Walter Benjamin nació el 15 de julio de 1892 en Berlín, donde comenzó sus estudios de filosofía, que prosiguió en Friburgo, Munich y Berna. Su vocación académica quedó truncada al no ser aprobada su tesis doctoral El origen de la tragedia alemana (1928) en la Universidad de Francfort.
Próximo a los postulados del pensamiento marxista de György Lukacs, mantuvo una estrecha relación con el dramaturgo germano Bertolt Brecht.
De origen judío, tras la subida del nazismo al poder huyó a Francia, donde prosiguió su obra teórica; comenzó a escribir una obra monumental que no llegó a terminar sobre Charles Baudelaire, publicada en 1973 con el título Charles Baudelaire: un poeta lírico en la era del gran capitalismo.
Ante el avance nazi sobre Francia, en 1940 huye con su hermana a Lourdes y consigue un visado para viajar a Estados Unidos, facilitado por Max Horkheimer. Al atravesar la frontera franco-española, es detenido por la policía y pone fin a su vida (1940).
«SUBVERSIÓN DE LA TECNOLOGÍA»
Pensador alemán cuya obra, fragmentada e incompleta, es, por su valor de sugerencia y proyección en el pensamiento actual, una de las más relevantes del pasado siglo XX. Desde una concepción definida como ‘utopismo negativo’, primero desde posiciones marxistas definidas y, más tarde, con una visión que se inscribe en el espíritu crítico de la Escuela de Francfort.
Benjamin analiza la ‘subversión de la tecnología’, esto es, su determinante relación con el arte y la cultura y la autonomía de la sociedad. La dirección del desarrollo tecnológico diseñado desde las posiciones de poder acentúa el poder, el control, el mismo sentido de la innovación.
La comunicación y las industrias de la cultura están presentes en su obra, que aborda aspectos como la cultura de masas, la percepción, la función social y política de la transmisión mecánica del conocimiento, las modas, el lenguaje, etc. La tecnología predefine el contenido, como señala al analizar las transformaciones culturales del cine, o la pérdida del ‘aura’, de la experiencia, de la vivencia, en la reproducción fotográfica.
La técnica dirige la comunicación, la orienta, la lleva a la masa, la convierte en un instrumento de control por parte de las clases dominantes. Al tiempo, transforma el discurso. No sólo se cambia la experiencia cognitiva por la ‘experiencia tecnológica’, sino que el valor narrativo de la historia, la percepción cultural del pasado, se degrada en el hecho comunicativo de la noticia, de la información, del valor efímero de la reproducción. La toma de conciencia basada en la experiencia es sustituida por la inducción de una construcción artificial o virtual de la realidad.
La dimensión temporal de la experiencia narrativa desaparece en el sistema de medios, donde prevalece la instantaneidad de la noticia. El valor de la experiencia colectiva se diluye en la soledad del consumo técnico, en la inducción dirigida de la ‘experiencia tecnológica’.
Entre los textos de referencia sobre los efectos de la reproducción técnica del arte y la memoria, La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica (1936), El narrador (1936), en el que teoriza acerca de los valores de la experiencia y la información, Sobre la percepción. Experiencia y Conocimiento, etc.
Para una crítica de la violencia
Fuente: www.infoamerica.org