Lo que ocurre estos días con la crisis, que no era crisis, con la recesión que tampoco lo era y con el coste que todo ello tiene para los trabajadores y pobres, me mueve a decir con rotundidad que nuestras ideas comunistas son justas, que Marx y Engels decían verdades como puños y que “El Capital” y el “Manifiesto del Partido Comunista” son vigentes:
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- Hace 160 años se escribió el Manifiesto del Partido Comunista. El MPC resume y proyecta siglos de lucha.
En 1848, la estructura económica, la división social y política (por encima de la ley) conducen al mal social: Explotación, marginación, alienación.
- En 1848, la burguesía no es capaz de dar una vida digna a todas las personas. Ahora tampoco. Una parte es privilegiada, la mayoría va de la necesidad a la pobreza y el resto está en la miseria.
- El MPC analiza y propone una programa político
- ANALIZAR Y TRANSFORMAR. No es suficiente conocer la realidad, si no se actúa con ideas, propuestas y organización para cambiarla.
- VIGENCIA: en el 2008, el capitalismo neoliberal no es capaz de dar una vida digna a todos y preservar el planeta.
- Ofrece mercado y democracia formal, mediatizado por el control férreo de economía, finanzas, comunicación, fuerza militar. No es democracia profunda y completa, ni siquiera mercado para todos/as ya que millones de seres humanos no tienen siquiera acceso a la compra de bienes y servicios.
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- El MPC es vigente como documento político y revolucionario que centra:
- la voluntad de conocimiento
- el análisis de la historia
- la anticipación a los hechos materiales y morales.
- La capacidad, hoy, de analizar fenómenos del siglo XXI sobre la globalización neoliberal como imposición del sistema capitalista en su fase más agudamente antisocial y depredadora.
- Es capaz de situar la dialéctica antagónica capital-trabajo y el papel de la clase trabajadora, de la democracia, del socialismo.
- Marca el límite del mercado y del capital y sitúa los derechos humanos.
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- A partir de ahí alumbra el camino y puede contribuir a:
- Reconstruir el impulso moral del cambio y la voluntad de transformación
- Hilvanar el nuevo programa político revolucionario que se purga de voluntarismos y de pragmatismos. Ni análisis y prácticas de retórica revolucionaria, ni claudicaciones “pragmáticas” para “fortalecer” la vía estratégica de los objetivos finales.
- Dar sentido fraternal, sin el cual no hay lucha de clases.
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- ¿Ha cambiado el sentido revolucionario de los comunistas, su humanismo socialista? ¿Ha cambiado la izquierda en su conjunto? ¿Tenemos objetivos hacia el futuro?
Empezaré señalando los retos inmediatos que tenemos los comunistas y otras gentes que no abdican de cambiar el mundo y construir la justicia e igualdad social y el sentido de colectivo humano de la humanidad.
Se trata de anticipar la actuación en los próximos años para combatir la privatización de todo, la liquidación de derechos sociales y políticos conquistados en la historia y evitar el desarme moral y operativo del ejército social. Los retos son:
- ¿Qué se debe producir, dónde, cómo? No es solo un problema de distribución sino de producción, qué productos y servicios producimos en qué condiciones y dónde. El mundo no puede ser un conjunto de supermercados compitiendo entre sí (países contra países y dentro de cada país) sino un conjunto de países que se coordinan y actúan conjuntamente con un principio de planificación democrática de las necesidades fundamentales de las personas y pueblos y de las posibilidades de satisfacerlas. Hacerlo con justicia en la distribución de derechos y deberes, en el reparto social y con el más radical respeto a la tierra, que es el único lugar conocido en que se produce y reproduce la vida.
Esto que decimos es planificación democrática, democracia a fondo y en todo, también en la economía y las finanzas, y horizonte socialista. No hay alternativa sin socialismo.
