Venezuela: La red de alimentos a precio justo

Para demostrar que la gestión de los alimentos y otros enseres es más barata  cuando en el precio que paga el consumidor no hay lucro, en Venezuela opera la Red de Mercados Socialistas

Venezuela: La red de alimentos a precio justo

Autor: Mauricio Becerra


Para demostrar que la gestión de los alimentos y otros enseres es más barata  cuando en el precio que paga el consumidor no hay lucro, en Venezuela opera la Red de Mercados Socialistas. Supermercados, operativos semanales en los barrios y miles de almacenes desperdigados por el país integran una red que ya va para los  20 mil puntos de venta y que abastece al 30% de la población.

Un rumor corre por los pasillos del centro comercial El Valle, ubicado al este de Caracas. Mientras una señora saca las cuentas de lo que lleva en el carro del supermercado y un joven calcula si le alcanza incluir una presa de pollo en su almuerzo, un operativo Mercal se ha instalado en la plaza contigua al centro comercial. Señora, joven y muchos otros clientes abandonan sus carros de mercadería y parten hacia donde una camioneta empieza a descargar leche, harina de maíz, pollos, carne congelada y un sinfín de productos alimenticios que pueden llegar a costar hasta un 40% más barato.

A medida que se vacía el supermercado se arma una cola frente al camión de Mercal. Un litro de aceite a 4 bolívares (Bs) ($500 chilenos); el kilo de pollo a 5 Bs. ($625) o la carne a 11 Bs. ($1.375) son los precios ofrecidos bajo la política de precios justos. Una de las compradoras, Elida Betancourt, cuenta que “aprovecho de comprar cosas acá para la semana, ya que es mucho más barato que los supermercados y tienen productos de calidad”. Ana María Guacare añade que “es un 40% más económico. Antes sólo podíamos comprar en el supermercado”.

Creada en abril del 2003 por el presidente Hugo Chávez, la Misión Mercado de Alimentos (Mercal) es una red de almacenes y supermercados que venden alimentos y productos de primera necesidad a los sectores más pobres de Venezuela. Los precios son más baratos ya que no incluyen impuestos y se han minimizado los intermediarios en la cadena productiva. Pero lo principal es venderlos sin plusvalía. Así, llegan a costar  entre un 30 y 45% más barato que en tiendas convencionales.

Mercal es una más de las patas del Sistema Socialista de Distribución y Producción de Alimentos de Venezuela. También está el supermercado Bicentenario y PDVAL. En total suman 19.165 puntos de ventas, 155 centros de acopio, una capacidad de almacenamiento que supera las 620 toneladas, casi 4 mil camiones para el transporte y da empleo a 31 mil 210 trabajadores. Se calcula que distribuyen el 30% de los alimentos que se consumen en todo el país.

RESPUESTA AL GOLPE

Esta cadena de alimentos gestionada por el Estado y con participación de los trabajadores y los consejos comunales, se originó en el paro del 2003, cuando el gobierno bolivariano debió hacer frente a la presión de las confederaciones empresariales que presionaban a sus asociados a mantener cerrados sus negocios, especulaban con la mercadería, acaparaban los productos o alzaban los precios para desestabilizar al Gobierno.

Para enfrentar la escasez, Chávez debió recurrir a la Corporación Casa y al Ejército para abastecer con alimentos a todo el país. Ronald Rivas, vicepresidente de gestión institucional de Mercal, recuerda que “junto al trabajo de las fuerzas armadas, las que hicieron operativos que llevaron alimentos a los más vulnerables, logramos llegar con la canasta básica a una gran parte de la población”.

El gallito con la patronal fortaleció el proceso revolucionario en Venezuela. A medida que decaía el paro patronal se fue consolidando esta red de distribución y la conciencia de la soberanía alimentaria. Así nace Mercal con 6 puntos de venta el 2003 y un año después se subsidia a los alimentos vendidos por la cadena.

La política de ampliar los espacios sociales de distribución se vincula a su vez al proceso de diversificación de la economía venezolana. El énfasis de hoy es la producción de alimentos para el consumo interno, ya que la economía basada en la explotación de crudo generó una fuerte dependencia alimenticia de otros países. Chávez ha puesto al sector agrícola como “uno de los desafíos para salir del modelo rentístico petrolero”.

La política de economía social además incentiva a los pequeños productores y ofrece las góndolas de Mercal y de los supermercados PDVAL y Bicentenario para que vendan sus productos. También permiten sacar productos de las empresas que han sido nacionalizadas, como industrias Diana y Café Fama, bajo cogestión entre sus trabajadores y el Gobierno.

