Uno de los acontecimientos más negativos a nivel mundial al iniciarse 2011 lo constituye la escalada alcista en la cotización de los alimentos, que ha llevado a recordar el fenómeno del mismo tipo producido en el año 2008, cuando lo economía mundial vivía un duro momento de estancamiento. En enero, el índice de alimentos de la FAO experimentó un récord en las dos décadas de existencia de la serie. En una economía mundial que se mueve en velocidades diferentes las tendencias inflacionistas se expresan básicamente en economías emergentes, mientras las industrializadas (EE.UU., eurozona y Japón) sus precios han experimentado crecimientos muy reducidos y en el caso de la economía asiática incluso vivió un largo período de deflación. Chile no ha permanecido al margen de esta tendencia, aminorada eso sí por la revaluación experimentada en la moneda nacional. Su impacto negativo se expresa ante todo en los sectores de la población de menores ingresos que destinan un porcentaje elevado de ellos a consumo. En 2010, el IPC de alimentos del país aumentó casi el doble en puntos porcentuales que el indicador general, reduciendo el poder adquisitivo de un porcentaje significativo de la población.
Los índices de precios de los alimentos a nivel global alcanzaron al iniciarse el año 2011 un nivel récord. El indicador de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) llegó en enero a los 230,7 puntos, su mayor cifra en dos décadas, cuando comenzó a elaborarse en 1990, y su séptima alza consecutiva desde julio de 2009 cuando inició su escalada. En 2010, el incremento fue de 30%. “Las cotizaciones de todos los grupos de productos básicos controlados –señaló el comunicado– registraron fuertes subidas en enero, excepto para las carnes que permanecieron invariables”. En junio de 2008, el índice de la FAO alcanzó a 224,1 puntos. “Las nuevas cifras muestran claramente –destacó el economista del organismo internacional Abdolreza Abbasian– que la presión al alza sobre los precios mundiales de los alimentos no cede” (04/02/11).
El anterior récord se había producido a mediados de 2008 cuando el mundo vivía fenómenos de estanflación desatando violentas acciones de protesta en varios países, entre ellos Egipto, Haití y Camerún. La Gran Recesión, al disminuir la demanda, detuvo este curso alcista. Al iniciarse 2011 hay otra situación; vuelve a aumentar la demanda global, especialmente por el crecimiento económico en países de gran número de habitantes, a lo cual se suma los incrementos constantes de la población mundial y una productividad agrícola que se expande muy limitadamente. Además se produjeron decisiones políticas que empujaron más al alza las cotizaciones. Rusia y Ucrania, debido a sus malas cosechas, restringieron sus colocaciones en el mercado externo, siendo tradicionalmente importantes exportadores, mientras otras naciones importadoras las incrementan adelantándose a mayores alzas de los precios. Visto en un contexto más general, el aumento de precios agrícolas forma parte de un proceso general en un amplio espectro de materias primas.
El alza impacta más fuertemente en países emergentes y en los sectores de la población de menores ingresos. En los países más afectados, advirtió el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, “son una amenaza para el crecimiento y la estabilidad social”. Hay casi mil millones de personas que sobreviven en el mundo con hambre. El FMI y el BM advirtieron a regiones de estas características no golpeados aún por la escalada en los precios, como África subsahariana y el Caribe, que se preparen para enfrentarla.
Ello ya ha producido nuevamente impactos sociales y políticos. Fue uno de los factores que desataron las protestas que condujeron rápidamente al derrocamiento del presidente tunecino y a la ola de movilizaciones que se extendieron en otros países de la región, particularmente en Egipto, obligando a la renuncia de Hosni Mubarak. En Egipto, casi la mitad del ingreso de las personas se destina a adquirir alimentos. “(…) la gran pregunta acerca de los levantamientos contra los regímenes corruptos y opresivos en Oriente Próximo –escribió Paul Krugman– no es tanto por qué se están produciendo como por qué se están produciendo ahora. Y hay pocas dudas de que el hecho de que el precio de la comida esté por las nubes ha sido un desencadenante importante de la cólera popular” (13/02/11). Ello contribuyó a levantamientos que tienen, fundamentalmente, una raíz política. El convulsionado país es uno de los mayores adquirentes mundiales de trigo y además un gran exportador de algodón, cuya cotización a nivel mundial “ya se ubica -destacó The Wall Street Journal– en sus mayores niveles de los últimos 150 años” (31/01/11). Desde luego, la compleja situación de Egipto se transforma en otro factor impulsor de su alza.
“La presión es más clara –comentó al comenzar febrero The Economist– en los mercados emergentes de más rápido crecimiento, donde las personas destinan gran parte de sus ingresos a alimentos. La tasa de inflación en China está situada en torno al 5%, Brasil se acerca a 6% y en India permanece cerca del 10%” (04/02/11). En cambio, “en ninguna gran economía (…) está en el peak alcanzado en 2008, en Estados Unidos no supera el 1,5%”. Ello se debe al débil crecimiento de la mayoría de las principales economías industrializadas.
