En Chile hay un alto índice de acceso a computadores por estudiantes, pero se mantiene la brecha digital en el uso dado a las tecnologías, fenómeno que sólo se entiende al acoplar dicha diferencia a la brecha social que nos inunda.
Parte de los desafíos de la estrategia digital implementada por el gobierno chileno, en el reconocimiento de la importancia de las tecnologías de información y comunicaciones (TIC) para el desarrollo del país, se relaciona con incrementar el acceso a conectividad, principalmente en el ámbito de las escuelas, a través de cuatro líneas de acción, a saber: política tecnológica, programas y proyectos, desarrollo de la industria TIC nacional y un diseño institucional que permita la implementación de esta estrategia (1).
Hasta ahora esto se ha materializado en la entrega de equipos con conexión a internet. Se estima que al 2008 el promedio nacional de alumnos por computador es de 23, con un 75% de estudiantes con acceso a internet, de los cuales 67% accede a conexión banda ancha (2).
Pero la existencia de escuelas con más computadores e internet banda ancha ¿Acorta la llamada brecha digital? Indudablemente este concepto no refiere sólo al acceso a tecnología: hay que considerar el cómo utilizamos estas tecnologías.
Para el investigador David Contreras, el escenario social actual no garantiza un auténtico ingreso de los ciudadanos a la sociedad digital. Se pregunta: “¿Qué pasa con la valoración, uso y opciones de futuro que los distintos grupos sociales ven frente a las TIC?”(3).
Los estudiantes de las clases medias y altas utilizan las tecnologías de información y comunicación como parte integral en sus relaciones e interacciones, pero cosa distinta ocurre con los estratos sociales más bajos: el uso de las TIC no se relacionan con lo que Contreras denomina “una promoción social futura”(4), sino sólo transforma a niñas, niños y jóvenes en ‘navegadores’ del ciberespacio.
En un rápido análisis, esta situación se produce simplemente porque la brecha digital no ha sido vinculada con la brecha social, pese a que están directamente relacionadas no sólo en la dificultad en el acceso sino –y aún más importante- en el componente cultural asociado al uso de las TIC.
Esto es evidente en el planteamiento de las opiniones respecto al acontecer político y social por parte de los estudiantes que podemos apreciar hoy: niñas, niños y jóvenes ‘sin opinión’, la irrupción del ‘no estoy ni ahí, no me interesa’, extrapolada luego a la vida adulta.
Así, las TIC se transforman en una herramienta de entretención y acceso a información básica –por ejemplo para hacer tareas-, pero no se utilizan como plataformas de transformación personal y social.
Se trata de la alfabetización digital, concepto acuñado en la década de los noventa y que refiere al conjunto de destrezas y conocimientos para un desarrollo personal funcional en la sociedad de la información (5).
Rubén Martínez, director ejecutivo de Chilenter, destaca el hecho de que la brecha digital no solamente se enfoca desde la infraestructura: “en un corto plazo el tema de la brecha no va a pasar por infraestructura (…) se está colocando el ojo que la tecnología tiene el fin en sí misma y se desconoce un poco lo que pasa con la persona” (6). Concluye que “la brecha digital que enfrentamos hoy día ya no pasa por infraestructura, sino cómo esa tecnología se transforma en el beneficio de la persona” (7).
La idea es que las TIC permitan a niñas, niños y jóvenes “entrar a un mundo donde son iguales, en un mundo digital, en un mundo virtual donde tienen el mismo acceso al conocimiento, a la entretención, al desarrollo de otros mundos” (8).
No obstante es posible y totalmente válido que una persona sienta que no necesita de la tecnología, y ello no implica existencia de brecha digital pues desde una perspectiva técnica quienes hablan de la brecha, lo hacen desde la mirada de la cantidad de computadores disponibles y con eso “volvemos al tema de poner el ojo en la infraestructura”(9).
Pero si se necesita tecnología y no hay acceso estamos en presencia de brecha, alejando las oportunidades que genera la alfabetización digital. “Ésa es exclusión digital, ésa es exclusión social y ésa es marginación. Desde ahí es muy complejo poder desarrollarse” (10).
Es decir brecha digital no sólo refiere al acceso a TIC, sino que tiene una dimensión más profunda: brecha digital es una forma de agrandar la brecha social en términos de desarrollo personal y oportunidades.
Karen Zelaya
El Ciudadano
NOTAS:
(1) COMITÉ DE MINISTROS PARA EL DESARROLLO DIGITAL: “Documento estrategia digital 2007-2012” [en línea], en: Estrategia digital Chile 2007-2012, (2007) [citado el 28 de enero de 2010] http://www.agendadigital.cl/node/121
(2) MINISTERIO DE EDUCACIÓN: “Enlaces en cifras” [en línea], en: Enlaces, Centro de Educación y Tecnología Chile, (2009) [citado el 28 de enero de 2010] http://www.enlaces.cl/index.php?t=44&i=2&cc=1269&tm=2
(3) CONTRERAS, David: “La nueva (y peligrosa) brecha digital de los jóvenes” [en línea], en: Educar Chile, el portal de la educación, (2009) [citado el 28 de enero de 2010] http://www.educarchile.cl/Portal.Base/Web/VerContenido.aspx?GUID=e7750899-9a99-4dae-9f10-2ea2d777723b&ID=196568
(4) Ibíd., [en línea]
(5) MARTÍ, Carolina; D’AGOSTINO, Marcelo; VEIGA DE CABO, Jorge y SANZ-VALERO, Javier: “Alfabetización digital: un peldaño hacia la sociedad de la información” [en línea], en: Scielo, medicina y seguridad del trabajo, (2008) [citado el 28 de enero de 2010] http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0465-546X2008000100003&lng=es&nrm=iso
(6) Entrevista realizada a Rubén Martínez Muñoz, director ejecutivo Fundación Chilenter. La Florida, noviembre de 2009.
(7) Ibíd., 2009.
(8) Ibíd., 2009.
(9) Ibíd., 2009.
(10)Ibíd., 2009.