De acuerdo a la fuente consultada en la página de psicología “Psyciencia”, la psicología moderna es fruto de un extenso proceso evolutivo que deviene de la civilización occidental, en especial la antigua Grecia. Los filósofos clásicos de la época se dedicaban al estudio cosmológico, donde utilizaban el concepto de “psique” como un soplo o aliento que contenido en el ser humano durante su vida, abandonaba el cuerpo después de morir.
La psicología como ciencia tiene un vínculo estrecho con los postulados de Platón y Aristóteles, en la filosofía clásica, o Descartes, en la filosofía moderna. Dicha relación es porque gran parte de los fenómenos que estudia actualmente la psicología (como el aprendizaje, la percepción, la memoria y el conocimiento) fueron abordados en un principio por la filosofía griega, sobre todo durante el periodo ontológico o periodo del denominado estudio del ser.
Uno de aquellos filósofos que guarda relación con la psicología es Platón. Para él existían dos mundos: el mundo de las ideas o mundo suprasensible, y el mundo sensible o mundo de las cosas materiales.
El alma habitaba en el mundo de las ideas, en el cual podía asimilar todos los conocimientos, que emanaban de una fuente superior; sin embargo, en un momento dado, el alma era arrojada al mundo de las cosas materiales, encarnada en un cuerpo humano y despojada de todos los conocimientos propios del espacio suprasensible.
Platón hace, además, una división del alma, otorgando a cada “fragmento” una cualidad innata: está el alma racional, ubicada en la cabeza y dedicada al pensamiento lógico; el alma apetitiva, ubicada en el abdomen y concerniente al amor y al erotismo; y el alma valerosa, ubicada en el pecho y encargada de la ejecución de la voluntad. Con esto, Platón se relaciona directamente con el comonativismo, postura psicológica que considera que hay ciertas conductas que son nativas o innatas, presentes en las personas desde su nacimiento.
Por otro lado, para el filósofo alemán Friedrich Nietzsche, la vida se rige por un principio universal de voluntad de poder basado en dos estados: conservación y expansión. La vida se conserva a sí misma, se protege, se alimenta, y por ello subsiste; sin embargo, la subsistencia inmediata no es suficiente, y por eso la vida requiere expandirse, aumentarse en sí misma. De lo contrario, se extingue.
La expansión se materializa en el camino del ser humano rumbo a convertirse en lo que llamó Superhombre, el cual según Nietzsche es un sujeto liberado, autosuficiente, desprovisto de las debilidades humanas. Para llegar a eso, la persona comienza por ser un camello, ya que ese animal agacha el lomo y acepta la carga (que se interpreta como las obligaciones de la vida); evoluciona para convertirse en león, animal de naturaleza rebelde, autosuficiente y que no se somete como el camello, para convertirse, finalmente, en niño, pues los niños y niñas son de espíritu noble y gozan de una libertad natural.
Esta idea tripartita de la personalidad humana guarda semejanza con las figuras del Ello, el Yo y el Superyó que desarrollase, en la contemporaneidad, Sigmund Freud en su teoría psicoanalítica.
Finalmente, el físico teórico Paul Dirac decía que la filosofía era solo una forma de hablar de cosas que ya se habían descubierto. Puede ser, simplemente, una práctica más de la humanidad en la eterna manía de ponerle nombre a las cosas.
Por Francisca Arriagada.
El Ciudadano