En México, el 10% de las empresas más poderosas concentra el 93% del capital físico –es decir, los bienes materiales– y parece dejar migajas a las demás empresas, sobre todo a las pequeñas y medianas (Pymes). De esa manera, el país latinoamericano se destaca con un coeficiente Gini –la herramienta que mide la desigualdad– “récord” de 0.93.
Para algunos especialistas en economía, ese índice es una muestra del “alto grado de heterogeneidad estructural” de la economía mexicana, que destacó la Comisión Económica para América Latina (Cepal) en su “panorama social” sobre desigualdad, publicado el pasado martes 30 de mayo.
En esa dirección, tal como destaca el portal Proceso, la Cepal subrayó que el 10% de las familias mexicanas más dineradas acapara las dos terceras partes del capital físico y financiero del país; mientras una tercera parte de este capital lo tiene el 1% de las familias más ricas.
La repartición del capital financiero es, según la Cepal, “aún más desigual”, pues el 10% de los hogares más ricos concentra ocho de cada diez pesos en circulación. Según este documento, en 2015 las familias mexicanas detenían el 37% de los activos con los que cuenta el país, por un total de 28 billones de pesos. El gobierno federal administraba el 23%, las empresas privadas el 19% y las públicas el 9%, los bancos e instituciones financieras controlaban el 5% y el 7% restante se encontraba en manos de extranjeros.
México también resaltó por ser el país de la región donde las mujeres dedican el mayor tiempo en labores domésticas no remuneradas. Según la Cepal, las mexicanas destinan una tercera parte de su tiempo a estas actividades, sin ganar un peso por ello; pese a ello, aún si las mujeres mexicanas cobraran por los cuidados de salud que realizan en sus respectivas casas, se repartirían 120 mil 960 millones de pesos, cifra que no representaría un porcentaje importante del total.
Este panorama en México no es el único en la región, ya que se está repitiendo cada vez más a lo largo del mundo, sobre todo en los países «en desarrollo», donde los intereses de las empresas extranjeras se alían con las familias más acaudaladas de cada nación. En lo que parece ser un retorno mundial a medidas neoliberales, los beneficiados son, para variar, los mismos de siempre.