Faltaban pocos días para finalizar noviembre cuando Sebastián Piñera hablando ante el empresariado anunció que la economía crecería en el año más de un 5,5% y que en los últimos meses su expansión estaría sobre el 7%. Al iniciarse diciembre y darse a conocer el Imacec de octubre estas proyecciones se derrumbaron. ¿No debe suponerse que al hablar un presidente de la República tiene una visión muy informada de lo que está sucediendo? El menor incremento no fue sorpresivo, desde luego dejó de compararse con las cifras negativas de un año en recesión. De otra parte, influye que las economías industrializadas siguen entrampadas por efectos negativos de la crisis financiera iniciada a mediados de 2007. Luego, incide el proceso revaluatorio del peso, que golpea a importantes sectores, entre ellos de la industria y la agricultura. Para señalar un último hecho está presente el continuismo de las políticas económicas, que conduce en muchos terrenos a un debate entre las actuales y anteriores autoridades económicas en quién es más “fiel” en aplicar el mismo modelo.
El Informe de Política Monetaria (IPoM) de septiembre, cuando ya quedaba muy pocos meses para cerrar el año, proyectó un crecimiento anual de 5 a 5,5%. El presidente Piñera fue aún más optimista anunciando el 23 de noviembre en Enade, ya al finalizar 2010, que la expansión anual superaría el 5,5% previsto y que en los últimos meses del año crecería en torno al 7%. Sin embargo, el indicador mensual de actividad económica del instituto emisor (Imacec) de octubre, con un incremento en doce meses de 4,8% llevó a concluir, como lo reconoció el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, que “efectivamente en algún momento uno puede haber pensado que íbamos a estar cerca de la parte alta del rango y hoy uno ve que estamos más cerca de la parte media” (07/12/10).
Por su parte, Ricardo Matte, director del programa económico del oficialista Instituto de Libertad y Desarrollo redujo su estimación promedio para el año de 5,3% a 5%, señalando que el registro de octubre constituía “una especie de balde de agua fría para las expectativas” (07/12/10). En enero–octubre el incremento, con relación al mismo período del año anterior, fue de 5,1%, deteniéndose el proceso de crecimiento sostenido que se producía desde marzo. Más aún, el Imacec desestacionalizado de octubre cayó, con relación al mes anterior, en 0,6%.
¿Qué produjo el viraje? Nada que no se podía prever. Una explicación reside en que durante el tercer trimestre de 2009 la economía chilena, con relación al lapso inmediatamente anterior, dejó de experimentar cifras negativas, consecuencia del curso recesivo experimentado desde el segundo semestre de 2008. Es decir, se dejó de comparar con meses de decrecimiento. En segundo lugar, debe prestarse atención a causas conducentes a que durante el año la evolución sectorial fue marcadamente desigual. Mientras para el comercio, la Cámara de Comercio de Santiago proyecta un incremento anual de 13%, muy influido por las demandas adicionales generadas por el terremoto, el estímulo a adquirir productos importados empujado por la revaluación del peso y obviamente también debido al incremento de la demanda interna. En octubre, el índice de ventas del comercio al por menor (IVCM) creció 15,7% en doce meses, aumentando en especial la comercialización de bienes importados. Otros sectores, en cambio, como la industria, la pesca, la agricultura y la minería vivieron una realidad distinta. Para comprender el “viraje” debe prestarse a las razones que explican estos menores crecimientos.
