Chile en su ignorancia tras la imposición de una narrativa de los vencedores está de fiesta. Celebra un 18 de septiembre “la independencia del país”, se iza la bandera patria en casi cada hogar, la gente disfruta en un largo feriado entre asados, empanadas y vino, sin saber en detalle lo que realmente sucedió: Una Falsa Independencia.
Un 18 de septiembre de 1810 un grupo de personas de renombre forma la primera junta provisoria de gobierno en Santiago. Pero lo que ahí se jura no es la “independencia del país”, si no se reafirma la lealtad con el rey español Fernando VII, en momentos que España había sido invadida por Francia.
La junta juró de este modo “ante Dios Nuestro Señor, usar fielmente del cargo para el cual fuimos elegidos, derramar la última gota de su sangre en defensa del reino, propender con todo empeño a conservarlo para nuestro amado Monarca Fernando VII y seguro asilo de nuestros amados afligidos hermanos europeos”.
Luego los historiadores señalan como la real independencia de Chile, la declaración de la independencia firmada un 12 de febrero de 1818, acta cuyo documento original fue destruido en el bombardeo de la Moneda el 11 de septiembre de 1973.
El documento se firma a un año de la batalla de Chacabuco (12 de febrero de 1817) en que el Ejercito de los Andes liderado por San Martín derrota a las fuerzas españolas.
No obstante, las batallas libradas para alcanzar la «independencia» con la muerte de muchos nativos y migrantes, solo tuvo como resultado el cambio de Corona: la española por la inglesa, tras una operación militar que nace en Cádiz con la Logia Lautaro, la organización del Ejercito Libertador y que lleva a Chile tomar ideales franceses adoptando la forma de República para dejar «atrás», la monarquía.
Ante una historia con héroes pintados de patrios, que no eran más que militares al servicio de una potencia extranjera, solo podemos decir:
El pueblo reunido con causa es lo ciudadano y lo constituyente ante la usurpación.
El pueblo, l@s ciudadan@s reunid@s para constituir su propio destino es hacer ciudadanía.
La usurpación no es otra que el resultado del saqueo de nuestro país y la complacencia de una partidocracia falta de coraje que en su inacción sólo descubre más la corrupción.
Si una de las formas en que la ciudadanía organizada, el pueblo organizado puede disputar espacios de poder por la vía democrática es mediante partidos, nosotros decidimos hacerlo dando batalla mediática para que a punta de hechos y educación la ciudadanía informada pueda navegar en el mar de la confusión y logre incidir, como logramos hacerlo una vez en nuestra historia reciente iniciándose un momento constituyente hoy está bajo secuestro por lo amos del status quo y la exaltación del derecho individual por sobre el colectivo.
Chile vivió un proceso de alta deliberación ciudadana, en cada región y poblado del país para darnos una proyecto de Nueva Constitución, proceso que impulsamos desde los albores de la creación de El Ciudadano hasta que la institucionalidad reaccionó tras el estallido social del 18 de octubre de 2019.
Este 18 de septiembre, no hay nada que celebrar, es un fin de semana largo donde lo que importa es poder abrazar a los seres queridos , el cocinar juntos, disfrutar de una comida y buena música, bailar como un trompo, besar a la musa con labios morados de vino tinto y salud.
Los pueblos de Chile debemos retomar nuestro camino constituyente aquel que nos comenzábamos a dar y que fue violentamente desviado por una máquina que simplemente nos arrasó usando para sí el voto desinformado y un padrón electoral nuevo.
Constituyentes levantaos nunca es tarde para volver a poner en agenda nuestros más grandes anhelos.
Por Bruno Sommer Catalán