Para Rosa Patricia Muñoz Gutiérrez, académica de la materia de Lenguaje en la Preparatoria Emiliano Zapata de la BUAP, nos comparte que ser docente es una de sus mayores satisfacciones: una forma de vida, el puente para compartir quien es y su pasión por la lectura. Más allá de inculcar conocimientos, afirma: “Enseñar es tener disposición, aprendizaje constante y, sobre todo, vocación; es decir, ganas de compartir lo que sabemos, pero también de querer ver a estas nuevas generaciones dar un cambio”.
“Ser docente es mi vida, la verdad es que soy muy feliz dando clases. Finalmente, quienes nos dedicamos a la docencia nunca paramos, porque uno se encuentra al sobrinito que está aprendiendo algo y ahí va uno a tratar de enseñarle. Entonces, para mí la docencia es todo, es una forma de vida. Todo el tiempo estamos enseñando y uno siempre está haciendo cosas pensando en sus estudiantes, cómo puedo usar esto que estoy aprendiendo para los estudiantes”.
Rosa Patricia Muñoz Gutiérrez, académica de la Preparatoria Emiliano Zapata
Un poco apenada, confiesa haber sido mala estudiante en la secundaria y preparatoria, pero cuando ingresó a la Licenciatura en Lingüística y Literatura Hispánica en la BUAP descubrió una fascinación por la docencia, por lo que tomó asignaturas enfocadas en la enseñanza. “Estaba realmente impactada con la importancia de la educación, no era como yo la había vivido; había otras cosas y por eso me dediqué a la docencia”.
Convencida de generar un cambio y compartir su pasión por la lectura, se aventuró en el camino de la instrucción académica. Inició impartiendo clases en el Instituto Ramón López Velarde y hace siete años se incorporó a la Preparatoria Emiliano Zapata.
El barón rampante de Italo Calvino es su libro predilecto, cuyo personaje central decide subirse a los árboles y nunca más bajar. “Más allá de un acto de rebeldía, es permanecer fiel a un principio y llevarlo a cabo hasta sus últimas consecuencias”.
– ¿Usted se define como una profesora rebelde?
Toma unos segundos para reflexionar y contesta: “No sé si yo sea rebelde, pero sí me gusta mucho que los alumnos lo sean, que tengan la oportunidad de experimentar nuevas ideas, no limitarse, tener apertura y que tengan derecho de no estar siempre de acuerdo con lo que les decimos los profesores”.
Usualmente, Rosa Patricia imparte clases a alumnos de primer año. Su mayor satisfacción es ver que sus estudiantes al final del curso se interesen por la lectura. “Cuando vemos que alguien ha logrado encontrar lo que le gusta leer; yo creo que eso es lo que a mí me hace más feliz”.
Con alrededor de 12 años de labor, Muñoz Gutiérrez expresa que ha aprendido mucho de sus estudiantes y siempre la retan a aprender. “Ellos siempre me están enseñando y retando a hacer cosas nuevas. Por mis alumnas me he involucrado en temas de género y feminismo, por lo que ahora sólo leo a mujeres”.
La joven profesora disfruta el contacto con sus estudiantes dentro y fuera del aula, ya que además es tutora, pero con la pandemia se ha sentido aislada de ellos. Para subsanar estas limitantes se inclinó por la escritura para motivar a sus educandos a expresarse a través de las letras. Así, mantiene comunicación con ellos, “me escriben y les contesto, y viceversa”.
La académica de la Preparatoria Emiliano Zapata indica que cada vez las generaciones están más hambrientas de conocimiento. Lo anterior, la reta a superarse personal y profesionalmente. “Me sorprende que a lo mejor lo que vimos el año anterior este año se queda corto y hay que sacar nuevas historias o material para trabajar”. Siempre hay algo más que hacer y mejorar, asegura, porque la educación es un proceso interminable. “Educar no es enseñar tu asignatura, es compartir quién eres, tus valores, principios, lo que te apasiona, las cosas que me mueven, hablar de lo que está pasando en el país. Educar realmente me parece que es algo complejo que no nada más tiene que ver con la parte académica o cognitiva, sino con nuestras relaciones humanas y la forma en la que nos involucramos con el ambiente”.