Se trata de Roxana pero no es como la otra Roxana, la Miranda. Roxana Valdebenito es socióloga, o casi, y quiere avanzar por la punta izquierda a la conquista de la FECh en las elecciones del 11 y 12 de noviembre.
Las propuestas de «Vamos Construyendo Universidad» parecen, sin embargo, más un complemento que un latigazo a las otras agrupaciones de izquierda que compiten por la hegemonía en la FECh, entre los grupos autonomistas, los libertarios y agrupaciones de izquierda así como las fuerzas comunistas ligadas a la Concertación.
«Coordinamos cinco colectivos – U Revoltosa, La Escotilla, Siembra, Plataforma Colectiva y Nodo- que hemos tenido participación en consejerías y ahora por primera vez apuntamos a la dirección de la FECh», dice Valdebenito. «Nos sentimos parte de una izquierda que quiere levantar alternativas revolucionarias y consideramos que la Universidad es un espacio en disputa», precisa.
Según Valdebenito, lo que diferencia a Vamos Construyendo de otras opciones de izquierda es la mirada en profundidad que estos colectivos han desarrollado acerca del carácter y contenido de la Universidad de Chile, porque «la ‘U’ es referente para legitimar la educación de mercado».
Es necesario, dice, revisar los proyectos disciplinarios y el rol de la Universidad en el tejido social del país, y definir «el rol del conocimiento en el proyecto de sociedad que queremos construir».
«El contenido de las disciplinas de pregrado, extensión e investigación están muy disociados. No hay un proyecto docente para la Universidad; no se hace cargo de la formación de los estudiantes a nivel nacional», subraya.
– ¿Por qué no han establecido alianzas con otras plataformas?
Las organizaciones políticas universitarias se definen principalmente con respecto a la gran política y al mundo estudiantil organizado, y hay cierto abandono del entorno no organizado, que es grande. A través de las movilizaciones por temas internos, en 2012 y 2013, se han ido tejiendo espacios de participación, pero aun falta mucho para la democratización de los espacios. Los profesores son más bien cómodos frente a este tema, o no tienen tiempo porque trabajan a honorarios y pasan el día corriendo de un lugar a otro. Muchos de los funcionarios son subcontratados o tercerizados.
La vara de 2011
Tras el estallido de 2011, a juicio de Valdebenito el movimiento ha evidenciado debilidades: falta de planificación, desorganización, dispersión de causas, para terminar en 2013 con el movimiento estudiantil «subordinado a la situación electoral». Ejemplo de ello, dice, es la movilización del 17 de octubre, en que las organizaciones universitarias y secundarias lanzaron una advertencia programática a las candidaturas presidenciales.
«Se pierde contenido y el potencial del movimiento de 2011: la conducción ha priorizado la figuración mediática, para participar en el debate nacional, pero nos vamos quedando sin gente detrás», afirma la candidata.
El dardo principal está dedicado a la Izquierda Autónoma, que con Gabriel Boric (2012) y Andrés Fielbaum (2013) «se ha planteado mantener el conflicto abierto y la visibilidad mediática pero no se oponen en términos programáticos, por ejemplo, a Bachelet».
También la plataforma «Luchar» (encabezada por el FEL) tiene responsabilidad en esto, dice, al haber estado en posiciones de poder en la directiva de la FECh-a través de la Secretaría General de Fabián Araneda en el período que ahora termina. «El movimiento estudiantil está siendo vocero de otras causas, y se va quedando sin contenidos», acusa. «Se pierde poco a poco la confianza de los estudiantes en que la FECh sirva realmente para conseguir algo. No ha sido una herramientas para los estudiantes de la ‘U’; la visibilidad es temporal, y origina autocomplacencia acerca de los avances del movimiento estudiantil, pero aun no ha cambiado nada».
El mensaje de la plataforma «Vamos Construyendo» es de compleja materialización. Por ello su referente es un pasado distante e igualmente ambicioso, como el movimiento de la Reforma de los años 60, en que confluyeron el movimiento estudiantil y los académicos y funcionarios organizados, lo que está lejos de acontecer hoy.
La reforma de los años 60 intentó democratizar la Universidad en función de objetivos que sobrepasaban demandas puntuales, para plantearse un papel central en el desarrollo del país, que por entonces la mayoría de las organizaciones políticas concebía como de cambio hacia diversas formas de socialismo.
Hoy ni siquiera la llamada «ultraizquierda» se plantea el socialismo como meta de su acción política. Pero el fin de la educación de mercado sería, sin duda, una victoria revolucionaria. «Vamos Construyendo» quiere que las disciplinas, la metodología y el contenido de las actividades universitarias recuperen el sentido de causa común.
El Ciudadano