Sucedió recientemente que el profesor Humberto Maturana, un hombre sabio, llegó hasta las pantallas de TV al programa Tolerancia Cero.
Fue invitado según pude percibir para entender el origen de la violencia y es que el establishment chileno, se siente incomodo por el descontento que desborda una institucionalidad parida de dictadura militar, de cúpulas partidistas, económicas, religiosas y de intereses foráneos que buscan economía real (materias primas, energía, trabajo) a bajo costo en nuestras latitudes.
Maturana fue claro al explicar que el motivo de la violencia radica en que hay un X que no está escuchando y que el sentirse ignorado, detona el llanto, la rabia, y que esa frustración puede desembocar en violencia pues el hombre al crecer según su educación puede hacer tanto el bien como el mal.
El animus no de todos, sin embargo de algunos de los panelistas, era el de poner que los sujetos políticos que estamos hoy en las calles, los que buscamos incidir por tejer un destino de justicia social, son los malos de las película, sin que lo hicieran ver explícitamente como lo han hecho ver, algunos, en otras emisiones del programa.
No obstante un reposado Maturana, insistía una y otra vez sobre el qué estamos haciendo mal como sociedad y volvía al punto de diagnóstico que el problema es que no nos estamos escuchando, que lo que impera es la tolerancia, más que el respeto por parte de los “poderosos” y que aquello significa no dar cabida finalmente a la divergencia que puede tener mucho que enseñar al conservadurismo de las relaciones sociales, dominado, dominante.
Hace ya varios años que ha ganado el premio Nobel -hoy tan desorientado sobre todo en materia de Paz- una teoría que contraviene la absurda competencia en que se basan la mayoría de las relaciones sociales, el ganar-perder. Frente a ello se ha propuesto la teoría de juegos conocida en el inglés como el win-win (ganar – ganar), es decir que como resultado de la confrontación de fuerzas, ambas obtengan un resultado positivo por medio del cooperativismo.
Y es entonces que nace a mi neófito ser la pregunta de si a nuestro Chile y más que nada a su clase gobernante, no le hace falta hace rato pegarse el “alcachofazo” de que si no se dan las condiciones para el debido diálogo social en igualdad de condiciones, no estamos acaso socavando nuestro destino como nación, como comunidad.
De lo que sí estoy claro es que a muchos de ellos -no todos- poco les preocupa e interesa pues han sucumbido en un individualismo exacerbado y son presa de una sociedad de intereses particulares más que en beneficio del colectivo. De lo que sí estoy claro es que a muchos y más que ellos, SÍ nos interesa recuperar la educación gratuita y de calidad para l@s hij@s de Chile, administrar soberanamente y de forma respetuosa con el medioambiente nuestros recursos naturales, pues con ello y otras acciones precisas y lógicas, no solo beneficiaría a un sector particular, si no a todos quienes han nacido en esta Matria-Patria que hoy buscamos refundar con profunda convicción, y una racionalidad siempre abierta al diálogo que nos han negado por tantos años y que es lo que a momentos nos hace reaccionar violentamente.
Por Bruno Sommer Catalán
El Ciudadano