En el escritorio de Felipe Quezada Garrido, presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción, hallamos un panfleto del colectivo Para todxs, todo. “Nuestra propuesta: ¡Toda la educación al Estado!”, se observa en portada.
En el cuerpo se lee: “Hoy, el gobierno no ha tenido la habilidad de que toda la lucha estudiantil gire en torno a su reforma. Ésta, a nivel discursivo, se caracteriza por incluir gran parte de las demandas que el estudiantado levantó en 2011. Sin embargo, si la analizamos críticamente, nos daremos cuenta cómo se trata de un velo para revitalizar y legitimar el mercado educativo y la privatización y elitización del conocimiento”.
Hay una parte que está incompleta, pero el estudiante de Derecho se encarga de ofrecernos inmediatamente otro ejemplar. Mientras lo hace, repasa los inicios del Para todxs, todo: comenta que se formó en 2012 al calor de la movilización estudiantil, con miras a forjar una visión de izquierda revolucionaria, potenciar los trabajos de base y generar organización dentro de cada espacio. “Volver a lo más pequeño y acotado”, señala. En otras palabras, volver a los espacios que fueron disueltos por la represión de la dictadura y por “el dulce que se le tiró el pueblo con el plebiscito y la transición a la democracia, que finalmente no generó mayores cambios estructurales”.
En la entrevista se muestra dispuesto a “demarcar y desmarcar posiciones” con la reforma educacional que impulsa el gobierno de Michelle Bachelet. Señala que el Partido Comunista, embebido hoy a la Nueva Mayoría, ha generado un letargo en las transformaciones que exigió el movimiento social en 2011. Afirma que la gratuidad de Bachelet es falsa, que no hay iniciativas reales desde el gobierno para terminar con la segregación en la educación superior, y que el bloque político de la Concertación, que defendió por años la consolidación del modelo neoliberal en diversas áreas del Estado, sigue aún latente.
-¿Cómo se ha dado la movilización estudiantil dentro de la Universidad de Concepción este año?
Se ha dado una lógica un tanto distinta a la de años anteriores, no solamente por la dinámica producida entre los estudiantes de la universidad a nivel interno, sino por aquella que se ha dado a nivel nacional con la Confech, una política más ‘dirigencial’. Eso también tiene su expresión dentro de la universidad y en otras federaciones. Si bien, terminado el proceso se podrá decir si fue positiva o no la táctica que ellos adoptaron, en realidad a nuestro juicio no lo fue. Se trató de apostar más que nada por una política de “incidencia” dentro de la reforma, pero ese “incidir” terminó teniendo, como consecuencia, que se empezaran a hacer concesiones al gobierno, aplacando ciertos procesos de movilización. Por ejemplo, que se llamara a muy pocas marchas este año. No ha habido más de cinco. También en el sentido de que la política se ha manejado, más que nada, en base a la capacidad de gestión que puedan tener los miembros de la mesa ejecutiva de la Confech en sus reuniones con el ministro, siempre hablando de cúpulas ‘dirigenciales’ más que apuntando al estudiante como el sujeto esencial que se ha movilizado por las demandas de la educación.
-¿Cuál sería entonces la postura que plantea la FEC ante ese giro ‘dirigencial’ de la Confech y las concesiones que has mencionado?
Nuestra postura es la misma que se ha mantenido en años anteriores. Más que nada, apuntar al trabajo de base dentro del estudiantado, levantar una movilización desde el sujeto estudiante desde espacios reducidos. Pero eso es complicado cuando existe un conjunto de organizaciones políticas que están apostando a llevar la discusión a nivel ‘dirigencial’, y en ese sentido terminan criticando y tratando de anular cualquier iniciativa que apunte a algo distinto.
-¿Piensas que la inserción del Partido Comunista en la Nueva Mayoría ha amortiguado el proceso de cambios en la educación, con dirigentes que partieron abrazando las consignas que hoy recoge como suyas el gobierno de Bachelet?
Creo que de todas maneras ha sido un elemento que ha aplacado de manera importante el nivel de movilización. No ha sido el único. Ahora, el tema es que también se utilizan recursos retóricos para hacer parecer incluso que la posición de quienes apuestan más por movilizarse que por “incidir” – como mencionaba anteriormente sobre la reforma – sea una posición que se termine homologando a la derecha. Eso es una mentira.