LA CADENA PRODUCTIVA

Eduardo Samán, ministro de Comercio de Venezuela entre el 2009 y enero de 2010 fue uno de los impulsores de esta red. “Nuestra tarea fue encadenar modelos de producción bajo el modelo socialista –cuenta-. Se trató de montar la cadena: había producción de maíz, plantas de harina de maíz, de lácteos, quesos y ganadería. Sólo faltaba que llegase a los consumidores y lo que hicimos fue ofrecer puntos de venta”.

Hoy la Corporación Venezolana de Alimentos, instancia a cargo de la fase productiva,  tiene 108 plantas agropecuarias e industriales. Estas crean una variedad de 50 productos como porotos, aceite, atún, salsa de tomates o harina de maíz y dan trabajo a 24 mil empleados.

Así mismo, se cuenta con 34 empaquetadoras; 90 plantas procesadoras operativas; 117 unidades de producción primaria y 32 silos operativos con una capacidad de almacenamiento de 1 millón 302 mil toneladas.

Rivas señala que “el Estado ha incrementado la capacidad de almacenamiento a través de controlar silos y bodegas. También hemos optimizado las redes de distribución como los mercaditos populares o Biceabastos. Y hemos logrado incrementar los niveles de producción alimentaria a través del apoyo a los pequeños y mediano productores”.

Se calcula que esta cadena productiva mueve un promedio diario de 8 mil toneladas de alimentos a nivel nacional. Samán sostiene que «el objetivo es tener el control social de los medios de distribución”.

NUEVOS MODELOS DE GESTIÓN

La Ley de Soberanía Alimentaria, aprobada recientemente, exige al Estado reservas alimenticias para 3 meses en diversos productos. Esto ha obligado a las empresas socialistas a innovar en sus modelos de gestión. Uno de las medidas ha sido incorporar a los obreros en la toma de decisiones, lo que se hace a través de los Consejos de Trabajadores.

Fidel Orpeza, del Consejo de Trabajadores Mercal, cuenta que estos consejos no reemplazan al sindicato, sino que “más bien persiguen la participación de los trabajadores en la dirección de la empresa, lo que la hace más operativa y compromete de manera real al trabajador con su trabajo”.

En Mercal estos consejos existen hace dos años y hay en 248 locales funcionando. Hoy ya se siente una novedosa relación entre el trabajador y su empleo al vincularlo en la toma de decisiones y hacerlo responsable del bienestar de la empresa.

Orpeza destaca este “modelo de gestión más participativa a través de los consejos de trabajadores. Es una asamblea revolucionaria permanente donde los trabajadores discuten los problemas de gestión de la empresa, la seguridad e higiene laboral, la productividad, la recreación y la cultura”.

OTRA RELACIÓN CON LOS PRODUCTORES

Si bien, la red Mercal por si sola garantiza la venta, por los precios y la cantidad de locales, se apuesta por un cambio en las relaciones con los productores. Rivas destaca que “estamos apoyando a los productores para que eleven sus niveles de productividad y también para que cambien las relaciones de propiedad. Esto lo hacemos incorporando a las familias en la producción alimentaria y generando transformaciones en la estructura de la propiedad de la tierra para que sea social”.

También este modelo de gestión plantea nuevas conceptualizaciones respecto de los consumidores. Rivas dice que “no apostamos a llenar el estómago de las personas, sino que mejorar su calidad nutricional. De hecho estamos poniendo en nuestros anaqueles productos naturales y nutritivos, como la recuperación de la harina de maíz, que se estaba perdiendo su uso por el consumo de trigo. O también estimular el consumo de  pescado para bajar la dependencia de la carne”.

UN SUPERMERCADO ROJO

En enero de este año y luego de ser multados durante meses por alza indebida en los precios, acaparamiento y  boicot, por parte de la oficina de Inspección y Fiscalización del Instituto para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios (Indepabis), la cadena de 6 supermercados Éxito fue expropiada.

La empresa en manos de capitales franco-colombianos fue avaluada, se le descontaron los pasivos, se les canceló el sueldo a los trabajadores y finalmente una negociación amistosa entre el Consorcio francés Groupe Casino, dueño de la firma, y el gobierno bolivariano concluyó con la venta del 80% accionario al Estado venezolano.

Los trabajadores mantuvieron sus puestos de trabajo, e incluso fueron reintegrados algunos que habían sido despedidos por la administración anterior. Jorge Graterol, uno de los trabajadores que llevaba 9 años en Éxito, comentó que “todos hemos celebrado esta decisión y vamos a echar para adelante esta empresa socialista”.

