El presidente de la FEUC hace una autocrítica sobre los límites de la movilización del 2011 y hace ver al ministro Beyer que aún hay universidades que lucran violando la ley. Para este año llama a consensuar una reforma de toda la educación y a sumar a otros actores sociales. También nos cuenta cómo su generación percibe la Reforma Universitaria de 1967 y de que apuestan por más participación y una universidad al servicio del progreso y desarrollo del país. “Lo que se está cuestionando es el carácter de nuestro Estado” – sostiene y cree que estamos frente a un cambio de paradigma.
Estudiante de Letras e Ingeniería Comercial en la maternidad ideológica del modelo neoliberal, Noam Titelman, a sus 25 años enfrenta el desafío de mantener vivo el espíritu de la lucha iniciada el 2011 por toda una generación de estudiantes.
Representante de Nueva Acción Universitaria (NAU) y elegido en segunda vuelta en las elecciones de la Federación de Estudiantes de la Pontificia Universidad Católica (Feuc) tras una ardua competencia con el gremialismo, considera que el movimiento del año pasado tiene que ser capaz “no sólo levantar una crítica al modelo, sino que también una alternativa”.
A su juicio la sociedad civil se dio cuenta antes que los políticos de la crisis del sistema político chilenos, que el cuestionamiento de fondo es el carácter subsidiario del Estado y que a las universidades y al país les falta participación.
¿Cómo te fue en Ingeniería Comercial?
Me fue bastante bien hasta el final del año pasado cuando por las elecciones no pude estudiar nada.
Debe ser difícil en una escuela que ha sido la incubadora del modelo ideológico de los Chicago Boys.
En una de las primeras marchas del año pasado un lienzo llevado por estudiantes de Ingeniería Comercial decía ‘Lavín y Puñera, tu facultad también se moviliza’. Creo que ese lienzo da cuenta de que en la misma facultad de origen se está cuestionando un paradigma que ha sido hegemónico durante mucho tiempo. Es un paso importante y quizás no se note hacia fuera, pero en la UC hay mucha gente que está dispuesta a discutir, conversar y quiere saber que otras alternativas existen al modelo actual de desarrollo para poder superar grandes problemáticas de nuestro país, como la desigualdad social y la segregación, debido a que el paradigma actual quedó corto de respuestas.
FIN AL LUCRO
¿Qué te pareció el discurso presidencial del 21 de mayo?
Si bien no tenía grandes expectativas, dentro del margen de posibilidades fue bastante decepcionante. En el discurso del 21 de mayo, Piñera fue claro en invalidar a los movimientos sociales como interlocutores. Nos hubiese gustado menos disculpas y citas a José Miguel Carrera y más propuestas de los temas que se van a discutir. Hay temas urgentes y no podemos esperar hasta el próximo 21 de mayo.
¿Qué temas?
Uno inmediato es poner fin al hecho de que recursos de todos los chilenos terminan en instituciones educativas con fines de lucro. Todos sabemos que están violando la ley y no tenemos aún una agencia acreditadora de la calidad que fiscalice que los recursos que se entregan a las universidades no terminen yendo a los bolsillos de sus dueños sin preocuparse de la educación que están entregando.
Pero el ministro Harald Beyer dijo hace poco que en Chile no hay universidades que lucran.
Es algo que todos sabemos que existe y niegan. Las universidades con fines de lucro, las que están violando la ley, son las que más se han extendido en las últimas décadas. El gobierno ya envió un proyecto de ley que permite la inyección de recursos al sector privado. Debemos pasar del subsidio a la demanda al aporte a las instituciones que permita un desarrollo integral y que superemos los niveles de segregación del país.
¿Pero se le puede pedir mejorar la educación pública a un gobierno de una derecha cuyo proyecto histórico ha sido desmantelarla?
Sabemos que si apelamos a los valores de la cuna ideológica del gobierno, va a ser muy difícil avanzar. Lo que sí intentamos es apelar a los principios democráticos que sustentan esta sociedad, que no sea ni el ministro Beyer, ni los estudiantes quienes diriman, sino que sean las grandes mayorías de este país. Y ya lo han dicho varias veces: están en contra del lucro, a favor de la recuperación de la educación pública, a favor de un sistema educativo en que los estudiantes puedan ingresar sin la carga del endeudamiento.
LOS FANTASMAS DE LA REFORMA DE 1967
¿Cómo explicas el triunfo del NAU en la PUC?
