Rodrigo Roco, presidente de la FECH en 1996 y 1997, y Álvaro Ramis, presidente de la FEUC en 1998, no tienen buenos recuerdos de la era Frei en educación. Recuerdan que el periodo estuvo marcado por las malas relaciones con el MINEDUC, el avance de la privatización y la muerte del universitario Daniel Menco.
Por estos días, Eduardo Frei Ruiz-Tagle se candidatea para presidente con un discurso muy distinto al que lo llevara a ser presidente de la República entre 1994 y 2000. Su postura a favor de un rol más protagónico del Estado parece natural, síntoma del momento de crisis de los mercados financieros, pero quienes tienen un poco de memoria saben que su discurso de campaña se contradice al que tuvo en los ’90 y a las políticas que caracterizaron su gobierno.
Conocidas y escandalosas son las decisiones que tomó en materia energética y medioambiental. De su gobierno data la aprobación de CELCO Valdivia, contrariando el informe de la COREMA de la X Región que en 1996 lo consideró inviable por su “negativo impacto medioambiental”. También la construcción de la central hidroeléctrica de Endesa en Ralco y la firma del tratado minero entre Chile y Argentina, que hizo posible la instalación de Pascua Lama.
Pero si en medioambiente Frei transformó en política de Estado el principio de que “ninguna inversión se detiene por impactos medioambientales”, en educación hizo lo mismo con el principio de no cambiar mayormente el camino diseñado por la dictadura. “En muchos sentidos apuntó incluso en la dirección de profundizar dicha herencia”, cuenta hoy Rodrigo Roco, quien fuera presidente de la FECH en 1996 y 1997.
“Durante el gobierno de Frei se vivió el proceso de privatización más descarnado, con el comienzo del traspaso de la educación al mercado financiero. Con la ampliación de los créditos CORFO, que si bien beneficiaron a estudiantes, se tiró a la basura la idea de revertir el legado de Pinochet y avanzar a un modelo de educación pública digna”, aporta Álvaro Ramis, presidente de la FEUC en 1998 y hoy director de la Asociación Chilena de ONG’s (Acción).
“Ineptos”
A Rodrigo Roco le tocó estar a la cabeza de la FECH en los años de rearticulación de la federación de estudiantes, la reactivación de las movilizaciones universitarias y de cristalización del proceso de re-democratización de la Universidad de Chile, que a pesar de ser parcial, significó el término de los estatutos impuestos por la dictadura y el nacimiento, entre otras figuras, del Senado Universitario.
Sus recuerdos de los años de Frei y de sus ministros de Educación, Sergio Molina primero y José Pablo Arellano después, son nítidos. La voz del segundo, hoy gerente de Codelco, insistiendo en las reuniones que “la educación chilena no está en crisis”, se le repite como si hubiese sido ayer. “El mejoramiento de la educación nunca fue una prioridad para Frei, se hicieron mal muchas cosas y en particular la División de Educación Superior en manos de Raúl Allard fue bastante inepta y poco productiva en cambiar lo heredado de la dictadura”, relata hoy Roco.
Una de las principales reformas que el gobierno de Frei presentó como un progreso pero que los estudiantes se propusieron detener, y con éxito, fue la Ley Marco. El gobierno la presentó como una avanzada que dejaría atrás el legado de la dictadura en las universidades. Claro que para los estudiantes era pura demagogia. La ley, cuenta Roco, “buscaba superar los estatutos universitarios de la dictadura (un buen objetivo) pero lo hacía sin hacerse cargo de la definición, roles y financiamiento de las universidades. Tampoco consideraba mecanismos adecuados de participación, ni de la sociedad, ni de las comunidades universitarias en los gobiernos universitarios”.
Las movilizaciones, apoyadas por procesos de cambio de estatutos en las universidades de Chile y Santiago, decantaron en un rechazo generalizado a la ley y en su consiguiente retiro de la agenda del Ejecutivo y del Parlamento. En esos mismos años, la crisis de las universidades estatales de regiones y la desregulación de la matrícula en las privadas alcanzaron su punto más crítico.
“Pero Frei respondió sin modificar las bases del sistema y contribuyó a mantener en buena medida las inequidades sociales en educación que hoy se hacen tremendamente evidentes”, afirma Roco, aunque reconoce grandes reformas como las alzas de becas y créditos de 1997 y la instauración de los fondos concursables MECESUP, medidas que a su juicio no habrían existido “sin la presión y movilización social que hubo”.
Un MINEDUC autoritario
Roco todavía recuerda con sospecha la primera reunión que tuvo el Confech en pleno con el primer ministro de Educación de Frei, Sergio Molina, que también fue la última: “organizó una reunión a fines de 1995 con todos los presidentes de la Confech, en la que militantes de la Concertación de regiones le enrostraron con gritos el abandono a sus planteles de estudio. Desde esa fecha, nunca más nos recibieron en gran número, salvo una o dos veces en 1997 en medio del conflicto pero todo muy breve y en grupos de no más de seis”.
Bajo el gobierno de Frei la estrategia de desarticulación del movimiento estudiantil alcanzó su punto más alto. “El MINEDUC de la época siempre apostó al desgaste y la división en el movimiento estudiantil”, asegura Roco.
Álvaro Ramis, presidente de la FEUC en 1998, también recuerda otro episodio en el que se hizo patente la estrategia de “reventar todo” por parte de la Concertación. Esta vez el protagonista fue Rodrigo Peña y Lillo (PPD), entonces dirigente de la Universidad del Bío Bío y hoy asesor de la Presidenta Michelle Bachelet, cuando logró dividir y neutralizar en Concepción al Congreso Nacional de Estudiantes y luego al Confech.
Ramis, entonces estudiante de Teología y hoy director de la Asociación Chilena de ONGs (Acción), encabezó la reactivación del movimiento estudiantil de la Católica, hasta entonces controlado por los gremialistas. El ’98 las relaciones del Confech con el ministerio de Arellano, afirma Ramis, “fueron pésimas, recuerdo que el funcionario más alto que nos recibió fue el jefe de gabinete del subsecretario, es decir, se reían del movimiento estudiantil”.
Roco y Ramis coinciden en que el episodio más triste del gobierno de Frei y que mejor grafica la actitud de su gobierno frente a las demandas estudiantiles fue la muerte de Daniel Menco. El estudiante de Auditoría de la Universidad de Tarapacá, murió el 21 de mayo de 1999, dos días después de una manifestación por aumento de recursos para el crédito universitario, en la que recibió un tiro en la cabeza desde el arma del mayor de Carabineros Norman Vargas.
Francisco Figueroa
El Ciudadano