En Chile los profesores ganan la mitad del sueldo promedio de los países de la OCDE y son los que trabajan más horas.
Roxana Santander (52) se levanta todos los días a las 5:30 de la mañana y vuelve a las 17:30 a su casa. Desde hace 21 años es profesora de Lenguaje y Comunicación de la Universidad de Osorno.
A los 27 años ya se había casado y tenía dos hijos, pero un día se miró al espejo y no se encontró. Era dueña de casa y madre, pero no era suficiente. A pesar de las dificultades futuras, decidió estudiar y tomar como lema “Querer es poder”. Por lo que al poco andar, decidió trabajar en colegios con riesgo social.
“Trabajé en un colegio particular-subvencionado los primeros tres años de mi vida profesional, pero me di cuenta de que ahí no me necesitaban. Me apasiona lo que hago, la sufro, pero no me arrepiento un segundo. Quería estar en un colegio en el que yo hiciera falta, donde no sobraran los recursos, pero hubiera vocación y disposición”, dice Roxana.
Así fue como llegó al colegio Santa Marta de Liray, en la comuna de Colina. Establecimiento municipal en el que trabaja desde hace 18 años. “Me siento afortunada de estar en este colegio”, dice Roxana.
En Chile hay aproximadamente noventa mil profesores que trabajan en establecimientos municipales, mientras que la cantidad de alumnos llega a casi un millón y medio. En este tipo de colegios es común que los profesores tengan en la sala entre 45 y 50 alumnos, mientras que el promedio de los países de la OCDE es de 24 estudiantes.
Para la licenciada en Sociología de la Universidad de Chile, Camila Guajardo, la educación escolar municipal está muy por debajo de lo que debería ser. “Tiene problemas estructurales graves, ya que el sistema educativo en Chile se basa en el lucro y la calidad se asocia a cuánto pagues, por lo que básicamente, la educación municipalizada no cumple con su propósito social que es promover la movilidad social y disminuir la desigualdad”
Aunque la educación municipal tiene más desventajas que beneficios, la vocación supera cualquiera impedimento.
Roxana tuvo un alumno que la marcó como pedagoga. Jaime cursaba sexto básico cuando se conocieron. Sus padres eran una mezcla de problemas económicos y adicciones. Roxana que no pudo dejar pasar por alto esta situación, comenzó a conversar con su alumno durante los recreos o en encuentros en el pasillo. Jaime era insolente y desordenado, más de un profesor había pedido que lo cambiaran de curso porque hacía difícil la jornada. Pero a Roxana no le importó. No lo enfrentaba, sino que lo trataba con paciencia.
«No lo hostigaba ni intentaba ser autoritaria con él, partí preguntándole si necesitaba algo o si tenía hambre. Muchas veces le di dinero y le conseguí uniforme porque su familia no hacía mucho por él, lo consideraban un caso perdido» dice Roxana.
Y agrega que » su cambio fue lento, tomó muchos años. Pero ahora con orgullo puedo decir que Jaime entró a la Escuela de Carabineros y su vida está lejos de ser igual que la de sus padres».
Un estudiante durante el período de 1° básico a 4°to medio, está en promedio 12 mil horas frente a un profesor. Según las últimas estadísticas de Elige Educar, aproximadamente 160.000 profesores trabajan en colegios con más de 60% de alumnos que están en situación de vulnerabilidad.
En 1996 se descubrió un fenómeno llamado “Efecto Pigmaleón” o conocido más popularmente como profecía autocumplida. Esto consiste en que se comprobó que las expectativas que tienen los profesores sobre las capacidades de los alumnos, influyen en el aprendizaje efectivo de los estudiantes.
Juan Ojeda (38) es profesor de Educación Física de la Universidad Santo Tomás. Durante 15 años trabajó en establecimientos educacionales de carácter privado. Reconoce que nunca se había cuestionado profundamente su rol como educador en colegios vulnerables.
“Durante mucho tiempo creí que yo no era el cambio que se necesitaba, que yo solo no iba a lograr cambiar la educación en este país, pero en una visita a un colegio de alto riesgo social, me di cuenta que estaba equivocado”, dice Juan.