Imacec 2009 – 2010: acumulado en el año
(Fuente: Banco Central. Variación acumulada en doce meses.) |
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Mes | % | Mes | % | Mes | % | Mes | % |
2009, enero | -2,1 | julio | -3,3 | 2010, enero | 3,9 | julio | 4,5 |
febrero | -2,8 | agosto | -2,9 | febrero | 3,7 | agosto | 4,9 |
marzo | -2,1 | septiembre | -2,7 | marzo | 1,6 | septiembre | 5,1 |
abril | -2,9 | octubre | -2,5 | abril | 2,6 | octubre | 5,1 |
mayo | -3,1 | noviembre | -2,0 | mayo | 3,6 | ||
junio | -3,3 | diciembre | -1,5 | junio | 4,1 |
El índice de producción industrial del INE registraba hasta septiembre un crecimiento promedio mensual acumulado en el año de -0,1%. Para en octubre anotar, al decir de Felipe Larraín, una expansión “no muy potente” de 1,7%, pasando recién a tener cifras ligeramente azules. A su vez, la industria metalúrgica–mecánica, de acuerdo a la asociación gremial del sector (Asimet), cayó en octubre con relación al mismo mes del año anterior en 4%. Su presidente, Ernesto Escobar, constató que “la actividad no ha repuntado en forma significativa en rubros como la inversión y la construcción (…)” (06/12/10). El hecho no es únicamente puntual. El país vive un proceso de desindustrialización en que influye la revaluación de la moneda nacional, ante la impasividad de las autoridades económicas. El índice de producción industrial del INE, con base 2002 igual a cien, alcanzó en 2005 a 120,7. Pues bien, en enero–septiembre registró un promedio mensual de 119,5, con una anotación similar en el último mes indicado. No es posible, por tanto, explicarlo únicamente por efectos rezagados del terremoto y maremoto de febrero.
Los problemas de la pesca son profundos, a la crisis de la salmonicultura se agregó una reducción significativa de las existencias. La pesca desembarcada a septiembre fue de 2.927.146 toneladas, cantidad un 20% inferior a iguales meses del año anterior, cuando ya se anotaba una marcada curva descendente. El Consejo Nacional de Pesca acordó reducir, a causa principalmente del incremento de las extracciones en las cercanías de la Zona Económica Exclusiva de Chile que efectúan barcos extranjeros, en un 76% la cuota de jurel, fijándola en 315.000 toneladas. En 2010 fue de 1.300.000 toneladas. El Consejo redujo, además, las cuotas para merluza común y del sur, merluza de cola entre las regiones V y XII, y congrio dorado.
Pesca desembarcada 2005 – 2010
(Fuente: Servicio Nacional de Pesca. En toneladas.) |
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Año | Desembarque | Año | Desembarque | Año | Desembarque |
2005 | 5.477.539 | 2007 | 4.937.021 | 2009 | 4.579.831 |
2006 | 5.297.526 | 2008 | 4.810.216 | 2010 (*) | 2.927.146 |
(*) a septiembre |
La reducción de la producción minera puede llamar la atención debido al alto precio en los commodities exportados por el país. Sin embargo, la oferta se contrae a causa de las menores leyes de los minerales. El índice de producción sectorial descendió en octubre, comparándolo con el mismo mes de 2009, en 6,3%, anotando un estancamiento total en los diez primeros meses del año. En octubre, el descenso de la producción cuprífera fue todavía mayor, alcanzando al 7%, con reducciones también en la extracción de oro, plata y zinc.
La agricultura figura igualmente entre los sectores más afectados por la carencia de política cambiaria. Sus niveles de crecimiento en el año están solo entre 1,5% y 2%. El desplome de la paridad cambiaria, señaló el presidente de Fedefruta, “es un problema real”, ejemplificándolo con que las dos terceras partes de la superficie plantada en el país presentaba al finalizar el año 2010 cifras en rojo (13/12/10). “La mayor parte de los productos agrícolas –señaló Joseph Ramos, académico de la Universidad de Chile– no han vivido un auge en sus precios, como así ha sido el caso de los commodities y, en ese sentido, probablemente es el sector más afectado por el tipo de cambio” (09/12/10). A ello se sumó una situación climática adversa, producto de un año seco. Además, sus producciones se dirigen en proporción importante a mercados que sufren de un bajo crecimiento, como acontece en Europa y en EE.UU., con demandas cayendo. En los últimas tres temporadas, por ejemplo, las exportaciones de frutas al mercado europeo disminuyeron en volumen un 12%, 813.113 toneladas en 2007-2008 y 710.236 toneladas en 2009-2010. A los fenómenos de la economía mundial debe prestársele atención.
El crecimiento económico conllevó una reducción en la tasa de desocupación, que en el trimestre móvil agosto–octubre descendió al 7,6% de la fuerza de trabajo. Lamentablemente, el cambio metodológico introducido por el Instituto de Estadísticas no permite hacer comparaciones con años anteriores, ya que un objetivo debería ser volver a los niveles de sin trabajo existentes antes de la recesión experimentada por la economía nacional a mediados de 1998.
