Las elecciones presidenciales y legislativas de este domingo confirman los procesos sociales levantados desde finales de la década pasada y su progresiva incorporación en la escena política. El movimiento estudiantil, que más tarde se amplía al rechazo ciudadano al sistema privado de pensiones, son expresiones sociales hoy claramente canalizadas a través de las candidaturas cuyos discursos se han basado en la necesidad de reformar, en diversos matices, la institucionalidad neoliberal.
Los resultados de las elecciones, tanto presidenciales como legislativas, junto a expresar este rechazo al modelo de mercado vigente y sus perjudiciales efectos sobre la vida de las personas, como pueden ser los usureros créditos para estudiar o las miserables pensiones de vejez, constituyen también un golpe certero al bipartidismo. Podemos decir que la composición de la Cámara de Diputados altera, por primera vez en 27 años, la estructura bipartidista. Con la irrupción del Frente Amplio y su veintena de diputados, no sólo ingresa una tercera fuerza política, sino que lleva a todo el sistema político a una mayor representatividad y, por cierto, mayor inestabilidad. El nuevo escenario, mucho más líquido, abre compuertas para el ingreso en un período de mayores transformaciones políticas.
La menor votación obtenida por el ex presidente Sebastián Piñera cambia los grandes discursos instalados por los medios hegemónicos, los que levantaron un supuesto rechazo ciudadano a las reformas de Michelle Bachelet. Piñera, apoyado por la elite industrial y financiera –recordemos las declaraciones del presidente de la Bolsa de Comercio de Santiago- basó erradamente su campaña en un equívoco apoyo ciudadano a la continuidad y reforzamiento de toda la institucionalidad de mercado. Tal como un Macri, Temer o Kuczynski, Piñera apoyó una mal evaluada estrategia en una supuesta derechización del país.
El rechazo a las reformas de Bachelet no ha sido una defensa ciudadana al actual modelo. Nada más errado haber pensado que los chilenos apoyan el perverso sistema de AFP, la educación de mercado, las desigualdades en el acceso de la salud o los carteles de las farmacias. Los chilenos, cansados de abusos, de ser pisoteados por las grandes corporaciones, lo que han votado en estas elecciones es una profundidad de las reformas y la desinstalación de aberraciones como el sistema de AFP.
En los pocos días que quedan para la celebración de la segunda vuelta electoral, será necesario la negociación entre Alejandro Guillier, que competirá contra Piñera, y el Frente Amplio. Son pocas semanas para la articulación de un referente que profundice las reformas, que levante programas claros, como la ampliación de la gratuidad, la recuperación de los recursos naturales, el freno al proceso de privatización de la salud pública y, como eje fundamental, el fin del sistema de AFP. Sólo con un discurso claro y sólido será posible vencer a la demagogia neoliberal del poder financiero e industrial.