Nació así una empresa socialista de supermercados: Abastos Bicentenario, inaugurado por el Presidente en junio de este año bajo el eslogan ‘Tu precio justo’. Con Bicentenario el Ejecutivo suma a su red de distribución de alimentos 35 supermercados a lo largo del país, 8 almacenadoras y una flota de transporte.

El anuncio provocó que los locales del supermercado se llenaran. En su primer mes la empresa triplicó las ventas y el promedio semanal de usuarios pasó de 100 mil a 160 mil. La estrategia comercial es evidente: precios hasta un 50% más bajo que los otros supermercados.

Hoy en los pasillos de Bicentenario se hallan productos de empresas nacionalizadas como lácteos Los Andes, harina de maíz Venezuela Socialista o Café Madrid. También se hallan cafeteras, DVD, microondas, planchas y televisores en los locales más grandes  con descuentos que oscilan entre 8% y 55%.

Esta empresa se une a la ya existente PDVAL (Productora y Distribuidora Venezolana de Alimentos), la que depende directamente de Petróleos de Venezuela (PDVSA), y que es una cadena de supermercados que distribuye productos de primera necesidad como pollo, carne, leche, huevos, entre otros, con precios regulados.

LA RED MERCAL

Al igual que el operativo en El Valle, también se hacen otros 500 cada sábado en todo el país, distribuyéndose entre 6 mil y 7 mil toneladas de alimentos en un solo día. Los cálculos indican que Mercal satisface con alimentos al 20% de la población, beneficiando entre 7 y 10 millones de venezolanos.

Rivas nos cuenta que hay 1.676 locales de Mercal en todo el país y la idea es incrementarlos a 2.180.

Mercal ofrece sus productos a través de sus locales, los Mercalitos (establecimientos de menor tamaño) ubicados en sectores alejados de los centros urbanos. También se monta el Megamercal, un mercado improvisado en la vía pública de enormes dimensiones y que incluye incluso servicios como odontología y oftalmología.

Según estadísticas del Ministerio del Poder Popular para la Alimentación durante 2008, 13.198.470 venezolanos se vieron beneficiados en promedio al mes por Mercal,  vendiéndose un total de 1.492.263 toneladas de alimentos.

Hoy Mercal ofrece productos frescos, como víveres, frutas, aceites vegetales, cereales, granos, además de productos empacados, como de aseo personal, enlatados; también carnes y lácteos. Por si sola da empleo a 7.376 personas de forma directa y 44.941  de forma indirecta.

Mercal desde el 2009 amplió su gama de productos a la línea blanca con lavadoras, refrigeradores, cocinas y jugueras. Si una cocina cuesta 1.800 Bs. ($230.000) en el comercio tradicional, acá está a 1.200 Bs. ($150.000).

Hoy se reconoce que si bien el objetivo inicial de esta red de distribución de alimentos fue gatillada por el paro convocado por la patronal el 2003, se consideran que los avances han sido exitosos. “Apostamos al control social de los medios de distribución a través de una corporación estatal de comercio y la promoción del intercambio y la propiedad social” -comenta Samán.

Es el caso de los Mercalitos, cuyo funcionamiento depende en gran medida de los consejos comunales. “Se apuesta por la propiedad social directa -agrega Samán– porque hoy aún estamos en un capitalismo de Estado, ya que éste sigue siendo el dueño. Se apunta a que la sociedad sea el dueño”.

A la experiencia no le han faltado tornillos por ajustar. Así ocurrió luego del hallazgo de unas 130 mil toneladas de alimentos descompuestos en diferentes bodegas de PDVAL en el primer semestre de este año. Problemas de gestión y contabilidad provocaron esta pérdida y la renuncia de los directivos de la empresa, la que desde junio pasó a depender de la Vicepresidencia de Venezuela.

Pese a estos inconvenientes, la evaluación es positiva. Para Rivas “se ha allanado el camino para la incorporación de los pequeños y mediano productores y que la gente organizada distribuya sus propios alimentos. Nuestro rol ahora es abrir ese cauce y generar la infraestructura”.

Hoy la red de PDVAL, Mercal y Bicentenario cubren un 40% del mercado y tienden a crecer. Rivas añade que “nuestro fin es que la gente empiece a asumir la responsabilidad frente a sus alimentos a través del control de los medios de producción y distribución. Nuestro papel en el futuro es ir desapareciendo como estructura”.

Por Mauricio Becerra R.

El Ciudadano Nº96, febrero 2011


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