Mientras aún seguimos consternados por las aberrantes tesis avalando la pedofilia, realizadas en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, la pregunta del cómo pudo pasar algo tan grave en dicha casa de estudios, y la realización de un sumario respectivo, que genere las sanciones a los académicos involucrados, se vuelve tremendamente insuficiente y centrado únicamente en lo punitivo.
De ahí que más allá de seguir escarbando en lo ocurrido y generar nuevos controles para que tesis como estas nunca más sean aprobadas en ninguna universidad, deberíamos estar pensando también en políticas formativas a largo plazo, que generen las condiciones para que por fin tengamos una educación sexual integral (ESI), que permita construir un país distinto, en donde la prevención contra el acoso, abuso, la discriminación y la violencia sexual y de género sean prioridad para el Estado de Chile.
Si bien estamos conscientes que este episodio en la Universidad de Chile, agravado por las insólitas declaraciones de una de las directoras de las tesis, como lo es Marcia Ravelo, quien señaló que no existiría realmente una apología a la pedofilia en lo escrito (1), no podemos sino dar una respuesta política rápida al uso mal intencionado que están haciendo los sectores más reaccionarios del país para frenar cualquier intento de aprobar una nueva ley sobre educación sexual integral.
Lo señalo, ya que hay una cruzada explícita de parte de la nueva derecha en Chile y en el mundo, contra lo que ellos llaman ideología de género, siendo la educación sexual integral la forma concreta que ven que se materializaría supuestamente una agenda del mal que tendría por misión final el legalizar la pedofilia precisamente, responsabilizando de aquello al propio movimiento feminista y a quienes creemos en una sociedad más igualitaria, justa y protectora.
A simple vista pareciera una estupidez, pero con este tipo de aberraciones, como lo ocurrido con las tesis respectivas, solo alimenta estos discursos anti derechos, que se presentan como rebeldes frente al llamado globalismo y los grandes poderes supranacionales (ONU), pero que en la práctica no hace otra cosa que generar temor en la población, para así imponer su visión del mundo que niega la pluralidad de los seres humanos, en tanto distintos tipos de familias, diversidad sexual y de género.
No debe sorprender por tanto, que quienes se opusieron al proyecto de ley de educación sexual en Chile en el año 2020, impulsado por la diputada Camila Rojas, como también quienes se opusieron al artículo 40 de la nueva propuesta constitucional rechazada, que garantizaba el derecho a una educación sexual integral también, sigan afirmando que de aprobarse algo así en el país abriría la puerta para que docentes pudieran abusar sexualmente de sus estudiantes, como han señalado parlamentarios de ultraderecha, como Gonzalo de la Carrera y Rojo Edwards (2).
En la misma dirección, organizaciones ultra conservadoras como Con mis hijos no te metas, presente en Chile también, su vocera Ingrid Bohn es capaz de plantear que la educación sexual integral busca despertar el deseo y la actividad sexual de los niños, niñas y adolescentes y generar un adoctrinamiento de ellos desde el Estado, para imponerles identidades de género determinadas (3)
En ambos casos, solo se dedican a instalar mentiras, que no tienen ninguna relación con la educación sexual integral, la cual busca desarrollar factores protectores para prevenir el abuso sexual de adultos contra niños, niñas y adolescentes, respetando siempre su indemnidad sexual y el desarrollo progresivo, impulsando así el autoconocimiento, la afectividad, el autocuidado, la valoración por la diversidad y formas de relacionarse no sexistas.
Asimismo, existe suficiente evidencia internacional, de una larga lista de países con educación sexual integral en sus legislaciones, que muestra que la educación sexual integral se adecúa a las etapas de desarrollo de niños, niñas y adolescentes y es fundamental para desarrollar habilidades para la vida (4), lo que contradice todo lo señalado por grupos reaccionarios que quieren que la sexualidad siga siendo tabú en las escuelas y dejar las cosas como están.
Ante esto, la necesidad de modificar la ley 20.418 en Chile, la cual si bien plantea que los colegios deben impartir educación sexual, está solamente desde la enseñanza media y tiene un enfoque biologicista centrado en lo genital y en la fertilidad, lo que la hace ser una mirada reduccionista, incapaz de concebir a la sexualidad como algo mucho más integral, socioemocional y relacional, que debiera estar presente desde la pre básica en adelante.
Por lo mismo, esperamos que el anuncio del presidente Gabriel Boric y del ministro de educación, Marco Antonio Ávila, sobre el proyecto de ley sobre Educación Sexual Integral (5) se concrete este año, ya que se vuelve urgente retomar una discusión así, en un país que está muy al debe en esta materia tan descuidada históricamente y que termina afectando finalmente a los grupos más vulnerables de Chile.
Andrés Kogan Valderrama
Sociólogo
Diplomado en Educación para el Desarrollo Sustentable
Magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea
Con cursos de Doctorado en Estudios Sociales de América Latina
Profesional de la Municipalidad de Ñuñoa
Militante de Convergencia Social: https://sites.google.com/view/cslascondes
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1: https://diariousach.cl/profesora-guia-defiende-la-tesis-no-hace-apologia-a-la-pedofilia
2: https://www.youtube.com/watch?v=UiLxSdufcTU
3: https://web.facebook.com/watch/?v=670530543713736
4: https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000377963_spa/PDF/377963spa.pdf.multi
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