- De acuerdo con lo anterior el siguiente reto es qué empleo, en que condiciones con qué derechos. Del siglo XIX al XX y del inicio de éste hasta los ochenta las reivindicaciones y luchas del movimiento obrero y los cambios culturales producto de ellas fueron conformando una realidad en condiciones de trabajo y derechos laborales y sociales aceptable para la mayoría de trabajadores/as de los países más desarrollados. Con las crisis de identidad y de perspectivas de la izquierda, desde la revolución cultural china, pasando por el Mayo francés, la intervención soviética en Checoslovaquia y, finalmente, el derrumbe de la Unión Soviética, se acaba una época: la que nace con la Revolución de Octubre, y se desarrolla con la derrota fascista de la IIª Guerra, con la descolonización y revolución china y cubana, con la derrota del imperialismo norteamericano en Vietnam. Se agota un impulso revolucionario y el capitalismo más descarnado, depredador y egoísta, hasta entonces agazapado, reaparece con más fuerza dispuesto a liquidar las concesiones que tuvo que hacer al movimiento obrero después de la guerra a cambio de que éste no cuestionase el sistema. La globalización neoliberal, o el neoliberalismo, como desarrollo del capitalismo en la etapa más reciente, pretende enterrar del todo el principio del socialismo, la democracia real, el contrato social y los derechos y servicios públicos conquistados. Quiere enterrar al Marx revolucionario, al Keynes reformista y a todas las corrientes comunistas, socialistas, autogestionarias o socialcristianas que tienen, en uno u otro grado, un principio de justicia social y, en consecuencia, de orientación hacia la igualdad o, al menos, hacia la disminución de las diferencias de clase. Han surgido al primer plano los neoliberales duros de la escuela de Chicago (Milton Friedman, Hayeck… y ahora los neo-con de Bush) que han creído llegada su hora. Han avanzado mucho en la desvertebración social y en la liquidación de leyes que consagraban derechos considerados intangibles, pero no han conseguido imponer del todo sus tesis más descarnadas porque las sociedades hubieran estallado. Algunas han empezado a cambiar su signo, hartas ya de tanta privatización, tanto neoliberalismo, tanto golpe militar para imponer por las armas lo que no podían imponer con la política y la eliminación de la conciencia social crítica.
Resumiendo, el cálculo egoísta del capitalismo es plenamente vigente, disfrácese como se disfrace. El poder es hoy más que nunca el consejo de administración. La división de clases, a pesar de la igualdad legal, es brutal, visto desde aquí, desde la Europa-mercado y en el conjunto del mundo.
Hoy aquí, en general, no se trabajan 16 horas, aunque a ello se intenta conducirnos. En el mundo empobrecido sí. Los niños aquí, en general, no trabajan, en el mundo empobrecido, o en desarrollo como se dice eufemísticamente, sí. La explotación de las mujeres es aquí más soportable, en el mundo empobrecido hay esclavismo. Aquí han subido las expectativas de vida, allí no. En el territorio de la antigua URSS han bajado, gracias al sistema de mercado. Aquí se derrocha el agua y se desertizan zonas cada vez más amplias, allí no hay agua potable, ni siquiera donde llueve en abundancia. Aquí hay derechos sociales (en retroceso rápido), allí no. Aquí hay un sistema sanitario público de notable eficiencia hasta ahora, conquista histórica del movimiento obrero y del desarrollo social, que, ahora, reducen y privatizan, allí no. Aquí hay un sistema educativo público universal, también en peligro de reducción y privatización, allí no.
No hablemos de los que comen bien, regular o mal ya que llegaríamos a cifras de escándalo. Hablemos solo de que 400 personas en el mundo tienen más dinero que más de 2000 millones. ¿Está vigente o no el Manifiesto del Partido Comunista cuando esto ocurre y cuando se construyen espacios económicos, financieros y especulativos sin ningún tipo de control democrático y que de vez en cuando, y cada vez de forma más sistemática y estructural, estallan dejando a millones de personas en la miseria? ¿Está vigente o no el MPC cuando la miseria moral sustituye el conocimiento, la crítica, la sensibilidad y la solidaridad? Marx y Engels, redactores del MPC, dentro de su razón básica y argumentos incontestables, no podrían tener hoy una visión tan etnocéntrica. Deberían contemplar los infiernos de África, Asia, América o las periferias de las grandes ciudades del mundo desarrollado, empezando por las de los Estados Unidos de América. Marx y Engels no podrían tener una concepción tan voluntarista de la clase obrera y deberían profundizar más en sus alienaciones, en las viejas y en las nuevas. La fuerza revolucionaria y la acumulación de fuerzas capaces de dirigir un cambio se construye con la conciencia y la acción. Y ello no es posible relativizando, o no teniendo suficientemente en cuenta, la cultura y la educación, sus contenidos y objetivos. Gramsci formuló la teoría de la hegemonía, recogiendo las experiencias, victorias y, sobre todo, fracasos del movimiento obrero. Pensó, justamente, que sin hegemonía cultural no había hegemonía social y cambio político. Marx y Engels tenían urgencias de 700 millones de seres humanos, ahora hay urgencias de 6.500.
