Samir Amín advierte que esta crisis será más criminal y violenta que las anteriores

El destacado economista Samir Amín ha declarado a la revista Afrique-Asie que el capitalismo se ha adaptado a las crisis convirtiéndose en más bárbaro


Autor: Wari

El destacado economista Samir Amín ha declarado a la revista Afrique-Asie que el capitalismo se ha adaptado a las crisis convirtiéndose en más bárbaro.

Recuerda que ni Marx ni él vaticinaron la caída automática del capitalismo y el surgimiento del socialismo sino que «el capitalismo crea las condiciones objetivas materiales, políticas y morales que permitan un avance de la civilización humana, calificado como Socialismo. Es un porvenir necesario, posible, pero de ninguna manera inevitable. Marx siempre ha enfatizado la otra posibilidad, la de la autodestrucción de la sociedad».

Indica que los pueblos podrán avanzar en la dirección del socialismo dando respuesta a la crisis pero advierte que si las respuestas siguen siendo débiles, como lo son hasta ahora, «y el capital conserva el control de la respuesta a la crisis, el sistema se va a convertir en más bárbaro que lo que ha sido nunca».

Samir Amín tiene razón: la clase obrera en las metrópolis imperialistas y en algunos países periféricos no golpea con la suficiente contundencia al capital: sigue bajo la influencia de partidos socialdemócratas y de sindicatos traidores; el mundo árabe sigue cautivo en su mayoría de gobiernos marionetas; gobiernos criminales dominan áreas extensas del globo; el capital conserva el control de instituciones políticas y financieras internacionales y organizaciones como la OTAN lo que le permite consolidar mediante la guerra al sistema capitalista en crisis.

Amín vaticina que la crisis producirá un conflicto entre las potencias imperialistas dominantes y el resto del mundo, que se agravará y conllevará el abandono ilusorio de cualquier «solución global». Las noticias que llegan de Afganistán, Líbano, Palestina, Irán, Irak, Pakistán, Sudán, Somalia, Yemen, Colombia, Georgia, Taiwán… confirman que el capitalismo en su fase imperialista opta por la guerra a gran escala.

Señala que los países del Sur deben afirmar sus propias posiciones y tomar distancias en relación a la «globalización». Hay que obligar al imperialismo a hacer concesiones frente a las demandas del Sur. Hoy en su conjunto el Sur es más fuerte y está mejor armado que hace 50 años para imponer transformaciones en un sentido más ventajoso. El dominio del Norte se basa casi exclusivamente en su pretensión de monopolizar las tecnologías, acceso exclusivo a los recursos naturales y dominar el sistema financiero.

El Norte no puede pasar sin el Sur debido a su modo de consumo y de despilfarro. Pero el Sur puede pasar sin el Norte. Posee recursos naturales, tiene los medios para desarrollar la tecnología. El Sur puede sustituir las exportaciones que hoy dirige al Norte por exportaciones dirigidas al mercado interior, hacia intercambios Sur-Sur.

La dirección general de la evolución probable de los países del Sur puede ser calificada de estatismo. El capitalismo de Estado no es el Socialismo pero choca con la dominación imperialista a escala mundial, y de alguna manera favorece la maduración de las conciencias socialistas no sólo en el interior de los países del Sur sino también en la sociedad del Norte. Amín es preciso en calificar experiencias actuales como la venezolana de «estatismo» independientemente de la verborrea oficial, sin desconsiderar en modo alguno su carácter positivo, antimperialista y emancipador.

Los países del Sur deben desconectarse al máximo del ritmo y orientación de su desarrollo de las presiones exteriores, de la lógica de la mundialización imperialista dominante. Deben enfocarse hacia el mercado nacional y los intercambios Sur-Sur y reforzar las capacidades tecnológicas autónomas.

El establishment norteamericano en su conjunto, incluído Obama, ha elegido la opción del control militar del planeta. El imperialismo global es frágil y no puede evitar el control militar directo, sin el cual la «triada»(EEUU, Europa atlantista y Japón) no puede garantizar el acceso exclusivo, para su propio consumo, a las riquezas naturales del Planeta.

El capitalismo tardío de los oligopolios no sólo controla la decisión económica. Manda sobre todos los aspectos de la vida social y política. La conversión de la izquierda al liberalismo, el «consenso» entre derecha e izquierda que anuncian los medios dominantes, dan cuenta de la realidad de esta nueva forma de poder del capital.

Señala que el Grupo de Shanghai (forjado básicamente por Rusia y China) es considerado el más peligroso para el imperialismo por su línea anti-hegemónica y anti intervencionista. El grupo se ha reunido en Ekaterinburgo en julio pasado y ha condenado muy explícitamente las intervenciones militares y políticas de los EEUU y la OTAN en Asia Central y Medio Oriente.

Amín es optimista y entiende que el despertar de los pueblos del Sur vive un segundo momento.

Fuente: civilizacionsocialista.blogspot.com


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