaria es peor que la económica y apunta hacia los sectores más vulnerables de la población.
El TLCAN ha disparado los índices de pobreza en el país que se estiman alcanzan a 54 millones de los 105 millones de habitantes mexicanos que se hallan en la miseria e insalubridad, solo comparables con los países más pobres del mundo. En los estados de Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Tabasco, Hidalgo, San Luis Potosí, Puebla 56,4, Zacatecas, Yucatán, Campeche y Michoacán 51,2, la pobreza alcanza entre 56 y 72 % de la población.
En definitiva, después de 14 años de entrada en vigor del TLCAN los perjuicios han sido mucho mayores que los prometidos beneficios que traería para el pueblo mexicano.
Hedelberto López Blanch
Rebelión