Antes, la lucha de clases podía acabar mal, hoy los síntomas nos dicen lo mismo. Hoy, el antagonismo no es solo entre proletarios y burguesía, sino más complejo, como complejas son las sociedades. Se ha diversificado las distintas especies de explotadores y de explotados. ¿Qué son los asalariados que con sus ahorros tienen acciones? Un explotado tiene variantes, ya no es solo el “soldado raso“ del 46.
Dicho esto debo afirmar de inmediato que el mundo del trabajo continúa siendo central en cualquier sociedad. El mundo del trabajo, a pesar de lo que han dicho, y dicen, cuatro cretinos o embusteros, sobre la desaparición de la clase obrera y trabajadora es fundamental para analizar la realidad y proponerse cambiarla. El trabajo marca la vida del que lo tiene bueno, del que lo tiene malo, del que no tiene, del que solo tiene la posibilidad de jugarse la vida para acabar en un metro, en una obra o, si hay mala suerte, en el fondo del mar o en un campo de internamiento, de estos que estamos inventando y creando en la civilizada Europa o, en la no menos civilizada América del Norte.
Frente a la filosofía de la tasa de beneficios, con la especulación-corrupción inherentes al capitalismo en sus diversas variantes, hoy, no solo se trata de controlar el tipo de producción que el mercado genera y distribuir una riqueza social según un modelo basado en el exclusivo beneficio particular, sino de dominar democráticamente el proceso y cambiar la filosofía, el sistema y los hábitos culturales que lo sustentan.
Hoy, el trabajo humano puede ser alienante, no tenerlo es alienante, destructor y embrutecedor. Hoy, la clase está desvertebrada, corporativizada, segmentada y se deben encontrar los precisos valores, principios y formas de unión social y de especie. La lucha social y la lucha por la supervivencia y dignidad de toda la especie en una sociedad libre, justa y segura son inseparables.
Ser comunista hoy es continuar pensando en la gente que sufre y en acabar con el caos, o barbarie capitalista y proponer ideas y alternativas, organizarlas y luchar por ellas. Ser comunista, hoy como ayer, descarta una visión redentorista y se fundamenta en contribuir a que los pueblos en marcha produzcan su propia liberación. No hay duda de que esto no se producirá de forma lineal, sino con contradicciones, avances y retrocesos, conquistas y derrotas, tal como ha quedado constatado en el pasado siglo, sin ir más lejos.
Hace años un conocido escritor liberal decía que el comunismo no es más que el fascismo del pobre. Ese escritor, procedente de un área especialmente castigada por el capitalismo y el imperialismo, cual es la caribeña y latinoamericana, no hablaba de los niños de la calle de Brasil, ni de los niños esbirros de Colombia, ni de los campesinos de Chiapas asesinados, ni de los recolectores de basura de tantos países, ni de los niños y niñas prostituidos. Hablaba de Cuba. Y a Cuba y a su sistema social y político se le pueden hacer todas las críticas, pero no mentir sobre su realidad. Por cierto, Vargas Llosa acaba de decir algo parecido a aquel escritor. Todos ellos, muy sensibles al sufrimiento humano, gastan más tiempo en hablar de los problemas de Cuba, o de la Venezuela actual, o de la Bolivia de Evo Morales, o de Ecuador, que no de los de los países latinoamericanos, a cuyos regímenes democráticos-capitalistas ellos apoyan y que son el ejemplo de lo que hace el capitalismo y el mercado. Nunca tienen la honestidad de decir que las expectativas de vida en Cuba son las más altas de América, que en Estados Unidos hay zonas enteras con expectativas de vida del tercer mundo y que una sociedad puede tener problemas pero si continúa defendiendo la educación y la salud como elementos fundamentales al final triunfará en sus objetivos de emancipación social y humana. A trancas y barrancas y con grandes dificultades y contradicciones así lo están viendo muchas gentes en la América que hasta hace un minuto era el patio trasero de los EUA, el país de las multinacionales más rapaces de mundo, que lo hunden en la miseria, y del sistema político-militar-jurídico impulsor, provocador y ejecutor de golpes de estado, de torturas y de crímenes sin par. Cuando algún día se escriba la verdadera historia de América, los Estados Unidos figurarán, por la práctica de la mayoría de sus gobiernos, en los anales del horror para explicar a los niños qué es lo que no debe hacer un país, por poderoso que sea, algo que ha hecho palidecer y difuminar los avances que en todos los aspectos de la vida científica y artística han realizado los hombres y las mujeres de Norteamérica, esta parte del pueblo dormida o narcotizada que cuando despierta de su letargo es capaz de las causas más solidarias y humanistas, aunque sea difícil entender y explicar como este pueblo de pueblos es capaz de elegir a un personaje corto de luces, integrista, corrupto y peligroso cual es el actual presidente, sin quitar ningún mérito a otros que le han precedido o esté pensando en votar a Caine, más de lo mismo, sin que ello represente apostar ciegamente por un Obama que no se sabe que dará de sí.
