El llamado Nuevo Orden Mundial, no será posible mientras no suceda un nuevo orden hiperlocal. Hoy las personas estamos más conscientes que antes de las consecuencias tanto positivas como negativas de la globalización y de equilibrar los intereses foráneos con los intereses propios de un territorio o comunidad por vías participativas y democráticas: El desafío de todo nuevo orden que pretenda ser integrador y respetuoso de la diferencia.
En ese camino creemos que es necesario poner atajo al salvaje reino del capitalismo desregulado; es hora de que el Estado tome un rol justicialista, y sirva realmente a los pueblos, sus sostenedores, de quienes se sirve con impuestos de todo tipo.
Hay, entonces, a quienes les gusta el mundo tal cual está; quienes estamos por un nuevo orden, pero dado por un tercer actor (la ciudadanía), y quienes quieren sólo maquillar el viejo.
En la parte de la sociedad civil activa, estamos quienes luchamos, entre otros, por más transparencia y más democracia. Y por parte del “viejo orden”, tipos inmunes e impunes, como David Rockefeller (estadounidense, heredero de Standard Oil y fundador de la Comisión Trilateral en 1973) y Agustín Edwards (chileno, dueño de El Mercurio y creador de la Fundación Paz Ciudadana en 1992), inmunidad e impunidad que está dada por sus redes de protección, que pasan por políticos clientelistas, control de medios de comunicación, tribunales, entre otros, y por pactos firmados -incluso con sangre-, que se han encargado de negar sistemáticamente en pos de la consecución de sus fines, viendo a la humanidad solo como un rebaño.
Diversos órdenes han tenido las naciones y la culturas a lo largo de la historia de la humanidad, pero gran parte de esas identidades han ido perdiendo soberanía -sobre todo en la última centuria y en la nueva- aceleradamente por un modus operandi que se ha enquistado en economías, presidencias y en casi todas la ciudades bajo el dominio de corporaciones transnacionales, que cada vez es menos invisible y más descarado.
En el juego de no saber para quiénes trabajan tipos como Rockefeller o Edwards, claramente el puzzle se puede armar, comprendiendo que inicialmente sólo veremos una foto de su colección.
El mundo primero para sus propios bolsillos, comandar los destinos de la humanidad mediante diversos sistemas de ingeniería social, donde bastante ha sido planeado hace mucho tiempo por logias, muchos científicos e intelectuales que han pasado a su lado logrando abrir las puertas a un diseño en el que priman criterios fríos de dominación inescrupulosos.
Hoy en día, al ver el mundo conectado, surgen interrogantes al observar un poco más de cerca: ¿Para qué y por quiénes buscar un Nuevo Orden? ¿Quiénes son los viejos actores? ¿Dónde se mueven los emergentes y las vanguardias? Internet se vuelve contra su mismo orden y aparecen otras redes para intentar revertir La Red desde un ordenador. Al menos para buscarle sentidos distintos y construir nuestro orden más justo y ciudadano.
El problema sigue siendo que las grandes mayorías quedan excluidas del juego, por desinformación y brechas tecnológicas.
Por otro lado, seguir viendo al mundo como pequeños fragmentos de tierra, nos excluye de lo que pasa en otras latitudes que son parte de lo mismo. En esta edición aportamos con una mirada de la escasamente conocida Corea del Norte, una potencia nuclear que es estigmatizada por Occidente, pero que se ha parado de igual a igual frente a las grandes potencias armamentistas del mundo para presionar por la búsqueda de la paz y su desarrollo.
Venezuela, desde otra orilla, avanza en la búsqueda de mejores soluciones para bajar los costos de la vida, implementando cadenas de mercados y supermercados sociales -sin fines de lucro-, que no especulan con el precio de los alimentos y bajan los costos.
Y mientras tanto, en Chile, sigue la ola privatizadora de los recursos básicos como el agua, cuyo paso a manos privadas comenzó en el gobierno de Frei Ruiz-Tagle y se terminará de consolidar en el de Piñera. Iniciativas que han venido de la mano del ministro estrella de este gobierno, Laurence Golborne, de quien entregamos algunos elementos para destacar que sus antecedentes distan mucho de estar cercanos a los intereses del pueblo.
Aunque hay experiencias que llenan de esperanza, y convocan, como es el caso de las radios comunitarias y los medios que surgen desde el seno de las comunidades, para articular información de calidad, que se preocupe de la realidad desde la diversidad de discursos.
Desde El Ciudadano, siempre proclamadores de la necesidad del ejercicio soberano de autodeterminación de los pueblos por sobre la tiranía del Capital y su histeria, creemos contribuir en algo a que seamos menos ignorantes, más analíticos y activos a la hora de pensar y unir bríos que sean capaces de construir algo, con nuestras manos unidas, en contra de todo abuso de poder. Ellos, con su nuevo orden desde la cúspide; nosotros, desde abajo, con justicia social y ambiental.
Por Equipo Editorial
El Ciudadano Nº96, febrero 2011