Se acaba el año 2022 y no son pocos quienes dedican los días a pensar en todo lo ocurrido en este año que termina, así como también a proyectar el que se viene.
Los medios de comunicación de masas y en particular los noticiarios de televisión hacen sus tradicionales balances identificando los hechos fundamentales que marcaron estos 12 meses. Y si bien el cambio de año que nos rige en realidad corresponde al hemisferio norte y responde a la tradición judeocristiana, como parte de la sociedad occidental no podemos hacer caso omiso de que, queramos o no, el 1 de enero de 2023, aún siendo simplemente un día más, marca el comienzo de un nuevo periodo.
En cuanto a hechos noticiosos el año estuvo marcado por la guerra en Ucrania, la eliminación de las medidas de protección sanitarias por la pandemia Covid-19, la aparición de nuevas y diversas variantes y otros virus como la viruela del mono que, aunque las libertades que hoy gozamos nos hacen pensar que son inofensivos o al menos no tienen la gravedad de la pandemia que sufrimos, tienen hoy mismo a China en una grave crisis de salud, con hospitales colapsados y crematorios que no dan abasto para quemar a todos los muertos. Todos esperamos que la pandemia siga en retroceso, pero el comportamiento humano y de los virus no aseguran aquello, sino todo lo contrario.
Sin embargo, los medios tradicionales destacan como hechos importantes que marcaron el año, la cachetada que le propinó Will Smith al humorista Chris Rock en la entrega de los premios Óscar, entre otras. Así también la reciente victoria de Argentina en el mundial de fútbol de Qatar, que si bien puede parecer un hecho sin importancia alguna, como hemos visto reviste efectos socioculturales de gran relevancia y dignos de análisis y estudios. Ahora bien, si nos orientamos a Chile, no podemos dejar de identificar como el hecho de mayor relevancia nacional, el proceso de redacción de la propuesta de nueva constitución por parte de la Convención Constitucional y todo lo que rodeó su trabajo y por supuesto el resultado del plebiscito de salida del 4 de septiembre. Desde El Ciudadano hemos intentado estudiar este proceso para explicarnos los motivos del nefasto rechazo en el proceso de democratización de nuestro país y así intentar iluminar un episodio caracterizado por la oscuridad. Para ello fuimos a las calles desde el primer día posterior al plebiscito para así sondear la opinión y razones del ciudadano de a pie a la hora de emitir su voto, y nos pusimos a investigar las campañas del rechazo en redes sociales, WhatsApp, documentos y operaciones político comunicacionales.
A partir de ese trabajo nos quedó claro que las falsedades propagadas masivamente por organismos creados y financiados para mentir acerca de aspectos relevantes de la propuesta de nueva constitución, fueron el factor clave determinante en el resultado del plebiscito. Sumado a ello, jugaron un rol importante otros elementos que no contaron con el apoyo mayoritario de la sociedad chilena como el aborto y la plurinacionalidad, o al menos del modo en que estos y otros temas fueron entendidos.
Pasados ya casi cuatro meses de aquel resultado, los partidos políticos y grupos que sin ser partidos influyen desproporcionadamente en la toma de decisiones, han acordado un nuevo proceso constituyente 2.0 que no significa un avance en la democratización de nuestra sociedad, sino un retroceso respecto del proceso que ya vivimos.
No obstante, al mismo tiempo que escribimos estas líneas, un gran contingente de pobladores y pobladoras se han reunido a los pies de la estatua de Salvador Allende para expresar su rotundo rechazo a la cocina política que revuelven los partidos. Y si bien los medios de comunicación de masas tradicionales seguirán haciendo todo por omitir y minimizar éstas acciones censurando la comunicación, eso no quiere decir que no estén ocurriendo.
En este nuevo año que ya casi se inicia, no podemos vaticinar que pasará, pero lo cierto es que los procesos de movilización social, cómo nos enseña el estudio de la historiografía contemporánea, viven momentos de mayor activación y auge y otros momentos de sosiego, no obstante, mientras no se solucionen los problemas de fondo, la curva de la movilización social volverá al alza.
Como consecuencia del resultado del plebiscito hoy la olla a presión está a fuego lento, pero en cualquier momento se puede abrir la llave del gas para que, como ya hemos visto, ebulla hasta explotar con las consecuencias que ya bien conocemos.
Sebastián Sáa