Algo está pasando en la UC y lo hemos visto durante los últimos 4 años. Los estudiantes mirados antes como apáticos, centrados en sus problemáticas internas, ahora nos dimos cuenta de la necesidad de vernos parte de un mundo social mucho más amplio. Es ampliar la mirada que veía la universidad sólo como el cerebro en que se pensaba esta sociedad. La universidad también es un pulmón, un espacio que necesita ventilarse del mundo para poder exhalar una propuesta distinta. Esto pasa por reconocer con humildad que somos un actor más del mundo social, que puede estar a disposición de los cambios sociales que necesita nuestro país.
¿Ese debate se ha dado al interior de la UC?
Es un proceso difícil, arduo, de discusión y de debate permanente, pero ha sido muy interesante al interior de la universidad y que de hecho ha traído otra discusión, que es la democratización de las universidades.
¿Qué queda de la Reforma de 1967?
Hay 2 principios fundamentales de la reforma de 1967: Lo primero es una concepción de la universidad al servicio de las grandes mayorías, algo que hoy ciertos sectores no lo ven de esa manera. Esto implica ir aumentando las posibilidades de todos los ciudadanos para poder estudiar, poder adquirir conocimientos y que la universidad produzca conocimiento en conjunto con otros actores para la sociedad. Un ejemplo de esa época fue el Departamento Universitario Obrero Campesino, el DUOC, que en su momento fue pensado como ese vínculo de la universidad al servicio de las grandes mayorías.
Una vocación social que incluso está en el discurso de la iglesia.
Así es. De hecho, los movimientos de 1967 están muy inspirados por los mensajes de Medellín, del Concilio Vaticano II, que son un llamado a las universidades católicas del mundo a romper con el grado de elitización que tenían en ese momento.
PARTICIPACIÓN ESTUDIANTIL
Otra demanda es la participación estudiantil.
Sí, un tema que está tomando mucha fuerza en nuestra universidad es la participación de los distintos actores en la toma de decisión dentro del espacio universitario, lo que refleja también un empoderamiento de la ciudadanía en la toma de decisiones a nivel país.
Es como un aprendizaje que se da en ambos niveles.
Aprender a ser ciudadano no se aprende en un curso de Introducción a la Ciudadanía, se aprende participando, discutiendo y siendo parte de la toma de decisiones. Eso se da en un espacio universitario que permita esa discusión.
Un docente de la UC, Gonzalo Rojas, dice que con la reforma se llenó de marxistas la universidad.
Hay que recordarle que de hecho el movimiento gremial cogobernó durante un buen tiempo después de la reforma. Después de 1967, la siguiente federación que gana es gremialista. Hay que derribar mitos como el que dice que la democracia universitaria incide en la merma de la calidad. Una universidad con calidad internacional que tiene gran participación de los estudiantes es la Universidad de Cambridge o en la Universidad Católica de Lovaina hay una activa participación de los estudiantes hasta en la elección del rector. No se puede hacer la correlación entre la participación de los estudiantes y la calidad académica.
¿Y qué discusión se debiera dar al interior de las universidades?
Es sobre los objetivos de la universidad. Si la universidad está al servicio del progreso y desarrollo del país, eso también tiene que reflejarse en el gobierno universitario, en la manera en que se organiza nuestra universidad. La verdad es que en ese momento tenemos universidades que están secuestradas por un sector ideológico, como es el caso nuestro, y esto no permite que haya espacios de discusión. Incluso dentro de la iglesia hay distintas visiones, y en este momento sólo un sector de la iglesia católica es el que la tiene secuestrada. La identidad de nuestra universidad se hace entre todos, no entre un pequeño grupo.
¿Cuál es uno de los primeros tópicos a abordar?
Estamos en un proceso de maduración de todos los estamentos de nuestra universidad que ha permitido levantar consensos como la necesidad de ponerse a discutir los estatutos. Nos rigen estatutos de mediados de los años ’80. La verdad es que hace tiempo ha hecho falta una discusión profunda de nuestro estatuto para hacer esta ligazón entre el objetivo de nuestra universidad y el país.
Los actores de la Reforma de 1967 dicen que no hubiese sido posible sin el apoyo de los académicos.
Ellos son un actor imprescindible. La comunidad universitaria necesita de todos su actores, son fundamentales si queremos que el movimiento tenga la fuerza que requiere. La concepción de educación, que al final remite a la concepción de sociedad, se tiene que hacer entre todos los involucrados. Se trata de un cambio de paradigmas a nivel social. Estábamos acostumbrados a que las políticas públicas se hicieran entre 4 paredes por un panel de expertos y la verdad que los resultados han sido nefastos. Que mejor ejemplo que el del Transantiago. Por ello nuestro país tiene que ordenarse de manera más participativa y nuestras universidades también tienen que hacerlo.
