El movimiento estudiantil ya cumple más de una década luchando por educación gratuita y de calidad. La disputa por mejorar la calidad educacional de miles de estudiantes en nuestro país no ha sido fácil. Intereses económicos y políticos han dificultado un proceso necesario para el desarrollo intelectual y cultural de Chile.
El problema está claro, las soluciones, a veces, no tanto. ¿Qué entendemos por educación de calidad?
Nicole Cisternas, Trabajadora Social de la Universidad Católica y Directora de Política Educativa de Educación 2020, explica que «educación de calidad es aquella que cierra brechas y que responde a los dolores que uno tiene como país, en uno de los países más desiguales del mundo como Chile, tenemos que propiciar un modelo educativo que promueva el encuentro, la convivencia con los diversos, y que también genere igualdad de oportunidades».
Nuestro actual sistema educacional está sujeto constantemente a cambios políticos y económicos. Sin embargo, el modelo de enseñanza es antiguo y aún no se adapta a la realidad que vivimos actualmente.
«La educación de calidad tiene que ver con preparar a las personas para poder vivir en el mundo y eso es todo lo que hay en el enfoque que se llama ‘habilidades del siglo 21’. Hemos pasado a vivir en un mundo en que el conocimiento se produce super rápido, la tecnología avanza constantemente, el mundo del trabajo cambió, pero tenemos una educación que está pensada para el siglo 19», sostiene la directora.
«Es una sala de clase con un profesor al frente, donde mayoritariamente se ejercita la memoria y los estudiantes tienen poco espacio para poder ser protagonista del aprendizaje. Aprenden matemáticas con ejemplos teóricos no prácticos, por lo que finalmente la vida cotidiana y la realidad, queda aparte de la escuela», afirma Cisternas.
Dentro de las múltiples propuestas que ha realizado Educación 2020, está la idea de enseñar a través de proyectos y no en el formato tradicional.
«Trata de que los alumnos en vez de tener matemáticas y lenguaje igual que siempre, desarrollan proyectos y en las asignaturas realizan actividades para avanzar en él. Por ejemplo, si les interesa el cambio climático o la contaminación ambiental, en el desarrollo del proyecto el alumno debe investigar, realizar encuestas. Mientras va a aprendiendo estadísticas y matemáticas, mejora su comprensión lectora porque debe escribir y leer», explica Cisternas.
Y agrega que «comprenderá ciencias sociales al ver la diversidad de su entorno, todo esto, además de hacer más atractivas las clases, nosotros vemos todos los días a alumnos y docentes aburridos y desmotivados, por eso buscamos conexión con sus vidas cotidianas, que les permita a los alumnos aprender a pensar y ser protagonista de la enseñanza».
Para Daniel Andrade, presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH), la enseñanza debe ser bidireccional.
«Creo que tenemos que ir con un pie en lo que tenemos hoy y con el otro en lo que queremos para mañana. La educación que tenemos hoy es bancaria, que consiste en que los estudiantes están sentados y reciben el conocimiento y las reflexiones de manera unidireccional desde un profesor. La educación que queremos es bidireccional, en donde haya participación y debate sobre el conocimiento que se está recibiendo, actualmente los cuestionamientos en un aula no están muy permitidos y tampoco valorados», afirma Andrade.
El rol de los profesores es determinante cuando hablamos de educación de calidad.Durante la vida laboral de un profesor, puede llegar a educar aproximadamente a 6.000 niños.En Chile, ganan la mitad del sueldo promedio de los países de la OCDE y son los que trabajan más horas.
Hernán Hochschild, es Ingeniero Civil Industrial, egresado de Filosofía de la Universidad Católica y actualmente es Director Ejecutivo de Elige Educar. A través de su trabajo por más de una década con profesores, ha constatado la importancia de mejorar las condiciones laborales de los educadores para poder mejorar la calidad de la educación.
«Necesitamos entregar más herramientas a los docentes, mejorar su formación, pero también darles más autonomía. El sistema educativo actual les deja poco espacio para poder trabajar entre ellos, planificar, evaluar, tienen poco tiempo para enfocarse en lo que es su trabajo, tenemos que confiar más en ellos», explica Hochschild.
Y continúa con que «nuestro sistema educacional no trabaja para que todos aprendan y no entiende qué es lo que hace que los estudiantes aprendan. El profesor pasa durante un mes la materia, hace la prueba, un cierto porcentaje del curso se saca un rojo y en vez de apoyar a ese grupo, pasa a la siguiente materia. ¿Por qué lo hace? Porque la Unidad Técnica Pedagógica le está diciendo que tiene que pasar el programa, porque a su vez, el ministerio de Educación les indica que todos los colegios deben pasarlo».
«Finalmente no tenemos un sistema que promueva los aprendizajes de todos, sino lo que hace es pasar la materia. Si bien no todas las clases son así y hay profesores que lo hacen extraordinario, tienen que luchar contra todo ese sistema que presiona para ir dejando alumnos atrás», enfatiza el director.
Definir calidad educacional no es simple y tampoco una receta, pero nuestro sistema no se hace cargo de las deficiencias de los estudiantes y tampoco de las desigualdades.
«El problema de Chile es que deja demasiados estudiantes atrás. La mecanización del conocimiento es una forma super básica y rutinaria de aprender. Lo que tenemos que buscar es el aprendizaje profundo, aprender basados en el error, buscar equivocarse mucho, y eso lamentablemente hoy está castigado en vez de tener un sistema de apoyo», concluye Hochschild.