Escribir, dibujar o pintar la música es lo que pretende el contrabajista chileno Jordi Boltes que realicen sus alumnos en las sesiones que viene ejecutando desde 2010 en las asociaciones Apama de Alcobendas y Ami-3 de Tres Cantos. En estos ayuntamientos ubicados al norte de la capital española, grupos de adultos mayores y de personas con discapacidad han podido expresarse sobre el papel al tiempo que escuchan las ejecuciones que Boltes efectúa con su instrumento.
El monitor chileno confiesa que esta actividad comenzó en 2010, al perder su puesto en una orquesta: «Yo tenía la necesidad de tocar y hacer música, por lo que primero diseñé un proyecto que empezó con adultos y evolucionó hasta trabajar con chicos con discapacidad».
En noviembre de 2012 se llevó a efecto una exposición con las obras de 30 personas con discapacidad, denominada «Dibujar la música», en la que se abordó las temáticas del trabajo, la paz, el amor, la familia, los juegos y los colores. Desde el año pasado los talleres se llaman «Pintar la música» y están enfocados de manera más individual (ver video al final del artículo).
Así expone Jordi Boltes las características de su iniciativa:
«El proyecto está basado en la música en vivo como fuente inspiradora para proyectar artísticamente estados de ánimo. La actividad contempla un individuo por sesión. Cada sesión, de aproximadamente 50 minutos (dos sesiones por lo general), consiste en la ejecución instrumental musical a cargo del monitor. En esta a los participantes se les brinda todas las herramientas necesarias para confeccionar un cuadro o pintura en tela. Así, ellos pintan acorde a su propia inspiración y motivación.
Como es sabido, las personas con discapacidad intelectual, presentan deficiencias y retrasos en el lenguaje en relación a los sujetos ‘normales’ y por tanto pueden presentar también serias dificultades de expresión verbal, siéndoles muy difícil comunicar sus deseos, emociones y sentimientos, tanto positivos como negativos. Esto sin duda es una situación que para cualquier ser humano, pudiese activar o provocar estados de ansiedad, frustración, irritabilidad, mala conducta, aislamiento y hasta depresión, afectando profundamente su bienestar psicológico y su calidad de vida e indirectamente el de su familia y entorno.
Bajo este contexto, el presente proyecto propone educar el desarrollo de las dimensiones afectivas y emocionales a través de la percepción y expresión artísticas: Ampliando la sensibilidad y percepción musical (aprendiendo a escuchar, sentir e imaginar) y la expresión pictórica (aprender a plasmar lo que se siente, piensa o imagina) ayudamos a desarrollar una persona más autorrealizada.»
BREVE HISTORIA
Han sido cuatro años de trabajo voluntario en el proyecto ideado y realizado por Jordi. Proyecto que comienza en 2010 en el centro ocupacional Apama en la comunidad de Madrid. Muchas son las funciones de dichos centros en favor de la gente con discapacidad, específicamente con los mayores de 18 años. Lo que empieza como una necesidad del artista de hacer música, tocar, se transforma con el tiempo en un gusto mutuo por este hacer.
Así nace ‘Dibujar la Musica’: En resumen, un proyecto en el cual un grupo de ocho a 12 beneficiarios se exponen libremente a un tema dado por el monitor y músico. Una obra musical especialmente trabajada para reflejar el tema de la sesión: el amor, el color, la semana santa, día del padre, la amistad, etc. Este será el hilo conductor para crear imágenes e impresiones mentales que verbalmente se comparten con el grupo en una primera fase y posteriormente se dibuja lo que el beneficiario estime conveniente. En esta ultima fase de la sesión de aproximadamente 20 a 30 minutos la música en directo interpretada al contrabajo acompaña constantemente el desarrollo ¨dibujo¨ de los participantes. La sesión culmina con una rueda de comentarios entorno a los dibujos realizados.
Esta experiencia sentó la base de la confianza entre los realizadores, dibujante y músico, para enlazar a la fase siguiente que es: Pintar la Música.
PINTAR LA MÚSICA
En una habitación aislada de distracciones se reúnen los artistas; uno pintará mientras el otro tocará música. Está todo arreglado, en el caballete el bastidor con la tela blanca, en un costado las pinturas y los pinceles, y el músico en su taburete. Para aquellos realizadores que necesiten asistencia, se cuenta con personal de apoyo en tareas como limpiar los pinceles o evitar que los botes de pintura se caigan. Las instrucciones ya están dadas: en cuanto la música suena, el pintor pinta.
Esta dura aproximadamente 40 minutos sin pausa. Son obras del repertorio clásico del instrumento contrabajo (el más grave de los instrumentos de cuerda). Obras como la Allemande, Preludio y Sarabande de Hans Fryba, el andante del concierto en Si menor de Giovanni Bottesini, o movimientos de la tercera suite de Bach para cello solo.
A diferencia de la estancia anterior del proyecto (Dibujar la Música) el trato verbal no existe. La mayoría de los participantes tienen alta necesidad de apoyo y escasa comunicación verbal. Por eso la idea es dejar que fluya lo que tenga que ser. No se insta a nada a ningún participante: si no quiere pintar, no pinta. Que quiere un color o el otro, no importa. Que chorrea la pintura, tampoco.
Por lo general son dos sesiones para que el cuadro esté terminado y firmado.