El Ciudadano:
Les envío esta carta abierta sobre la situación del Colegio de Música en Valdivia, dirigida a nuestros administradores y que fue publicada este lunes 24 de diciembre. Aquí también quisimos poner de manifiesto el olvido que hay hacia los liceos artísticos en la contingencia nacional.
Saludos cordiales
Juan Pablo Cares Monsalvez
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Carta abierta al Daem, Municipalidad de Valdivia y Seremía de Educación.
Estamos en una fecha en donde todos reflexionan sobre sus vidas, sobre cómo fue su año y sobre qué cosas pueden cambiar y ser mejores. En este contexto queremos compartir con todos ustedes el sentimiento de los estudiantes del Colegio de Música Juan Sebastián Bach de Valdivia:
De un tiempo a esta parte pareciera que en el Colegio de Música las cosas ya no son como antes. Buscando las causas llegamos a los propios alumnos, gran parte de los docentes y apoderados, quienes demuestran una extraña impresión, como si faltara algo, como si las directrices educacionales estuvieran mal enfocadas o algo así. Y está más que claro que esa extraña impresión, lo que falta y donde las directrices educacionales no se enfocan es: la música. Sí, aquella particularidad que diferencia e identifica a nuestro establecimiento, que lo hace único en toda la Provincia de Valdivia, que nos debería enorgullecer y, que además, se impregna con toda su esencia en el nombre institucional del Colegio. Al parecer la música pierde importancia y junta a ella la más profunda expresión, virtud y potencial interior de los alumnos. De tal suerte no buscamos culpables dentro o fuera del establecimiento, en el equipo directivo, en los profesores, las autoridades y/o los alumnos, sino que deseamos, con ahínco y convicción de jóvenes, que haya una preocupación por parte de nuestros administradores externos a nivel local, es decir, del Daem, la Municipalidad de Valdivia y la Seremía de Educación. Una preocupación que considere a los estudiantes en su conjunto, en su forma de pensar, en sus motivaciones y en sus maneras de expresarse. Así habría muchos cambios.
Los alumnos de Tercero y Cuarto Medio tienen, en promedio, cuatro horas pedagógicas relacionadas con la música a la semana, es decir, tres horas cronológicas. Naturalmente, es preciso relacionar este bajo porcentaje semanal de dedicación curricular a la música con la Prueba de Selección Universitaria y preocupaciones relacionadas con la preparación a estudios superiores. Sin embargo, pareciera que la PSU se transformó en el objetivo último de la formación del estudiante, centrándose los esfuerzos educativos en la competencia desmesurada, en el entrenamiento de conceptos sin una valoración para la formación personal y en una grave pérdida del subjetivismo. Todo lo anterior en desmedro de la música; pasión que nos atrajo al colegio.
Los estudiantes recuerdan con nostalgia como era nuestro colegio hace más de cinco años. Los ensayos de orquestas, de las distintas agrupaciones y las actividades se hacían en una libertad sin presiones, pero con metas arriesgadas, fuertes y cautivantes. La motivación aparecía de forma instantánea, inherente a los buenos intereses, sin contratiempos. “-¿Seremos capaces de tocar esa obra a fin de semestre?- Sí, demás. ¡Démosle no más!”, solían decir con seguridad nuestros compañeros. ¿Qué ha pasado?…
La falta de motivación de ciertas actividades musicales no se soluciona con la obligatoriedad. Aquí se debe apuntar directamente al detonante de dicha actitud, es decir, apagar el fuego desde la base y no desde las llamas superiores. Es más, la obligatoriedad se ha transformado progresivamente en una causal, quizás la más importante, para la falta de motivación. Se hace recurrente escuchar comentarios como “buuu, otra vez orquesta” por parte de muchos alumnos. Si bien dicha impresión no es generalizada, demuestra que existe un rechazo, que por razones lógicas, no puede corresponder a un músico, pero ocurre. Se aprecia, por tanto, que la música en sí no es la que produce la negativa a participar, sino que hay factores externos que explican dicho comportamiento. La obligatoriedad ocasiona el factor presión. Esta presión tiene un carácter opuesto a los fines requeridos, por lo que resulta una práctica poco loable. Digno de destacar es el trabajo del profesor Rodolfo Sepúlveda con el conjunto Trigales (Taller Latinoamericano). En este, sus alumnos participantes han adquirido y formado verdaderos criterios de organización y trabajo en grupo, lo que en la parte musical ha sido del todo motivador. Sus presentaciones se han transformado en momentos de deleite tanto para ellos como para el público, en nuevas formas de experimentación social y crecimiento personal y, por sobre todo, han dejado en alto el sentir artístico, convirtiéndolo en un sano orgullo. Prácticamente estos logros lo construyeron solos. El financiamiento para muchas presentaciones se recaudó con beneficios y hasta una peña folclórica. Para ellos los problemas y las faltas de herramientas eran desafíos, pero aquello cansa y hay que dar una mano de apoyo a Trigales y a las demás agrupaciones del establecimiento. De esta forma queda al descubierto la dependencia permanente a proyectos y beneficios. Esto significa que el funcionamiento se subordina a la dependencia, lo cual es lamentable y hasta vergonzoso.