En Brasil, en enero el IPC en doce meses aumentó a 5,99%, su mayor nivel desde abril de 2005. El ministro de Hacienda, Guido Mantega, explicó el incremento, además de las inundaciones que afectaron miles de hectáreas de cultivos, por el alza global de los commodities, particularmente de los alimentos. La meta de inflación de su banco central es de 4,5%. Buscando frenar las presiones inflacionarias, el gobierno de Dilma Rousseff anunció un recorte en el presupuesto de 2011. Paralelamente, el Banco Popular de China aumentó en febrero por tercera vez en cuatro meses su tasa de interés, dentro de sus medidas para frenar las presiones inflacionarias, llevándola a 6,06%.
La economía mundial se mueve en forma asimétrica, en diferentes velocidades. Con la inflación tampoco se da un fenómeno único. El alza se produce prioritariamente en los alimentos y en los productos básicos en general. En 2010, la cotización del maíz y el trigo creció en cerca de un 50%. El algodón, caucho y cobre, entre otros recursos primarios, batieron récords. El petróleo retomó un curso ascendente. Una razón de ello reside, anota Paul Krugman, “en el crecimiento de los mercados emergentes. Este ha generado –agregó– presiones inflacionistas dentro de muchos de estos países; también ha provocado un tremendo aumento de la demanda mundial de materias primas” (06/02/11). Ello no se refleja, hasta ahora, en los países industrializados, afectados por un lento crecimiento y que disponen de abundantes factores productivos no utilizados. Por ello, sus indicadores de inflación subyacente son bajos. En 2010, este IPC en EE.UU., que no considera las variaciones en las cotizaciones de los alimentos y la energía, aumentó únicamente en 0,8%. En la eurozona fue de 1,1%,
Mirado desde otra perspectiva, en el aumento de precios se expresan razones muy variadas desde factores transitorios como las débiles cosechas en Rusia, los problemas climáticos en Australia o el aumento del IVA en Inglaterra, hasta factores estructurales, como la mayor demanda por alimentos de economías emergentes en rápido crecimiento o que varios commodities agrícolas han pasado a ser una alternativa de inversionistas que buscan rentabilidades favorables o colocarse en activos que consideran más seguros, influyendo en el aumento de sus precios. Durante el año, hasta el 7 de febrero, los commodities agrícolas aumentaron un 7,6% en circunstancias que las materias primas en general lo hicieron en 3,5%.
En América Latina el alza mundial, “está impulsando la inflación –comentó Economist Intelligence Unit– , sobre todo teniendo en cuenta que los productos alimenticios constituyen un gran componente de las canastas básicas de consumo en la región. Esto –añadió– golpeará a un entorno de crecimiento más lento, donde el efecto se siente más en los sectores más pobres de la sociedad” (04/02/11).
En Chile, el proceso de incremento se expresa con menor fuerza debido a la revaluación del peso. Con todo, de acuerdo a las estadísticas del INE el precio de los alimentos y bebidas no alcohólicas a diciembre de 2010 subió 5,6% en doce meses muy por encima del IPC general que lo hizo un 3%, mientras que el índice de la FAO en el año aumentó 25%. El INE subdivide su canasta de bienes y servicios de consumo en doce grupos, uno de los cuales es precisamente alimentos y bebidas no alcohólicas, que constituye un 18,3% del total. Este indicador comenzó a aumentar sostenidamente en el segundo semestre, alcanzando su punto más alto en diciembre. En los precios de los alimentos influye un factor de temporada, descendiendo en el verano por la disminución que se produce en los productos de estación.
IPC de alimentos y bebidas no alcohólicas 2010
(Fuente: INE. Promedio 2009-2010.)
Mes Índice Mes Índice Mes Índice
Enero 99,40 Mayo 100,53 Septiembre 104,56
Febrero 99,23 Junio 100,94 Octubre 105,36
Marzo 100,16 Julio 101,92 Noviembre 105,50
Abril 99,98 Agosto 103,16 Diciembre 105,62
Ello condujo a que la capacidad adquisitiva real de los sectores de la población de menores ingresos se redujo. El “IPC de los pobres”, elaborado por Estrategia, indicando la variación de la canasta mínima de alimentos por calorías definida por Cepal, aumentó en 2010 un 6,3%. Su incremento fue muy superior al reajuste en el salario mínimo y del sector público.
