Junto con recordar al compañero Presidente Salvador Allende, quien ganó las elecciones un 4 de septiembre de 1970 y murió combatiendo en La Moneda el 11 de septiembre de 1973, queremos rememorar el proceso político-social de 50 años que llevó a que la Unidad Popular conquistara el gobierno de Chile; una trayectoria de luchas proletarias, del artesanado y las clases medias, cuyos precursores fueron las movilizaciones obreras conducidas por anarcosindicalistas, a los cuales, posteriormente, se unieron, demócratas, radicales, comunistas, socialistas, humanistas cristianos, etc.
Ya casi han transcurrido otros 50 años desde el Golpe de Estado de 1973, de los cuales 17 fueron de la más sanguinaria de las dictaduras que ha tenido el país, más otros 31 años de gobiernos enmarcados en el modelo neoliberal “corregido”, que si bien consiguió mejorar los indicadores macroeconómicos de Chile, ha profundizado la desigualdad, la corrupción, las injusticias, la precarización laboral, los abusos y la destrucción de los ecosistemas.
Creemos que el estallido social y revuelta popular que comenzó el 18 de octubre de 2019 marca un hito histórico, un punto de inflexión, que se cristaliza con las elecciones a la Convención Constitucional de mayo de 2021.
La oligarquía y su representación política, la Derecha, el principal “enemigo” de los proyectos emancipadores, lo sabe, y por eso ha optado mayoritariamente por torpedear el proceso constituyente, valiéndose de sus grandes medios de comunicación, y de las redes sociales, en donde la ultraderecha es especialmente activa.
Conocemos su forma de operar, que incluye agencias privadas y públicas de ‘Inteligencia’, dedicadas a buscar cualquier “yaya” de las figuras progresistas o de Izquierdas para lanzar sus ataques comunicacionales. Por este motivo, es fundamental que el actuar de estas personas sea siempre éticamente correcto e intachable, pues cualquier conducta que falte a la probidad, será utilizada por la Derecha para desprestigiar el movimiento transformador (caso ‘Pelado’ Vade).
Tal como señalara el destacado periodista Manuel Cabieses, en estos momentos existe un gran “despelote” en las fuerzas progresistas y de izquierdas, en una especie de “canibalismo político”, que perjudica el proceso constituyente y que solo beneficia a la Derecha y a los sectores reaccionarios.
El Ciudadano, que naciera en 2005 a la par que la ciudadanía se organizaba para pedir el cierre de Celco -que atentó contra la vida de los cisnes de cuello negro en el río Cruces (Valdivia)-, siempre ha abogado por la unidad de todas las fuerzas emancipadoras (progresistas, izquierdistas, ecologistas, feministas, disidencias sexuales, etc.). Los sectores que se oponen a los cambios, aunque minoritarios, tienen todavía muchísimo poder (financiero, político, militar, periodístico, económico, etc.), por lo que es una insensatez que aquellas fuerzas justicieras se ataquen entre sí.
La crítica, la polémica, el debate, siempre son bienvenidos y ayudan al desarrollo, pero en un sentido constructivo y no con el ánimo de destruir al adversario. Creemos que el camino correcto surgirá de la suma vectorial de todas esas fuerzas liberadoras, y no de su resta o anulación.
Si El Ciudadano ganó hace poco el premio a la cuenta informativa chilena más popular de Internet (Giga Awards 2021) -que no vino de un jurado sino que fue otorgado por el voto de la ciudadanía- se debe, pensamos, a esa postura plural, diversa y unitaria.
Estamos claros en que la Convención Constitucional no es la Asamblea Constituyente que anhelábamos, pero, con sus contradicciones y limitantes, es un hito fundamental, un gran avance y debemos cuidarla, facilitar su funcionamiento y potenciarla en su carácter refundacional (pues establecerá el marco jurídico-político del país para los próximos 50 años).
Si para muchos el estallido y la revuelta terminaron definitivamente al comenzar el proceso constituyente institucional, nosotros sostenemos que la movilización social y organización popular siguen; las calles no se sueltan y las orgánicas territoriales deben reactivarse.
La historia nos enseña que la manera más eficaz de conquistar derechos y mantenerlos, es la acción conjunta y combinada de las luchas “dentro” y “fuera” del sistema; para caminar necesitamos de ambas piernas y cuando una invalida a la otra, es inevitable la cojera…
Estamos viviendo un periodo histórico muy complejo, con una tremenda crisis ecológica y climática, con una pandemia de Covid que alteró la vida de toda la población terrestre, y en un momento donde se han hecho aún más evidentes las crisis económicas del capitalismo, así como la crisis de representación política en las democracias liberales.
En este escenario, la principal nación imperial (Estados Unidos) intenta frenar el ascenso de China (que tiene grandes posibilidades de convertirse en la principal potencia mundial en las próximas décadas), por lo cual es de esperar que se intensifique la disputa política en América Latina y el Caribe (el “patio trasero” de EUA).
Es por esta razón que El Ciudadano ha hecho un gran esfuerzo por convertirse en un medio continental, con núcleos en Chile, Venezuela y México, para llevar el mensaje de la unidad de todas las fuerzas emancipadoras, sean reformistas o revolucionarias, de la sociedad civil o que ocupen cargos públicos, que participen o no en las contiendas electorales; sean pre-modernas, moderna, posmodernas o metamodernas; partidistas o a-partidista, etc.
Y estamos convencidos de que una de las fuentes de las cuales beber para buscar la forma de superar todas estas multi-crisis, es la sabiduría holístico-dialéctica de los pueblos indígenas, originarios o pre-existentes de Nuestra América.
Fotografía: Coordinadora 8M (Romería al Cementerio General en memoria de las víctimas de la Dictadura cívico-militar – Santiago de Chile, 11/09/21)
El Ciudadano