Hay que aclarar que la reforma, en los términos del programa de la Nueva Mayoría, no significa una reforma estructural. Lo que se requiere es que se acabe con el mercado de la educación, con la segregación y con el lucro. Querer eso no es lo mismo que plantea la derecha, que quiere mantener la educación tal cual está hoy. Ellos también temen que esta reforma llegue, eventualmente, a avanzar hacia el fin de todo eso. Pero hoy no lo está haciendo. Entonces hay una parte importante que ha jugado el Partido Comunista dentro del movimiento, en distintas plataformas que ha manejado. Incluso en organizaciones donde controlan la dirigencia bajo la contravención de sus bases, como es el caso del Colegio de Profesores. Hay otros actores sociales donde tienen inserción, como la Cones, que también terminan jugándole un rol validador al gobierno, pero que finalmente no son representativos del conjunto del estudiantado en Chile.
Otro elemento central durante el año, que también ha jugado un papel, fue el rol que asumió el llamado bloque de conducción dentro de la Confech, compuesto por el FEL, la UNE y la Izquierda Autónoma, dentro del cual se vio una posición bastante similar a la planteada en su momento por el Partido Comunista, del buscar “incidir”. Pero traducida, esa incidencia significa sacar una pata de la calle y poner ambas en el lobby cupular, dejando de lado al estudiante que ha dado la base de las transformaciones que se quieren llevar a cabo.
-En ese sentido, ¿en qué grado estimas importante mantener las movilizaciones para que esta reforma que se está planteando no sea un mero maquillaje y se avance a un cambio estructural en el sistema de educación superior?
En cuanto a la presión social, que es un elemento importante, hay que tener en consideración cómo se instaló el tema de la crisis de la educación. Fue a costa de movilizaciones, protestas, y a costa de una masividad importante que se ganó en base a una demanda que era muy justa. Hoy el escenario sigue siendo el mismo. Hoy sigue existiendo la segregación, el mercado educativo y el lucro. La educación no se asegura como un derecho. Entonces en un primer momento, claramente hay que seguir la vía por la cual se instaló el tema. Actualmente no tendríamos a una Nueva Mayoría tratando de cooptar una movilización estudiantil si no hubiese sido porque fueron los mismos estudiantes, profesores y actores que se movilizaron, agrupados o no – porque no solamente se movilizaron los profesores del Colegio de Profesores – quienes posicionaron el tema.
-¿Y cuál piensas que es la herramienta para enfrentar esa cooptación de la Nueva Mayoría a la que te refieres?
En primera instancia hay que demarcar posiciones y desmarcar posiciones. Hay que desmarcarse de la postura que está teniendo el gobierno, que supuestamente apunta a una transformación de la educación. Pero es necesario demarcar hasta qué punto llega eso.
Veamos en qué se ha traducido hoy el proyecto del fin al lucro en la educación. Con todas las indicaciones que el mismo gobierno le agregó, esto terminó transformándose en la misma figura que prohíbe el lucro en la educación superior. O sea, se permite que existan personalidades jurídicas “sin fines de lucro”. Pero eso no quita que se pueda arrendar el establecimiento o que sean los mismos sostenedores quienes se fijen su propio sueldo como personal administrativo, a través de lo cual se ha dado el lucro durante todos estos años. Entonces ahí hay un punto importante para plantear diferencias con el gobierno.
Ahora, hay otros puntos que se irán desarrollando en tanto se vaya haciendo esta demarcación de posiciones, lo cual no se ha dado, porque también hay un sector importante, que no proviene necesariamente de partidos alineados al gobierno, que han planteado que la reforma sigue siendo, de todas maneras, un avance. Pero si analizamos y nos ponemos a hilar más fino, en el programa de gobierno de Bachelet, la gratuidad que se plantea es falsa. Hoy se plantea una gratuidad solamente para los estudiantes que ingresan a aquellas instituciones que se acrediten, pero el Estado no se está haciendo cargo de los estudiantes que ingresan a las instituciones más precarizadas donde sí se lucra, y donde la educación sí está totalmente abierta a una lógica mercantil, más que en las instituciones tradicionales. Encima de eso, los estudiantes que van a parar a esas instituciones precarizadas son los que más sufren la segregación. Por eso llegan a esas instituciones que no se van a acreditar y que no tendrán gratuidad.
Es ese tipo de cosas las que el gobierno viene a proteger. Va a seguir protegiendo a estos privados y no va a modificar la libertad de enseñanza en esos sentidos. Mientras el gobierno no acabe con los privados en la educación, no va a estar dando una señal de avance claro en cuanto a terminar con el mercado educativo. Y en tanto eso ocurra, muy difícilmente se va a plantear una reforma estructural.
-¿Piensas que era más fácil generar movilización bajo el gobierno de Piñera que con Bachelet a la cabeza?
Claramente, porque estaba la derecha en el poder. Entonces todos, desde la Concertación hacia la izquierda, estaban en contra del gobierno. Con distintos intereses, se levantó una movilización a través de la cual algunos pretendían desestabilizar, dejar mal parado al gobierno, y otros efectivamente quisimos cambios reales dentro de los puntos que generaron la movilización.
