Tal como es sabido, los cambios en la escena política de Sudamérica hicieron que las naciones promotoras hace nueve años atrás del Banco del Sur tengan que consolidar las estructuras de esta nueva arquitectura financiera en medio de los desafíos que plantean los nuevos gobiernos conservadores surgidos en los últimos años, sobre todo en los casos de Argentina y Brasil.
El equipo oficial de economistas y técnicos —en el que también participó Brasil como observador— ratificó al Banco del Sur como un mecanismo independiente de los grandes centros de poder económicos mundiales y, por tanto, será un pilar del desarrollo y la integración regional a partir del próximo octubre.
Tal como informa Cuba ahora, a principios de septiembre tuvo lugar la III Reunión de Ministros de Finanzas de Argentina, Ecuador, Bolivia, Uruguay y Venezuela en Quito, Ecuador, para, entre otros puntos de la agenda, ratificar la pronta puesta en funciones, posiblemente en Caracas, de la institución bancaria.
Cuando el Banco del Sur fue ideado, se planteó como una posibilidad real para alcanzar un desempeño económico regional con independencia y soberanía nacionales del continente en relación a otras potencias económicas y regionales. Su acta de constitución fue firmada el 9 de diciembre de 2007 por los entonces gobiernos progresistas de Argentina, Bolivia, Uruguay, Ecuador, Venezuela, Brasil y Paraguay.
Para especialistas, la aparición en el panorama latinoamericano de gobiernos conservadores en Argentina y Brasil, fomentadores del neoliberalismo y unidos al gran capital internacional, puede convertirse en un obstáculo para la entidad integracionista. ¿Podrá llevarse a cabo?