INCIDIR EN LOS CAMBIOS
¿Sientes que la emergencia ciudadana del 2011 obedece a un cambio de generación?
Lo que hemos visto el año pasado es que los jóvenes están despertando, están participando más en política. Recuerdo que cuando una vez dije esto, una persona de edad se me acercó y me dijo que efectivamente los jóvenes están despertando, pero que hay jóvenes de todas las edades. La verdad es que tiene mucha razón: creo que hay un despertar en el país. Gente que se había acostumbrado con un sentimiento de resignación a aceptar las cosas, hoy es capaz de darse cuenta que las cosas pueden cambiar y cada uno de nosotros tiene un rol fundamental en ese cambio. No basta con esperar pasivamente a que los cambios se den, sino que cada uno incida en sus espacios. El punto es que no hay que quedarse en la pasividad y conformarse con emitir un voto cada tantos años.
EL CAMINO DEL 2012
¿Qué autocrítica se hacen respecto del año pasado?
Una autocrítica que nos hacemos es que si bien en algún momento se intentó la coordinación con otros actores sociales, esto se dio en la calle solamente, en las movilizaciones. Faltó una discusión mucho más profunda en torno de las ideas, de las demandas a levantar. Un ejemplo muy claro es el vínculo que no tuvimos con los secundarios.
¿Para este año se contempla armar una agenda única con los secundarios?
Es un error hablar sólo de reforma universitaria; hay que hacerla en toda la educación superior, incluyendo los centros de formación y los institutos profesionales. Es más: hay que hablar de la educación en su conjunto, desde los párvulos. Para eso hemos intentado este año, y creo con un grado de acierto, trabajar en conjunto con los secundarios ya no sólo en las movilizaciones, sino que aún más en las propuestas.
¿Faltó sumar a más actores el 2011?
Sí, faltó sumar a otros actores sociales más lejanos del espacio inmediato en la educación. Era importante entablar una discusión porque lo que se está cuestionando es el carácter de nuestro Estado, el que en última instancia se manifiesta en distintos tipos espacios, en el que el educacional es uno más.
La discusión del año pasado terminó centrándose en el financiamiento…
Es que en la medida que tengamos una reforma tributaria que permita tener los recursos para una reforma educacional, haremos los cambios que se requieren. Hasta el momento no hemos visto esa voluntad, aunque tenemos que valorar que un logro importante del movimiento del 2011 fue instalar dicha discusión. Ahora falta sumar gente a dicha discusión porque no basta sólo la postura de los estudiantes, también es necesario que estén presentes los estudiantes, los trabajadores, los profesionales, los pobladores, distintos actores. Si es el sector productivo el que va a financiar la reforma educacional, en ese sentido es necesario que cualquier discusión se de en ese plano.
¿Cuáles son los futuros pasos de los estudiantes?
Vamos a seguir movilizados porque sabemos que sin movilización no vamos a ser escuchados. Pero también sabemos que si nos quedamos sólo en la movilización nos va a pasar lo que pasó en 2006, que levantamos un tema, el tema se socializa y termina siendo una prioridad nacional, pero llegan los mismos de siempre y entre cuatro paredes terminan decidiendo y cooptando las demandas del movimiento. Por ello tenemos que ser capaces de no sólo levantar una crítica al modelo, sino que también una alternativa.
¿Al alternativa pasa por cuestionar el actual modelo neoliberal?
Por supuesto. El modelo del estado subsidiario está haciendo agua. Implementado en dictadura y perfeccionado durante los 20 años de Concertación está cayéndose no sólo en educación, sino en varios ámbitos sociales. Cada vez más se hace patente este debate en la arena pública entre los derechos universales o los derechos de la ganancia.
¿Los actuales políticos están preparados para esa discusión?
Lo que vemos es que la ciudadanía se ha dado cuenta de este fenómeno antes que la clase política. Todavía no se ve ese correlato, evidente en el nivel de la sociedad civil, en el mundo político. Ese correlato se tendrá que dar en algún minuto, por lo que habrá que ir a disputar esos espacios. Si bien no hay una fórmula mágica para desarrollar esto, en algún minuto todas las demandas tienen que traducirse en cambios del sistema. No pueden quedarse sólo en movilizaciones inorgánicas.
Por Mauricio Becerra Rebolledo
Fotos: David Von Blohm
El Ciudadano