También es posible observar serios problemas logísticos y de coordinación, que dificultan el correcto funcionamiento de los ensayos. Un claro ejemplo son los innumerables problemas con los que debe lidiar el profesor Fernando Wohlwend cada vez que debe ensayar con la Big Band Bach, la banda de jazz que él dirige. Tienen un horario semanal reservado, pero muchas veces no es respetado y de esa forma se atropella la voluntad por el buen desarrollo musical que tienen los alumnos y el profesor. Esto obviamente repercute en la calidad del trabajo, en la sensación de que podía ser mejor, en estrés y en desánimo.
Otra cosa que no es menor, es que programáticamente la música se subordina casi exclusivamente a lo europeo, lo norteamericano y a la cultura occidental. Por cierto, entendemos que en Europa se ha forjado la teorización de la música en su máxima complejidad y ahí mismo se ha ejecutado con impresionantes obras. Sin embargo, se ha olvidado nuestra identidad, nuestra relación y responsabilidad con el espacio territorial en el cual vivimos y en donde, a través de siglos, se forjaron las comunidades autóctonas, quienes también nos dejaron un hermoso legado cultural que, tristemente, casi no conocemos. Quienes de cierta forma rescatan todo esto son el taller de baile folclórico y el grupo Trigales, pero nosotros nos referimos a que no se considera curricularmente, es decir, dentro de lo formación que reciben todos los alumnos y de manera general.
Se ha llegado a frustrar actividades extracurriculares preparadas por los estudiantes, ya que la política educacional en el último tiempo se ha encuadrado de forma exclusiva –y peligrosa- a lo que son los Planes y Programas establecidos desde el Ministerio de Educación. Con esto, en primer lugar, se denigra la particularidad musical de nuestro establecimiento. Nada se puede realizar si no cumplen estos requisitos pensados para los establecimientos científico-humanistas, ya que oficialmente ése es el carácter del colegio. El equipo directivo se rige por esto y es entendible, porque son sus responsabilidades administrativas. Pero los sostenedores deben ser realistas y adecuar sus exigencias a nuestros administradores internos, para que ellos flexibilicen su actuar frente al área musical y así potenciar nuestras capacidades en esta disciplina.
El Colegio de Música Juan Sebastián Bach y todos los establecimientos con vocación artística a nivel nacional no están reconocidos por el Estado, por lo que tampoco contamos con un financiamiento especial que se condice a los estudiantes que aprenden música. Con todo, tenemos bastante claro que por el Gobierno central no podemos tener respuestas inmediatas o a mediano plazo, por lo que mientras no se dé solución a nuestras demandas nacionales, esperamos contar con un financiamiento extra de parte de nuestros sostenedores. Esto a raíz de los gastos adicionales que tenemos y que no se pueden financiar bajo el concepto de subvención por alumno. Por el hecho de contar con clases personalizadas, de la mantención de instrumentos, etc., necesitamos recursos extras que generalmente ocasionan gastos innecesarios al Centro de Padres o que nos amarran constantemente a proyectos. Sobre la forma de ejecución de este plan o de dónde se sacarán los recursos no podemos decir nada, pero sí tenemos muy claro que es responsabilidad de quienes nos administran externamente y así poder desarrollarnos artísticamente como corresponde.
Por último, decirles sinceramente que deseamos y necesitamos ser escuchados, que debemos ser tomados en cuenta y que esta carta no sea en vano. Aquí los sentimientos no son solamente del Centro de Alumnos, sino de todos o la gran mayoría de los estudiantes. Basta con ver los reiterados estados en Facebook para darse cuenta. Esto es el resultado de lo que nos decían nuestros compañeros y de esta forma, con una carta abierta, se lo presentamos. Sabemos que hay muchos apoderados y profesores que se identificarían fuertemente con esto.
Muchas gracias y felices fiestas.
Centro de Alumnos 2012 del Colegio de Música Juan Sebastián Bach
Presidente: Juan Pablo Cares, 4°medio (recién egresado).
Vicepresidente: Jordan Venegas, 1°medio.
Secretaria de Actas: Fernanda Astete, 3°medio.
Secretaria de Finanzas: Constanza Palma, 3°medio.
Secretaria Ejecutiva: Sofía Lara, 7°básico.