Es por mantener la ficción y la mentira que el sistema necesita campañas de vez en cuando para que no decaiga la atención de la gente sobre realidades virtuales, en gran parte creadas artificialmente por los sistemas conspirativos y secretos de los países de la órbita norteamericana. Y cuentan para ello con importantes mercenarios, cual es el caso de Vargas Llosa, o de insignificantes peones como Maite Rico hablando sobe las FARC, esos últimos días. Parece como si “El País” tuviera que pagar muchas deudas en América Latina (o quizás el Grupo Prisa) y para ello lo mejor es congraciarse con tipos como Uribe, prototipo de demócrata latinoamericano vinculado a las sendas ocultas del terrorismo de estado con los paramilitares, los yanquis, el MOSAD israelí y cualquier elemento de la mafia internacional del capital que se preste. El montaje hecho con Ingrid Betancourt es de los que ni las más escabrosas películas de ciencia-ficción-espionaje-crimen pueden superar. Por si faltaba algo, cogen a Karadzic y el gobierno títere de Serbia, palanganero de una Unión Europea cada vez más conservadora, antisocial y proyanki, lo entrega al Tribunal de Holanda, creado expresamente por los mismos que condujeron a Yugoslavia al desastre. A mi me parece bien que se juzguen a los criminales de guerra, encausados por indicios o pruebas sólidas y juzgados y condenados según leyes internacionales justas y de impecable objetividad en su aplicación. No es el caso de lo que está ocurriendo ya que si fuera así alguien debería explicar por qué no se ha juzgado a Bush y Blair por los crímenes de guerra de Iraq, a Aznar y otros por complicidad con estos crímenes o, para ir más lejos, a Javier Solana y a los que le acompañaron en los crímenes de guerra en los Balcanes y no hablo de Vietnam o de Chile porque queda lejos. Si en Srebrenica u otras partes de Bosnia-Herzegovina fueron asesinados miles de personas, y luego en Kósovo pasó lo mismo, los protagonistas fueron diferentes. Y el bombardeo de la TV Serbia o de las caravanas de refugiados, o de los puentes de Belgrado fueron obra de los mismos que ahora juzgan. Algún día, no hay nada eterno, también serán juzgados estos crímenes, espero que no sea demasiado tarde para que los responsables, vivos todavía, puedan pagar. El mundo actual, orientado moral y políticamente por el capitalismo neoliberal es moralmente anémico y políticamente anoréxico. Un mundo falseado, hipócrita y reducido a las cenizas del interés personal frente a la hoguera del bien colectivo. Es difícil entender cómo se mantiene así, visto desde una lógica inteligente, racional y democrática. No lo es si tenemos en cuenta la progresiva eliminación o tergiversación de los valores y principios de raíz humanista y su sustitución por un relajamiento moral y político de las formas de ver la realidad y actuar sobre ella. Y no hablo de concepciones éticas radicales, o marxistas, sino de culturas colectivas que con el avance social y educativo se habían hecho públicas y básicas. Sin pretender una profundización del fenómeno, sus causas y efectos de manera detallada, hay una primera imagen-fuerza: cuanto más liberalismo y más privatización, más liquidación de actitudes solidarias y de principios colectivos, más individualismo. El sentido egoísta del capital, que busca el beneficio sin importar el precio humano o social, se difunde como una niebla que poco a poco difumina todo, seres y cosas, que con su perfil dan sentido de conjunto al paisaje. Recuerdo una imagen de la película “la mirada de Ulises” en la que en Sarajevo, bajo la nieve, el frío, la niebla, hay orquestas que tocan, grupos que pasean, voces que hablan de la vida, acciones criminales de procedencia ignota. No hay sentido colectivo de vida, a pesar de la voluntad de la gente y de su necesidad de salir del infierno. Hoy el infierno está en todas partes. Se hunde una realidad económica y social y no hay recambio. Producen el caos los millonarios y su corte de mercenarios orgánicos y políticos venales y luego recurren al saqueo de la gente para pagar sus desmanes. Se hunde una concepción del mundo, lo cual n o significa que este mundo desaparece de la noche a la mañana. Resistirá a pesar de haberse roto la quimera liberal en que se sustenta el actual capitalismo.
