La importancia de filosofar sobre la ciencia

Uno de los grandes retos de la generación del conocimiento científico, además de producirlo, es el desarrollo de una visión autocrítica sobre su naturaleza, objetivos, estructura y repercusiones, en ese sentido la filosofía es su gran aliada.

La importancia de filosofar sobre la ciencia

Autor: Sebastian Saá

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La capacidad de filosofar y la actividad científica inmersa en sus procesos y sus respectivos resultados, parecen dos campos del conocimiento que no se interceptan. Sin embargo, la diversidad de las acciones humanas y sus efectos no están separadas ni distantes unas de otras, al final todo se entrelaza y se proyecta en la experiencia, el conocimiento y la historia del ser humano. De la forma en que el hombre se hace a sí mismo y su vida en el universo siempre queda un registro, una fuente de sabiduría a la que se debe volver recurrentemente para entendernos mejor y seguir avanzando. La filosofía y la ciencia son dos vertientes que convergen para alimentar esa fuente, y el hombre puede conscientemente reconocer esas coincidencias en función de un conocimiento integrado y con sentido, que apoya las bases de lo que se llama filosofía de la ciencia.

La filosofía de la ciencia implica una comprensión de lo que esta hace, de sus métodos, teorías, resultados e interpretaciones, entre otros aspectos. Conduce a una revisión reflexiva, con un estricto significado filosófico, es decir que debe constituirse en “un pensar riguroso” sobre el quehacer científico y sus consecuencias, así como lo afirma el Dr. Pablo Razeto, Director del Instituto de Filosofía y Ciencias de la Complejidad (IFICC), en una entrevista de la Radio USACH hace dos semanas.

La rigurosidad en la comprensión que ofrece la filosofía a la ciencia debe corresponder al nivel de la propia rigurosidad que persigue la ciencia desde sus frentes de acción. Con el aporte adicional, según el Director del IFICC, no solamente de “poner en perspectiva la visión que diferentes ciencias entregan sobre el mundo natural y social, sino que también reflexiona en perspectiva sobre la misma visión científica del mundo (…)».

¿Y cómo se construye esa amplia y profunda visión del mundo a partir de la filosofía de la ciencia? Pablo Razeto sugiere la idea de que la filosofía de la ciencia contribuye a superar los límites que se tienen con los sesgos profesionales e incluso personales, especialmente en el ámbito científico: “(…) tendemos a formarnos una visión del mundo a partir de la disciplina en la que nos formamos. Esa visión siempre es parcial; otras disciplinas miran el mundo de otra manera. Por otra parte, las personas también miran el mundo desde perspectivas que no son simplemente el resultado de la ciencia (…). La filosofía de la ciencia, no sólo explora las diferencias entre la ciencia, la pseudociencia y la mala ciencia, sino también su distinción y relación respecto a la ‘no ciencia’, lo que incluye la ética, la ideología, la religión, la metafísica y en general la filosofía misma (…). Para formarnos una visión del mundo coherente e integrada, la filosofía de la ciencia puede prestarnos ayuda”.uvirDr. Diego Romero, Director del Diplomado en Filosofía de la Ciencia con mención en Filosofía de la Física del IFICC.

La trascendencia de la filosofía de la ciencia

Todo parte de lo que concebimos como la esencia y ventajas humanas frente a las demás especies, y que permiten que delineemos el mundo a la medida de nuestras concepciones de lo que debe ser, y aún más, de lo que podría llegar a ser. El Dr. Diego Romero, Director del Diplomado en Filosofía de la Ciencia con mención en Filosofía de la Física del IFICC, alude a esta condición básica: “Somos probablemente los únicos animales que podemos preguntarnos por qué el mundo es como es, y si no somos los únicos animales que lo hacemos, ciertamente somos los únicos que contamos con un lenguaje suficientemente complejo como para que esas preguntas trasciendan a un individuo y puedan ser respondidas por una comunidad, o a través de varias generaciones”.

En este caso, la filosofía de la ciencia nos provee de una ruta y los medios para penetrar y entender los alcances de los diversos campos científicos en el mundo. Diego Romero lo describe como una construcción de un edificio gigante hecho a través de los siglos, “una catedral hermosa a la que todo humano, en principio, puede tener acceso y debiera tener derecho, que nos define de forma íntima como especie. Gran parte de ella, los pilares más altos y sólidos, la arquitectura más precisa y sublime, los detalles más sutiles y alocados los ha entregado la ciencia. La filosofía de la ciencia nos ayuda a entender esta catedral, a comprender para qué está hecha, cómo fue construida, sobre qué bases se sustenta, cuáles son los materiales y, más importante que todo lo anterior, nos ayuda a entender cuál es el mensaje encriptado en las paredes, es decir, complementa la visión no sólo de la ciencia como actividad humana, sino también del objeto de estudio de la ciencia, esto es, de la realidad misma”.

Esta referencia sobre lo que entendemos y percibimos como realidad, y cómo actuamos en ella, es una las guías fundamentales para que los individuos y las sociedades lleven a cabo transformaciones y planes de desarrollo en distintos contextos, y es la generación del conocimiento lo que propone la mayor cantidad de opciones para hacerlo. No obstante, para multiplicar el valor de ese conocimiento aplicado, es necesario que estemos atentos a sus repercusiones, especialmente las del conocimiento científico. En ese sentido, Pablo Razeto considera que debido a la velocidad de la producción científica es “cada vez más evidente la necesidad de estudiar, educar y desarrollar estudios sobre los alcances, la importancia y las potencialidades del conocimiento científico. El crecimiento ciego de la ciencia y la tecnología no llevan automáticamente al desarrollo y la felicidad humana, por lo que se requiere reflexionar sobre por qué y cómo dirigir nuestro esfuerzo por conocer y modificar el mundo».

La conexión entre filosofía y ciencia se convierte en una disciplina con la denominación propia de filosofía de la ciencia, al aportar una estructura particular que ordena nuestro pensamiento, evalúa la teoría y su aplicación sobre todo lo que nos rodea y de todo aquello que también pretendemos rodear.

Por Patricia Serrano Lobos

IFICC

www.ificc.cl


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