A salón repleto, este jueves 19 se desarrolló el coloquio “Psicología y Diversidad Sexual: ¿La institución se acerca a la sociedad civil?”, organizado por el Centro de Estudios de Contrapsicología (CEC). En la ocasión, además, se lanzó el segundo número de la publicación “Pánico en Crisis”, boletín de contrapsicología y estudios críticos.
El coloquio, desarrollado en dependencias de la Universidad Alberto Hurtado, contó con la participación de académicos y representantes de movimientos sociales por la diversidad sexual, quienes problematizaron la práctica social de la psicología en relación a temáticas de derechos humanos y lucha social.
Juan Carlos Cea, del CEC, indicó en la apertura que la actividad persigue reflexionar y criticar la actuación de la psicología en relación a la diversidad sexual y los derechos humanos, recalcando que el “título tendencioso del coloquio” se justifica en la medida en que la psicología, como “institución de poder”, se opone a los intereses de la sociedad. Según Cea, la despatologización de la homosexualidad no se produjo tras un descubrimiento científico, sino por la acción de los movimientos sociales, lo que confirma que la discusión científica sobre un hecho, “presuntamente objetivo, está mediado por consideraciones de tipo ético, políticos y sociales”.
La conferencia se inició con Santiago Valenzuela, psicólogo y representante del Movimiento Unificado de Minorías Sexuales (Mums), quien expuso el caso de un adolescente de 15 años sometido -a petición de sus padres- a una terapia de “cura de homosexualidad”. El profesional demostró el carácter violento de la terapia, basada en la “satanización” de la identidad homosexual, relacionándola con la promiscuidad, la marginación, el consumo de drogas, la pedofilia y, en definitiva, con la infelicidad. Los resultados de la terapia en el joven habrían derivado en depresión y en un deterioro grave de las relaciones con sus padres.
Sergio Sepúlveda, psicólogo y docente universitario en el área de psicoanálisis lacaniano, realizó una introducción a la teoría queer, “una mirada heterodoxa sobre los propios cuerpos, en donde el sexo puede ser cualquier cosa y en cualquier lugar”. Para Sepúlveda “el movimiento queer le exige a la política gay, lesbiana, desprenderse de la especificidad del deseo homosexual, para anclarse en una relación común con todos los sectores geográficos de la sociedad considerados como anormales: las minorías raciales, étnicas, los ceropositivos, los presos, los drogadictos, los inmigrantes ilegales, etc”. Es decir, ampliar las nociones, reivindicaciones y estereotipos gays, estableciendo una alianza estratégica junto a todos “los hombres infames” (Foucault), en un acto político-sexual que subvierta y supere la heteronormalización hegemónica, incluso en la propia visión que los homosexuales tienen sobre si mismos.
Posteriormente, Alberto Roa, periodista del Movimiento de Liberación Homosexual (Movilh) enumeró diversos avances en áreas como medios de comunicación, educación, iglesia, Estado, derecho y sociedad, relativos a la no discriminación y el respeto por la diversidad sexual. Sin embargo, señaló que en la psicología aún no hay una revolución anti-conservadora, “pero sí una contrarrevolución que complota contra todas las iniciativas que buscan avanzar en temas de diversidad sexual y respeto a minorías”.
Luego, Franco Fuica, representante de la Organización de Transexuales por la Dignidad de la Diversidad (OTD) comentó la labor de visibilización pública del tema y el apoyo integral que realiza la organización a personas transexuales hombres y mujeres. Mediante numerosos casos –incluido el suyo: Franco antes era Minka-, relató los conflictos personales y sociales que atraviesan las mujeres y hombres que viven la contradicción entre su mente y su cuerpo.
Para finalizar, Yuri Aguirre, representante de la Organización Chilena de Estudiantes de Psicología (Ocep), centró su intervención en el actuar que deben tener los estudiantes de psicología en el actual contexto, donde instituciones universitarias como la Universidad de Los Andes y varios psicólogos relacionados a ésta y a la Universidad Católica, consideran la homosexualidad como una enfermedad y una “aberración antinatural” –contraviniendo los derechos humanos y la despatologización aprobada por las propias organizaciones internacionales de psiquiatras y psicólogos desde 1973- y realizan terapias para curarla, con la aprobación, a través de los medios de comunicación, de Leonardo Villarroel, actual presidente del Colegio de Psicólogos de Chile.
Aguirre llamó a los estudiantes a paralizar sus actividades el próximo viernes 27 de agosto y a realizar una movilización para exigir la renuncia de toda la actual directiva del Colegio de Psicólogos.
PÁNICO EN CRISIS
En la ocasión, también se presentó el segundo número de la revista “Pánico en crisis: Boletín de contrapsicología y estudios críticos”. La publicación es una plataforma de “participación y diálogo entre estudiantes, académicos y actores sociales en las más diversas áreas y disciplinas, con el sentido de promover la crítica a lo instituido, a sus fundamentos e implicancias, como también la creación de nuevas vías de acción y pensamiento para el cambio social”, señalan sus editores.
Como señala el sitio web del CEC, la contra psicología se opone a la psicología tradicional, denuncia al modelo clínico, en cuanto terapia significa servir y cuidar al status quo, es estudio desde una posición crítica sobre el pretendido status científico de la psicología y también es actividad, en la medida en que intenta articular un movimiento que lucha por los derechos de los ciudadanos que caen en el sufrimiento emocional, en la locura, en la marginación, producto de situaciones complejas que dependen del contexto histórico-social actual. De este modo, el sentido de la contrapsicología es humanizar la psicología, ponerla al servicio de la ciudadanía y no bajo los intereses de la dominación, denunciarla como ideología y cuestionarla en sus implicancias, fundamentos y prácticas.
Por Cristóbal Cornejo
El Ciudadano