¿Puede llegar a darse una situación similar a la vivida hace tres años? En 2008, el IPC del país se disparó influido poderosamente por su alza mundial llegando en octubre a 9,9%. El incremento en el precio de los alimentos a nivel global es ahora mayor que en aquel entonces. En 2010, el indicador Commodities Research Bureau de Alimentos se incrementó en un 22%, superior al 18% de 2007 cuando desde junio de ese año el IPC chileno se empezó a colocar por encima del rango meta del Banco Central, fijado en 3%, subiendo durante 16 meses consecutivos. Pero, el otro elemento inflacionario global de tres años atrás fue el incremento en la cotización del petróleo, que llegó en julio de 2008 a US$133 el barril. En los últimos meses su precio aumentó pero a un ritmo mucho menor. En el segundo semestre de 2010 creció en un 15%. Estudios del banco estadounidense JPMorgan concluyen en que cada 10% de aumento sostenido en el precio del oro negro, además de impactar en la inflación, reduce en un 0,25% el incremento del PIB mundial.
En Chile, sobre los precios de los alimentos empezó en el año a influir negativamente la sequía existente desde la IV hasta la VII Región como consecuencia del fenómeno de La Niña, el más intenso desde 1975, y que según la Dirección Meteorológica amenaza prolongarse hasta otoño. La primera zona en ser declarada en emergencia agrícola fue Coquimbo. Luego varias comunas de la Región de Valparaíso. Los efectos en la agricultura es la reducción de producciones y alza de precios, especialmente en algunas frutas y verduras, especialmente la uva de mesa y los cítricos. Los más afectados son pequeños agricultores. El problema se agrava por las insuficientes inversiones en la construcción de embalses y repercute además negativamente en la generación de energía hidráulica.
Internamente el factor que actúa frenando la repercusión de los incrementos en precios externos es el tipo de cambio, que abarata en moneda nacional los bienes importados. Con todo, crece la presunción que el IPC hacia fines de año se colocaría por encima de las estimaciones del Banco Central. Ricardo Matte, jefe del programa económico del Instituto Libertad y Desarrollo, considera que “la tasa de inflación se mantendría por encima del rango meta del Banco Central hasta 2012” (06/02/11). En su enfoque está presente el incremento producido en la demanda interna y el crecimiento de la masa salarial, particularmente por el crecimiento del empleo, proponiendo de que se adopten políticas para actuar con fuerza y a tiempo para frenar sus repuntes, lo cual repercutiría negativamente en materia de crecimiento económico y tendería a hacer más débil los mejoramientos remuneracionales.
IPC 2000 – 2010 a diciembre de cada año
(Fuente: Banco Central. En porcentajes de variación.)
Año % Año % Año %
2000 4,5 2004 2,4 2008 7,1
2001 7,6 2005 3,7 2009 -1,4
2002 2,8 2006 2,6 2010 3,0
2003 1,1 2007 7,8 2011 (enero) 2,7
En enero, el IPC mensual aumentó un 0,3% y 2,7% en doce meses, manteniéndose por debajo del centro en el rango de inflación del Banco Central, en un período tradicionalmente favorable por factores estacionales. Un 45,9% del total de los bienes y servicios utilizados en su determinación subieron, situación que no se daba desde agosto. Con relación a diciembre los alimentos y bebidas no alcohólicas disminuyeron en 0,8%. La mayor reducción (-3,5%) se produjo en prendas de vestir y calzado, debido a importaciones muy favorecidas por la revaluación del peso.
En cambio, el índice de costos del transporte aumentó en 3,7% y en doce meses 8%, debido al incremento en el precio de los combustibles, que subieron 6,3% en enero, variación mayor a todas las producidas en 2010. Los precios de la energía igualmente están aumentando. Entre octubre y diciembre, su costo marginal promedio, por cada MWH, aumentó a US$141, en enero subió a US$156 para superar los US$200 en febrero. Por su parte, el Índice de Precios al Productor (IPP), en comparación con el mismo mes de 2010, tuvo un alza de 13,2%, aumentos que en definitiva deben trasladarse a los consumidores. Los hechos llevan a la conclusión que las presiones inflacionarias se van generalizando.
Ante un alza de precios, las políticas económicas ortodoxas insisten en que el Banco Central proceda a subir las tasas de interés. Si la inflación es importada no se resuelve por esta vía, con el agravante que puede actuar en contra de las medidas cambiarias adoptadas para intentar detener la apreciación del peso. “La llamamos inflación –señala Guillermo Calvo, profesor de la Universidad de Columbia-, pero en realidad se trata de un cambio de precios relativos. Si se sube la tasa de interés –opina frente a una posible alza por el Banco Central chileno-, se estará haciendo un haraquiri por cuanto el mercado se inundaría de dólares, volvería a apreciarse el peso, el BC sufriría sustanciales pérdidas y la economía saldría dañada”.
Por Hugo Fazio
El Ciudadano