La recordada vocera de la revolución pingüina de 2006, María Jesús Sanhueza, accedió a conversar de forma exclusiva con El Ciudadano confesando que “estoy harta que los medios de comunicación me persigan para que hable. Ellos no entienden que hoy es necesaria la existencia de nuevos voceros y que hoy mi función es mucho más política. No me interesa salir en la tele, si no el trabajo de los cordones territoriales comunales”.
La “joshu” como le llama su gente, está preocupada de no figurar y de mojar la camiseta para que las asambleas territoriales avancen paso a paso: “Este es un proceso que no tiene hora ni fecha. Lo importante es que estamos dando señales de que seguimos vivos, y que la movilización es sólo una de las tantas formas de mostrar el poder estudiantil”, agrega la dirigente, quien dice tener como referente a las sindicalistas de principios del siglo pasado (1920), defensoras de los derechos humanos, mujeres ícono como Elena Caffarena.
Con ideas claras y convicciones profundas, la otrora vocera del movimiento pingüino rompe su silencio y raya la pizarra.
-¿En qué están ahora?
-El trabajo que se realiza es con perspectiva de proceso. Por lo menos en La Florida, que es la comuna en que estudio, realizamos un cordón comunal, pues nuestra visión de organización es el territorio, y la importancia radica en que cada espacio sea capaz de tomar sus propias decisiones. A lo largo de la Historia de Chile y de los movimientos, el pueblo no es considerado, pero al fin y al cabo, es el único legítimo para decidir su futuro. Este trabajo se replica hoy en otras comunas y regiones del país.
– ¿Cómo va el movimiento respecto al 2006?
-Comencé a participar en el 2004 cuando tenía 14 años en un colectivo del Liceo Carmela Carvajal, aparte estaba el Liceo de Aplicaciones, el Liceo 1 y eso era. Sin embargo, ahora vivo en una comuna donde no había organización y ahora sí la hay. Entonces veo que el proceso del movimiento secundario ha pasado de ser un movimiento muy chico, a tener grandes movilizaciones y ser un movimiento político, con objetivos y organización política.
-¿En qué parte funciona?
-En Ñuñoa, La Florida, Santiago Centro, Maipú, Puente Alto, Pudahuel. Por ejemplo, en la calle de mi colegio hay cuatro más que poco a poco se fueron sumando al cordón.
-La desaparición de los voceros relevantes del movimiento ¿De qué forma les afecta?
-Lo importante es que el trabajo no pase por una persona específica, que no pase por mí ni por él. Así el movimiento va a perdurar estando presente en más compañeros, luego los secundarios salimos del colegio y alguien debe quedar como responsable de seguir el trabajo.
-¿Cómo se produce el proceso de desmovilización?
-Vivimos una fuerte desmovilización, donde se expulsaron compañeros que se movilizaban. Se aplicó la Ley Penal Juvenil. Hay compañeros en Fiscalía Militar firmando después de un año. Sin embargo si ves la Asamble, respecto del 2006, está menos movilizada. Hay menos marchas, se bajaron las tomas de golpe y porrazo: al “Aplica” (Liceo de Aplicación) y al Amunátegui los desalojaron 7 veces. No había como remontar el proceso de movilización, pero sin embargo el proceso de organización y articulación es más complejo y de largo aliento. Eso nadie lo ha detenido ni lo va a detener.
-¿Influyó el aparataje del Estado y las comisiones?
-Al hacer el análisis pasado el tiempo, vemos que el único error es haber trabajado en el Consejo (Asesor), el haber creído en el gobierno, y finalmente desmovilizarnos, desradicalizarnos.
-¿Les descoloca que les pongan de intermediario a una ministra “amigable”?
-El tema del ministro no. Descoloca más bien la represión, pues desde los secundarios de la Asamblea, nunca se tomó un acuerdo con la ministra. Nos bajamos del Consejo Asesor, nunca firmamos un papel ni en el tema del pase. Hubo un intento el año pasado de crear un nuevo referente donde participó la directiva del Instituto Nacional, la del IMBA, pero fue un intento que no tuvo mucha trascendencia con las bases. Así hoy todos los colegios se están organizando y entendiendo el valor de la Asamblea, ahí están los del Lastarria, los del IMBA, del Borgoño, del Liceo 7 , del Carmela, etc.
-Tenían antecedentes, el 2006, sobre los escándalos de corrupción en Educación
-Sí, de cierto modo. Es algo que vemos a diario. En nuestros colegios se falsifican las asistencias, no se dan todas las becas alimenticias, siempre el rumor de pasillo “que el sostenedor es un ladrón”. De hecho la consigna de las movilizaciones del 2006 era contra la educación de mercado, contra el lucro, y en el tema financiamiento. Nuestra demanda era el fin a la subvención y eso salió de un Congreso donde participaron delegados de todas las regiones del país. En ese entonces ya vivíamos claramente el tema de la corrupción.
– ¿Qué te parece que sus demandas no estén dentro de la Ley General de Educación, próxima promulgarse?
-Era de esperarse, puesto que el Consejo nunca fue una instancia representativa de los sectores sociales, y es por eso que movilizarnos ya es un tema que se baraja al interior de la asamblea. Lo que falta es una cosa mucho mayor. Más que una ley, se trata de transformar el sistema, eliminarlo de raíz. Si la educación es de mercado, es porque vivimos en un sistema de mercado.
Bruno Sommer Catalán