Se rompió la quimera neoliberal:
En poco menos de un año se ha pasado del triunfalismo neoliberal a la depresión postraumática. Es aleccionador e ilustrativo escuchar y leer hoy a los que, hasta hace cuatro días, eran los abanderados y apologetas de la economía de mercado sin trabas ni intervenciones. Políticos, periodistas, economistas, financieros…, cantamañanas, en definitiva, que dicen y escriben, ahora, que “ellos ya lo decían”, que había mucho especulador y mucha ingeniería financiera. Su actitud demuestra hasta que nivel de bastardía moral puede llegar la condición humana ya que cuando parecía que todo era rico y feliz, despreciaban, insultaban, escarnecían, marginaban a los que, como nosotros, decíamos sin levantar la voz pero con claridad, que la economía especulativa iba a explotar. Y lo decíamos para el capitalismo globalizado, cada vez más irracional y antisocial, y también para el capitalismo español basado en la especulación del suelo y de la vivienda por bancos, inmobiliarias y todo tipo de asociaciones para el enriquecimiento fácil y rápido. Sistema aceptado por PP y PSOE y por casi todos los partidos, algunos de ellos con pequeños matices. Era la aceptación del neoliberalismo como única alternativa política y económica.
Ahora se ha producido un colapso financiero global, que no es sólo del sistema financiero sino del conjunto de la economía capitalista, que está en una crisis de imposible vuelta 1a la situación anterior. Ya nada será igual a partir de ahora, se pongan como se pongan, los “amos” y mercenarios orgánicos del sistema.
La crisis actual lo pone todo en cuestión:
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- El mercado libre capitalista
- El tipo de crecimiento, o la concepción del crecimiento
- El PIB como índice para valorar la riqueza creada y que ésta sea útil al conjunto de la sociedad. El PIB actual está falsificado y contradice riqueza nominal y riqueza real. Más aún la riqueza real y la especulación financiera, que son incompatibles.
- El tipo de relaciones políticas, económicas y financieras internacionales y el conjunto de instituciones que las sustentan.
El sistema financiero es un casino: con más o menos profundidad e intensidad se han liquidado en todas partes leyes, normas y procedimientos que el capitalismo puso en marcha después del crack del 29 en las bolsas y en la economía. Se puso en marcha en EEUU con la Administración Roosevelt la New Deal (nuevo convenio), el Acta Glass-Steagall de 19331 y todo un entramado para la intervención del Estado y así evitar la corrupción, manipulación financiera y tráfico de influencias que, entre otras causas, condujo al crack de 1929.
Los responsables no son, pues, unos pocos que cobran unos sueldos y primas multimillonarios, que también lo son porque elaboran y ejecutan la política, sino el conjunto del sistema. En cualquier sociedad compleja, si saltan por los aires los mecanismos de control político y jurídico, llega el caos, tarde o temprano, al convertir la economía en un casino para ganar mucho dinero y muy rápido en poco tiempo.
Cuando la economía deja de intentar ser la “recta” administración de los bienes a partir de la producción, distribución y consumo de la riqueza creada, administrada con equilibrio social, se convierte en un instrumento para el enriquecimiento personal.