Hace un año y medio postuló al programa del Ministerio de Educación, “Directores para Chile”. Concursó para la comuna de Pudahuel e Isla de Maipo. Después de muchas entrevistas, formularios y burocracia, quedó seleccionado dentro de los pocos profesores que logran ganar este puesto.
Fue designado en la comuna de Pudahuel, en el colegio municipal Puerto Futuro, en donde los alumnos en riesgo social superan el 80% de los casos. Su motivación principal para asumir este desafío fue trabajar con niños que vivieran en contextos problemáticos y tuvieran pocas posibilidades de surgir.
“Como profesor en el aula uno puede influir a los niños en la manera de hacer clases, en las conversaciones. Pero como director mi meta es convertir esta escuela en un medio que genere oportunidades de desarrollo. Estando en la dirección puedo manejar los recursos y participar en las decisiones de planes educativos, por lo que tengo una mayor injerencia en las soluciones prácticas a los problemas que aquejan a todo el colegio, desde funcionarios hasta alumnos y apoderados.”
Actualmente un 45% del total de estudiantes chilenos, asiste a un colegio municipal. Durante la vida laboral de un profesor, puede llegar a educar aproximadamente a 6.000 niños.
Elia Inés González Barraza (66), es profesora de Estado en Educación General Básica de la Universidad de La Serena, siempre supo que quería ser profesora. Trabajó 33 años principalmente en establecimientos municipales y fue docente en un colegio rural unidocente, todo en la comuna de Salamanca.
Aunque reconoce que en el sistema municipal se trabaja en forma desfavorable, con pocos incentivos económicos, inseguridad y exigencias, prefiere el sistema municipal porque se atiende una gran diversidad de alumnos con realidades sociales muy diferentes, en donde se deben sortear obstáculos y desafíos para obtener logros.
Elia jubiló hace cinco años, pero sus recuerdos y vivencias están intactos en su memoria.
«Mi experiencia más importante fue ingresar a trabajar por primera vez en la Escuela Particular n 57 de Panguesillo, establecimiento que era unidocente, donde asumí la responsabilidad de sostenedora, directora y profesora. Atendía a 90 alumnos y alumnas de 1° a 4° básico en cursos combinados», explica la profesora.
«Mis alumnos y alumnas pasaron a ser parte de mi vida laboral y personal, allí fui profesora, mamá, enfermera, asistente social, psicóloga, peluquera ,juez y abogado, de alumnos y apoderados», agrega Elia.
Al igual que miles de profesores que han denunciado los bajos sueldos y malas jubilaciones a través de manifestaciones sociales, Elia no está conforme con la pensión que recibe. En Chile un profesional del sector educacional gana un sueldo en promedio 2,6 veces más que una persona que no tuvo educación superior. Sin embargo, los profesores en su mayoría jubilan con el equivalente a un sueldo mínimo.
El nivel de los sueldos de los profesores no es un tema menor, ya que muchos de ellos no sienten que su labor sea retribuida de manera justa en términos monetarios.
“A veces es muy frustrante, siento que no se valora realmente nuestro esfuerzo, es como una labor silenciosa que tiene un impacto muy significativo en las realidades de los niños, pero nadie se fija, por eso no dejé que ninguno de mis hijos fuera profesor, no quería que se decepcionaran del sistema educacional, yo amo lo que hago, pero se sufre harto”, dice Roxana.
Chile destina el 4% de su PIB a la educación. Un poco por debajo del 4,8% del promedio de países que conforman la OCDE. En el sector público se sitúa como uno de los tres primero países en cuanto a inversión, sin embargo, Chile ocupa el puesto número 32 en el ranking de calidad educacional. Situación que a la profesora Roxana Santander no le parece sorprendente, ya que para ella la falta de recursos se debe a una mala gestión y no a la falta de dinero.
Según Juan Ojeda, el principal problema de la educación municipal es el gremialismo.
“Los administrativos prefieren sus colores políticos antes que los niños. Por eso muchas veces los fondos se desvían y nadie sabe a dónde van”, dice Juan.
Dentro de los países de la OCDE, los profesores en Chile ganan un 30% menos que los demás y trabajan en promedio dos mil horas, cantidad que supera a todos los países de esta agrupación.