Pero finalmente hay que saber jugar en todos los escenarios y entender, además, que siempre existirá este bloque político que es la Concertación, quienes perfeccionaron el modelo neoliberal en Chile, quienes dieron continuidad al gobierno de Pinochet en democracia, vendieron los caminos, reprimieron sistemáticamente al pueblo mapuche, aplicándoles la Ley Antiterrorista, y privatizaron las aguas y un montón de áreas dentro del país. Ese bloque político va a seguir estando presente, interviniendo en las condiciones que hoy existen. Está en nosotros, como mundo social, subvertir esa lógica e instalar los temas y lograr generar las transformaciones que el pueblo tanto necesita.
-En cuanto a la intensidad de la represión policial que han sufrido los estudiantes en Concepción, ¿ha variado algo en relación al gobierno anterior?
No ha cambiado para nada. Ha existido el mismo nivel de criminalización. Incluso, ha habido una cantidad similar de Fuerzas Especiales de Carabineros en las calles, en cada manifestación. Acá en Concepción hemos tenido expresiones bastante decidoras de ello. La primera marcha nacional que se realizó terminó en la Universidad del Biobío, con una fuerte represión de FF.EE. y muchos detenidos y menores de edad golpeados. También hay episodios simbólicos. Marchas terminadas en Plaza Perú donde, sin mediar ningún tipo de provocación ni desorden público o barricadas – que ha motivado el actuar de Carabineros en otras ocasiones – el personal de FF.EE. actuó muy violentamente, intentando ingresar dos veces a la casa de la FEC, golpeando a miembros de la mesa, entre los cuales se vio involucrada la secretaria de Bienestar y yo, en forma personal. También se han dado otras situaciones, como montajes contra compañeros. En Santiago mismo hubo un episodio similar en contra de estudiantes de la Universidad de Chile.
Entonces el nivel de represión no ha cambiado para nada, salvo que no ocurre en un gobierno de derecha o en dictadura, sino cuando gobiernan aquellos que supuestamente lucharon contra la dictadura, manteniendo el mismo nivel de fuerza policial en las calles, aplastando, maltratando y criminalizando a quienes protestan contra las injusticias de este sistema que ellos mismos han propendido a mantener.
-Luego del bombazo en el SubCentro de Las Condes un reportaje de Canal 13, que fue criticado ampliamente por distintas organizaciones, vinculó a colectivos estudiantiles con los bombazos. ¿Piensas que existe en marcha una estrategia comunicacional para vincular maliciosamente el terrorismo con las movilizaciones estudiantiles? ¿Se ha dado en la región esa criminalización, esa instalación del temor asociado a demandas sociales?
Vinculación directa entre colectivos de la zona y los bombazos no ha habido en Concepción. Pero en el contexto del 11 de septiembre se dieron varios avisos supuestos de bomba que sirvieron de precedente y excusa para impedir que el once se marchara.
Esa misma semana hubo una represión muy dura a una marcha estudiantil. Se acusó a un grupo de estudiantes feministas de portar material incendiario cuando iban a hacer una performance y al día siguiente no se dejó marchar. Muchos de los que participamos quedamos mojados por el agua del guanaco y golpeados, entre familias y ex presos políticos. Sirvió más de excusa que como intento de criminalización en particular, pero sí ha tenido su expresión local. Ahora, dentro de todo este tema de los bombazos, mediáticamente se ha manejado mucho para hacer una vinculación directa entre ellos y el movimiento estudiantil y social en general, claramente con la intención de criminalizar la protesta, y tener la justificación para reprimirlo más abiertamente.
-Si tuvieras que compactar un mensaje para manifestar tus aprehensiones a la reforma educacional, interpelando directamente al ministro Nicolás Eyzaguirre, ¿de qué forma lo harías?
Bueno, más que hacer una interpelación, yo en concreto haría una manifestación gigantesca de personas que exijan el aseguramiento de la educación como un derecho. Ahora, ¿a qué apuntaría? A establecer de manera clara que esta reforma no es la reforma estructural que se demandó, que no significa poner un fin a la educación mercantil, que no significa acabar con la crisis del conocimiento y la segregación, y sólo viene a hacer un ajuste a esta educación neoliberal, planteando una gratuidad falsa que viene a significar que se sigan entregando recursos directos del Estado a privados, perpetuando la lógica de la mercantilización.
Cerraría con una frase bien clara: hoy el Estado tiene que hacerse cargo de la prohibición a la educación que tiene el conjunto del estudiantado. Se tiene que escuchar la demanda popular, más que legislar en función de intereses de grupos económicos.
Fotografías: Ayleen Conejera
Matías Rojas