Se dice que no tienen orden, pero siguen una disciplina, simplemente tienen disposiciones de los elementos que no guardan relación con un patrón multicopiable.
No se trata de clones conformistas sino de ideólogos clásicos con ideas-fuerza que arman puzzles de una forma distinta. Los hay de distintas edades, los más viejos son parte de grupos de amigos que suelen reunirse de vez en cuando, pues el tiempo que dedican a misiones de concientización es amplio.
El Ciudadano alcanza otro número por gracia de nuestra insistencia y la fiel compañía de nuestros lectores. La recopilación de firmas que estamos llevando a cabo para que se dé urgencia al proyecto de ley de Iniciativa Ciudadana -que será el que permita a usted y sus amigos poner temas en discusión al interior del parlamento- ha resultado todo un éxito a nivel nacional (más información: www.elciudadano.cl.). Como usted ya sabe, también pedimos urgencia al fin del binominal, trabajo que está en manos de la comisión Boeninger. Claro está que no podemos confiar del todo en ella, pues se trata de personas ligadas a los grandes partidos, a quienes, de tanto crecer, se les achicó el corazón y se olvidaron del pueblo ansioso de participación. Ya estamos golpeando su puerta.
Lo que nos interesa en el corto plazo es la URGENCIA a la Iniciativa Ciudadana, que a fin de cuentas, será la que nos permita validar y llamar a la que a veces tendemos a ver como tan lejana: la Asamblea Constituyente.
Al finalizar Ricardo Lagos su mandato, se hablaba de que Chile contaba con una nueva Constitución, la que en la práctica sólo tuvo un par de modificaciones, quedando en el “santo libro” gran parte de la herencia dictatorial y presidencialista que legara Augusto Pinochet en 1980. En el Chile actual el parlamento tiene limitada capacidad de acción, nuestros representantes poco pueden hacer por nosotros; lo mismo sucede a nivel comunal, donde los concejales son casi un ciudadano más frente al poder del alcalde.
Nuestro país está enfermo políticamente y nosotros vamos a agotar los recursos para hacérselos saber. Nos gustaría llegar más lejos mediante el papel, pero confiamos en que las voces de nuestras/os lectoras/es serán las multiplicadoras de nuestra semilla, que viaja con el viento, de boca en boca, para consolidarse como un medio de comunicación escrito frontal y sacrificado, que va de menos a más y que nada tiene que envidiar a las grandes cadenas de medios de comunicación nacionales. Nosotros preferimos seguir hablando cada 15 días, pero hablando de las noticias que importan. Disparando la tinta precisa, caminando paso a paso y educando en nuestro avanzar, sigilosos y “quitados de bulla”, pero efectivos y consecuentes con nuestros ideales libertarios.
El tiempo no ha pasado en vano: El Ciudadano, el anarco-combatiente, el periódico que el poder trata de clasificar, el medio que trasciende el ejercicio clásico del periodismo de informar y que gusta de pasar al plano de la acción, tiene cuerda para rato. Ricos y pobres, niños y adultos, hombres y mujeres, confían en nuestro trabajo. Nosotros confiamos en el de ustedes.