Nosotros no somos los defensores del sistema capitalista pero, atendiendo a la realidad y reconociendo su hegemonía actual, razonamos que cuando el capitalismo elimina progresivamente sus propias leyes de racionalidad económica y financiera y convierte la economía en un instrumento exclusivo para la competitividad y el beneficio, aunque sea a costa de acrecentar la miseria social y la destrucción ecológica, el resultado sólo puede ser el de 1929 o 2008, sin contar todos los desastres que se han producido en medio de este espacio de tiempo, que han mantenido a millones de seres humanos en la miseria y han producido nuevos millones de desheredados.
Los bancos, que inicialmente eran depósitos, prestamistas e impulsores de la economía, siempre según las leyes del sistema, no hablamos de socialismo, se han convertido, todos pero especialmente los de EEUU, en bancos de inversión y especulación que utilizan, junto a las financieras, la venta piramidal, que hace que algo cuyo valor real es 1 se convierte en su rodaje en 10, 20 ó 30, sin crear ninguna riqueza real de uso social. Ello incita a comprar y si no hay suficiente dinero se pide (apalancamiento) llegando a tener en el mercado valores nominales 30 veces superiores a la capitalización propia. Cuando se deshincha la burbuja financiera quiebra el sistema.
De la misma manera que cuando se deshincha la burbuja inmobiliaria quiebra el sector de la construcción (empresas constructoras, inmobiliarias, financieras…) produciendo paro y pobreza para muchas personas.
Esta es la realidad sangrante del capitalismo en su fase neoliberal, fundamentado en la última etapa en mercados financieros en competencia a muerte entre sí y en el desarrollo espectacular de una vieja tesis, la de que la guerra es buena para los negocios y, consecuentemente, impulsan la guerra preventiva, que hace que los EEUU dediquen más de medio billón de dólares al presupuesto militar, además de los centenares de miles de millones enterrados en las guerras de Iraq y Afganistán. Después de la caída de la URSS que, decían, produciría una reducción de los gastos militares, éstos no solo no se reducen sino que aumentan constantemente, alimentando la maquinaria bélica y los beneficios de las empresas de armamento en todas partes.
En EEUU, mientras el sector de producción bélica, relacionado directamente con la Administración Bush, se enriquece y prosperan negocios en Iraq y otras partes, relacionados con la guerra, se empobrece la vida de los propios norteamericanos y de todo el mundo, además de haber matado, destruido y haber creado un odio imparable en Iraq.
Se trata, en consecuencia, de desenmascarar los contenidos de la crisis, su esencia profunda. No es solo el hundimiento de las hipotecarias más grandes de EEUU y Europa, Freddie Mac y Fanni Mae, del banco de inversión Lehman Brothers, de Merril Lynch, Dexia, Fortis, la aseguradora AIG…, no es solo la crisis energética y ecológica sino el hundimiento de toda la concepción neoliberal que ha pretendido que todo funcionase por el mercado, un mercado por otro lado cautivo de los grandes grupos, reduciendo el papel del estado a simple pagador de unos cuantos servicios cada vez más privatizados, a la defensa, al control policial y a salvador, con el dinero público, de la situación cuando ésta llega a la quiebra. De nuevo, como siempre, privatizar el beneficio, socializar las pérdidas. Lo que pedía Gerardo Díaz Ferrán: suspender el mercado. O lo que hace Bush, después del crack, con un plan de rescate del sistema financiero que pagará el contribuyente y ante el cual se han posicionado en contra los sectores más ultraliberales por un lado, (quieren más madera neoliberal) y un amplio sector de la ciudadanía, por el otro polo, que ve como a su costa se salva el sistema financiero y a Wall Street, y a los banqueros, ejecutivos y especuladores, todos ellos con sueldos multimillonarios y primas que son un escarnio para la sociedad. Gentes, todas ellas, que deberían estar en la cárcel.
¿Qué hacer?
En primer lugar tener constancia de que el capitalismo es el problema y que ninguna solución perdurable puede venir de él. Esto exige trabajar por una alternativa para que todo cambie.
Y no valen los nervios, ni las prisas.
Es la hora de recuperar, en principio y como prioridad una serie de objetivos para ahora y a medio y largo plazo:
- Impulso desde el Estado de la creación de empleo estable.
- Defensa de los derechos históricos conquistados: Seguro desempleo, pensiones, salarios.. asistencia sanitaria pública, educación pública, gratuita y laica, vivienda digna y asequible.