El desafío para alcanzar niveles de empleo comparables en el plano internacional es elevado. Las cifras de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) indican que el promedio de las personas ocupadas en la población de quince años y más es de 66%, mientras que en Chile –usando siempre cifras del INE de agosto octubre– fue de 54,4%. Para alcanzar el porcentaje de la OCDE se requeriría incorporar a la actividad laboral a 1.500.000 personas, es decir una suma superior al millón de empleos ofrecidos por Sebastian Piñera durante su campaña presidencial.
Para incorporar a la fuerza laboral debe reducirse el porcentaje de la población inactiva, no pocos de ellos al ser consultados expresan su disposición a trabajar de existir condiciones para hacerlo. Conseguirlo exige ampliar considerablemente la oferta de plazas laborales, ya no en condiciones particulares como las generadas por la reconstrucción sino de manera estable, en otras palabras debe superarse el desempleo estructural que existe en la economía nacional.
Un problema particularmente acuciante es el de la juventud. Entre los 15 y 24 años únicamente un 30% de sus integrantes tiene trabajo. El promedio en la OCDE es el doble. Igualmente, las tasas de desempleo juveniles son extraordinariamente altas: 21,5% entre los 15 y 19 años, 17,3% de 20 a 24 y 11% en el estamento de 25 a 29. La solución para publicaciones como Estrategia es, lisa y llanamente, considerar “una rebaja del salario mínimo para los jóvenes entre 18 y 29 años, ya que hoy solo se aplica a los menores de edad y a mayores de 65 años” (06/12/10). Es decir, remuneraciones que mantienen a sus receptores en situación de pobreza, cuando se trata, al contrario, de reducir este flagelo.
A pesar de lo evidente de la cifras, el ministro Larraín insistió en que “el dinamismo de la economía se mantiene. Nuestra meta sigue siendo el 6% de crecimiento para los próximos cuatro años” (07/12/10). No se afirman en hechos concretos y menos todavía tienen presente que la economía chilena es absolutamente abierta y, en consecuencia, muy expuesta a acontecimientos externos, positivos o negativos. No tenerlo en consideración conduce a hacer estimaciones que los hechos posteriormente desmienten.
La propaganda oficial constantemente afirma que el crecimiento económico sería una consecuencia de una supuesta “nueva forma de gobernar”, cuando una característica clara de la política seguida es su continuismo. Prácticamente no existen elementos de políticas económicas diferentes, salvo matices que provienen de que ahora la derecha gobierna directamente. Ello explica, por ejemplo, debates como el producido sobre la conducción fiscal entre Andrés Velasco y el equipo económico de Piñera sobre quién ha sido más riguroso en limitar el crecimiento del gasto público. Por su parte, la política monetaria mantiene la misma conducción y ella da al mismo tiempo su sello a la falta de acción para enfrentar el proceso de revaluación del peso, que claramente es uno de los factores que inciden en el proceso de desaceleración producido en los últimos meses de 2010.
A noviembre, la inflación anualizada fue de 2,5%, por debajo de las estimaciones oficiales, acumulando en el año un incremento de 2,9%. En el cuarto trimestre de 2009, como consecuencia de la recesión, los precios disminuyeron. La baja tasa en doce meses revela el impacto provocado por la revaluación, así como que subsiste una cantidad importante de factores productivos no utilizados. En el penúltimo mes del año, la inflación subyacente, que elimina los precios de combustibles y alimentos perecibles, descendió con relación al mes anterior en 0,1% y la que incluye además las tarifas reguladas en 0,2%.
“El efecto del tipo de cambio –expresó el economista Hernán Frigolett– se ha dejado sentir en toda la gama de productos importados de consumo durable, y por esta vía está conteniendo la inflación estructural, ratificando que somos importadores netos de inflación mundial, por la dependencia externa energética y su mecanismo de fijación de precios domésticos” (09/12/10). Los bienes transables, aquellos que se pueden comercializar internacionalmente, representan más de un 50% de la canasta del IPC y en ellos influye la paridad cambiaria.
Por Hugo Fazio
El Ciudadano