Su nombre completo es Pippilotta Viktualia Rullgardina Krusmynta Efraimsdotter Långstrump. Está dotada de una gran fuerza y, reflejando el extraordinario amor de la autora Astrid Lindgren por los animales, posee un caballo a lunares llamado Pequeño tío y un mono tití llamado Señor Nilsson. Es huérfana de madre, y su padre, Efraim Långstrump, es un pirata, rey de los congoleses. Pippi vive en su casa llamada Villa Kunterbunt, acompañada únicamente de sus mascotas. Es característico su cabello rojo, peinado en dos trenzas levantadas hacia arriba por espíritu de contradicción. Es una niña imaginativa y rebelde ante todo convencionalismo: suele cocinar crepes sobre el suelo, caminar hacia atrás, o dormir con sus pies sobre la almohada; lleva un vestido cosido a retazos, unos zapatos que le vienen grandes y calza unas medias por encima de las rodillas, de donde le viene su nombre.
Aunque tiene solo nueve años, es la niña más fuerte del mundo, incluso más que cualquier hombre, ya que puede levantar a su caballo con una sola mano. También puede hacer la limpieza con gran velocidad. Tiene dos amigos, Tommy y Annika, que la acompañan en sus aventuras. Cuando limpia su casa, suele lavarse los pies antes y con el barreño del agua lo derrama y se pone unos pequeños cepillos en los pies. En resumen, Pippi Calzaslargas es una niña rebelde y desde 1945 ha ayudado a liberar a los niños de todo el mundo.
En su mundo de cuento de hadas, se ha salvado de las leyes de adultos y de las temidas tablas de «pluttificar» de la escuela. También se ha suministrado una cantidad ilimitada de bebidas gaseosas y se ha levantado en favor de los débiles y oprimidos.
Así que no es extraño que la antiautoritaria Pippi esté censurada en las dictaduras y los estados conservadores, y que haya despertado la furia de muchos adultos.
Pippi es divertida porque rompe con las ideas convencionales acerca de cómo deben comportarse las niñas y, además, se burla de los roles de género de los adultos en el proceso. Como cuando va al mercado, con su sombrero gigante, vestida con un largo traje de noche y con enormes escarapelas verdes en sus zapatos. Y maquillada con carbón en las cejas y cubriendo su boca y sus uñas con pintura roja.
«Creo que realmente debes parecer una bella dama cuando vas al mercado», dice Pippi. Ella misma no está tan preocupada por su apariencia como muchas otras niñas y mujeres. Pippi, definitivamente, no es un objeto y evidentemente, tampoco está preparada para sucumbir a la industria de los cosméticos.
Astrid Lindgren no estaba desarrollando una agenda feminista explícita cuando escribió sus maravillosas historias de esta chica extraordinaria y sus dos mejores amigos. Sin embargo, eso no ha impedido que Pippi se convierta en una fuente de inspiración en la lucha por la igualdad de género. Ella es aún la heroína del día.
En todo el mundo, se ha animado a las niñas a divertirse, a ser un poco más atrevidas y tener fe en su propia capacidad. Pippi Calzaslargas ha hecho maravillas. Mientras tanto, yo ya le compré una versión de Pippi a mi sobrina.