- La lucha por la nacionalización de sectores prioritarios y básicos para el funcionamiento de la sociedad: energéticos, del agua…
- Nacionalización de la banca, inicialmente de las empresas en las que el estado intervenga con el dinero de todos y, a medio plazo, en el conjunto con base en Caja de Ahorros.
- Desarrollo, en la línea anterior, de un sector empresarial publico. En ambos casos a nivel español y europeo.
- Reforzamiento de los servicios públicos universales, combatiendo la privatización de los mismos.
- En resumen, un programa político para convertir la economía en “la recta administración de los bienes”como debe ser su función y sacarla de la cueva de Ali Baba en que la han metido. Lo que planteamos va en sentido contrario a los Presupuestos Generales del Estado y al tipo de salvación neoliberal que preconiza el gobierno. Ni que hablar de lo que dice el PP rebajando impuestos, flexibilizando el empleo un poco más y privatizando hasta el aire.
- Todo ello debe ir acompañado del impulso de un movimiento ciudadano de izquierdas que exija en España la conclusión del Estado de las autonomías en un Estado federal solidario y republicano, que luche por una Europa de los pueblos con independencia política y con parlamento efectivo. Finalmente, la defensa de la paz y del internacionalismo complementario y solidario para abrir otra perspectiva a la humanidad, diferente a la miserable y mezquina realidad que ofrece el capitalismo. Hoy es el momento. Los que han generado la crisis están perplejos, les falla el tinglado y tienen miedo. No son omnipotentes y sabios como vendieron cuando se hundió la URSS, son, simplemente, los defensores de un sistema caduco. Y sacan, de nuevo y como siempre, el fantasma del comunismo porque saben que, a pesar de los fracasos habidos en su nombre, sus ideas de igualdad, justicia social, solidaridad internacionalista y paz, son plenamente vigentes.
Estamos en un momento en que no basta la emoción humana y política, siempre imprescindible. Es el momento de la reflexión, de la comprensión y de la acción. Comprender qué ocurre y por qué y actuar en consecuencia organizando la resistencia y desarrollando el programa político de cambio. Es el momento álgido para relanzar y reforzar el movimiento “por otro mundo posible”, hoy estancado cuando es más necesario que nunca.
Nuestro análisis viene de lejos, lo hemos hecho desde hace años, en los tiempos espléndidos en que decir sólo lo que dicen ahora los embusteros que antes aplaudían el sistema tal cual era y ahora braman ante el desastre, no sólo era políticamente incorrecto, sino que te reducía al ostracismo político, por viejo, caduco y cutre.
La reflexión y la comprensión sin acción, son un juego floral. Es más, no se trata de dirigir un mensaje dulce y comprensivo a la gente, entendiendo las debilidades y el alienamiento colectivo, sino de incomodar para que se sientan responsables de lo que ocurre. A Bush le votan millones de trabajadores, al PP también, al PSOE, cuya dirección y gobierno ha mantenido la burbuja inmobiliaria y especulativa y ha escondido la realidad, también. No podemos dejar resquicio a la comodidad. Que cada cual asuma su responsabilidad y compromiso. Es el momento de combatir claramente y sin complejos las políticas neoliberales que unos y otros defienden en diversos grados. Es el momento de situar de nuevo el horizonte socialista como objetivo. Si los males son colectivos las soluciones deben serlo también y eso se llama democracia real y socialismo, lo cual no quita sino exige la lucha por la mejora de la vida de la gente, por las reformas fuertes necesarias aquí y ahora. La contradicción capital-trabajo está hoy más vigente que nunca y solo desaparecerá cuando el código democrático de una sociedad del trabajo imponga sus normas y leyes.
En la línea que el Manifiesto del Partido Comunista debemos trabajar en equipos para el análisis y la elaboración de propuestas y alternativas, basadas en un conocimiento riguroso de la realidad económica y científica y traducir el conocimiento en acción política, social y cultural. Organizar la resistencia y las propuestas alternativas a lo actual, no arrugarse ante la dificultad ni acelerar con voluntarismo el ritmo de la retórica.
1 Reguló el funcionamiento de la banca, separando la comercial de la de inversión. Fue abolida en 1999 por la Administración Clinton.
Paco Frutos
Rebelión