El libro Control Social y Objetivación: escrituras y tránsitos de las Ciencias en Chile, editado por el Grupo de Estudios en Historia de las Ciencias (GEHC) da cuenta de lo fructífero que pueden ser los análisis a la historia de las ciencias y el pensamiento en Chile, en su vinculación con el poder y la determinación de las relaciones sociales. En el libro confluyen historiadores, sociólogos y filósofos que escudriñan en las ideas que han configurado en el pasado y genealogía de lo que hoy hallamos verdadero.
El libro reúne 12 trabajos presentados a las Primeras Jornadas en Historia Social y Cultural de las Ciencias, realizado en Santiago en 2010. Dicha instancia, convocada por el GEHC se propuso dar cuenta del estado de investigaciones en ámbitos como la demografía, la bio-política, la epistemología, la eugenesia, la criminología, la medicina, entre otras áreas del saber científico, sus relaciones, marcos temporales, territoriales y políticos.
Tal como dice la presentación del libro se evidencia el “interés por aproximarse al papel que le cupo al saber-verdadero-de-la-ciencia en la estructuración de los grandes ejes temáticos que han acaparado la atención de la historia política, económica, social y cultural”. Las investigaciones dan cuenta de cómo “las ciencias han moldeado la formación del Estado, de la Política Económica, de las instituciones sociales –incluida la manida variable del Control Social- y por supuesto, el campo de las representaciones y apropiaciones”.
Así tenemos un estudio sobre los imaginarios sociales y políticos de la Matrícula de Alday (1777-1778), hecho por la historiadora Alejandra Araya, que analiza los patrones de matrículas y padrones de feligreses mandados a hacer por el obispado de Santiago. Araya sostiene en el resumen del artículo que tal registro “nos introduce en las grafías mentales del territorio bajo control, sus habitantes y las diferentes escalas de observación puestas en juego al anotar nombres y números”.
Más que reseñas del desarrollo de disciplinas, o limitarse a contar las peripecias que llevaron a tal o cual descubrimiento o una apología a la influencia de los científicos en la sociedad, las investigaciones apuestan a dar luces sobre “aquellos puntos históricos en que el saber y la práctica científica han sostenido a las relaciones sociales, el campo institucional y el variopinto universo de las representaciones”- según se destaca a poco iniciarse el libro.
Prologado por la investigadora argentina Marisa Miranda, los textos se estructuran en los ítems: Del saber académico a las relaciones sociales: el problema de la circularidad ‘poder-saber’; La ciencia en la encrucijada de la Intervención Social; y en Tránsitos epistemológicos del saber-verdadero: condiciones de emergencia y las tensiones tras la ‘encarnación periférica’.
Los textos en su mayoría dan luz sobre un periodo histórico de emergencia de un control político sobre la población. Desde fines del siglo XIX se ajusta en Chile una noción de poder que ya no centrada en reprimir a los ociosos, vagabundos y mal entretenidos de los siglos anteriores, sino que de incorporar a la población dentro de una economía nacional. Así, las ciencias rectoras de las preocupaciones públicas en aquel momento fueron de fundamentalmente de matriz biológica, sucediéndose la antropometría, la higiene, la eugenesia, la higiene mental y medidas de ‘profilaxia’ para el cuidado de una raza fuerte y vigorosa.
Al cuerpo sano y robusto del sujeto popular se le oponen los cuerpos degenerados, sobre los que se promulgan medidas en ‘defensa de la raza’. Asistimos al momento histórico en que la ciudad es medicalizada.
El libro ofrece análisis de este proceso en sus múltiples despliegues. Así tenemos “…En el caso que nos ocupa es extraordinariamente difícil discernir el estado mental del acusado…: Despunte de la medicina legal positivista y la coordinación precaria con la justicia criminal. Chile, segunda mitad del siglo XIX”, de Víctor Brangier, investigación que se enfoca en la coordinación operativa entre la medicina mental positivista y la justicia criminal en Chile durante el siglo XIX.
Matías Pérez en “Hacia una Historia de la Higiene Pública: El concepto de Higiene como mecanismo de control social en Santiago de Chile (1870-1930)”, da elementos para entender como el Estado asesorado por el estamento médico elabora un discurso de control social y genera una serie de instituciones que “sustentarán el discurso de control social a través de políticas sanitarias específicas”.
Otra aproximación al tema es la de Marcelo Sánchez, quien en “Del darwinismo a la escena social y la norma biopolítica: la idea de “la lucha por la vida” en un caso de la literatura popular chilena de 1920”, escoge como objeto de análisis el Almanaque 18, donde identifica “un proyecto normativo de carácter biopolítico, cuyas bases científico ideológicas remiten al darwinismo y a las metáforas bélicas que tiende a la población como recurso económico y reserva militar del proyecto nacional”.
Por su parte Silvia Lamadrid explora la “utilización del argumento de la cientificidad por parte de los medios de comunicación para la validación de sus contenidos”, concentrándose en “los mensajes referidos a las normas, valores y roles de género”, en su texto “Las nuevas ciencias humanas como instrumento de normalización de género. El uso de los “test” en las revistas juveniles de los años 60”.
Las miradas son amplias y los enfoques son desde diversas disciplinas del saber; todas en sí dan cuenta de lo plástico que resulta ser el enfoque biopolítico y lo fructífera que puede ser la historia de las ciencias desde una perspectiva crítica.
Mauricio Becerra R.
@kalidoscop
El Ciudadano
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* EL LIBRO SE PUEDE ADQUIRIR EN la librería Metales Pesados, José Miguel de la Barra N° 460, metro Bellas Artes.