El movimiento se inició en principio en el campus Oriente de la UC y se trasladó a los días a la casa central, para visibilizar las demandas internas del estudiantado: entre la que se encuentra el fin del subcontrato de los empleados de aseo y ornato, la implementación de cátedras de género dentro de las mallas curriculares y un «Protocolo de abusos», donde la institucionalidad genere un espacio de denuncia e investigación sobre abuso y acoso sexual contra funcionarios y estudiantado.