Tanta moda pasajera, algunas demasiado… tanta diversidad donde elegir y la pasta verde repartida que no deja vivir en libertad. ¡Obsoleta! declara El Ciudadano a la sociedad mercantilizada.
Tal aseveración es parte de realidades que nacen de la tecnología solidaria, aquella que al apretar un botón permite el traspaso de un porcentaje de dinero de una cuenta a otra. La realidad económica mueve al mundo y los movimientos financieros mundiales no son entendidos por la mayoría de la población por falta de educación, dicho de otro modo, por falta de transparencia de la gran mentira.
Hay una teoría del dinero que habla de la aparición de nuevas monedas, de hecho, las que ya circulan variadas por el mercado son las tarjetas bancarias, de grandes tiendas y otras formas crediticias. Endeudamiento o posibilidad de acción: juzgue usted, lector.
Ciudades compartieron su ahorro y lo único que hicieron fue hacer girar la rueda monetaria… económicamente no sonaba tan ilógico para una zona, pero para que esto sucediera hacia falta más que un milagro… proyectar nunca fue pecado.
Existen herramientas que fácilmente se acoplan al sistema financiero en curso y que pueden hacer éste más participativo. Son artefactos electrónicos de los que el gobierno dispone y de los que comienza a hacer uso de a poco. El Gobierno Electrónico tiene límites insospechados para un cambio sistémico-histórico de considerables proporciones. Los lineamientos están avanzados y en Chile existe una aproximación -la poco difundida Agenda Digital –, tan perfectible como cualquier otro sistema que se considere abierto para hacer modificaciones más inteligentes.
Estimados ciudadanos apasionados, somos conscientes de nuestros planteamientos. En el tiempo que pase para nuestro siguiente número, hemos de seguir trabajando en el cuento sin fin, aquel de construcción eterna, la búsqueda de una vida más plena. Regresaremos así más despiertos, otro paso más adelantado, entendiendo que vivimos el 2006, que lo que se pretende es crear una nueva región, que sólo el papel y el texto son nuestras cartas bajo la manga y que las batallas intelectuales son nuestro placer culpable, aunque vayamos de perdedores.
Bruno Sommer