Salud autónoma zapatista: preventiva, comunitaria y educativa

Ejido Morelia, Chiapas


Autor: Director

Ejido Morelia, Chiapas. El sustrato básico de la salud pública, al menos en la teoría y los discursos, es la prevención. El sistema de salud autónoma zapatista ha desarrollado desde hace más de una década una experiencia (mucho más que un experimento) que confirma ese principio básico. Los pueblos en resistencia lo hacen sin el “mal gobierno”, y no pocas veces lo hacen mejor. Una medicina de los pobres no es necesariamente una medicina pobre.

“Ningún niño base de apoyo zapatista se queda sin vacunar”, dice José, coordinador de salud del caracol de Morelia, con tal seguridad y tan tranquilo que se le pregunta si está seguro, si no se les escapa alguno. “Cada dos meses van brigadas a todos los municipios y regiones, y si un niño quedó sin vacunar porque tenía fiebre o no estaba esa vez, a la otra se le dan sus vacunas. Todos llevan cartilla para cubrir las etapas hasta los cuatro años”.

Aclara que para lograr el esquema completo no solicita ningún material al gobierno, sino que lo reciben de médicos que los apoyan en las ciudades como Altamirano, Palenque o Comitán, y de la solidaridad internacional “que se ha organizado muy bien para eso”. Esta prevención “sigue en la escuela y mantiene a los niños a salvo de tétanos y todo eso”. También se dirige a madres y embarazadas.

Describe cómo se coordina la salud en el caracol, “respetando la cultura de los pueblos”. En esta zona, recientemente reestructurada en tres grandes municipios y una decena de regiones autónomas, existe una clínica en cada una de estas sedes. La mayoría modestas, pero funcionan permanentemente, a cargo de cuando menos cuatro promotores que trabajan de 8 de la mañana a las 22 horas, y como allí duermen, están de guardia.

“Atendemos a los que solicitan servicio, aunque no sean zapatistas. Unas veces vienen enfermos que fueron a la clínica del gobierno y no los atendieron, o cerraron a las dos de la tarde o no tenían el medicamento”. Confiere autoridad a sus palabras la presencia de toda la Junta de Buen Gobierno (JBG) y otros miembros de la Comisión de Salud. Casi una veintena. Y con una participación grande de mujeres de distintas edades.

“Cada comunidad autónoma tiene un botiquín a cargo del o los promotores de salud, por lo menos hay uno pero casi siempre más”. Estos se han ido formando a lo largo de los años, con constantes talleres de aprendizaje y evaluación. Además, para el concepto de salud comunitaria de la autonomía, es central la educación. No sólo la de las escuelas, pero también allí. Cabe señalar que en el caracol de Morelia cada poblado tiene escuela funcionando.

“Los promotores dan pláticas en las comunidades. Enseñan que en las casas hagan letrinas, que mantengan limpios los solares, separen la basura, se laven las manos, tomen sólo agua hervida. Y se realizan pláticas de nutrición”.

En esta zona, en la que conviven tzeltales, tzotziles y tojolabales, la desnutrición es un problema menos acuciante que en otras partes del Chiapas indígena. “Se pesa a los niños y llevamos registro de cada uno, y si vemos que uno tiene problemas, enseñamos a la mamá cómo aprovechar mejor la alimentación de ese niño”.

En estas comunidades, ir a la clínica es un poco ir a la escuela: “los promotores explican siempre a los enfermos y sus familiares cómo es su problema, y les dan indicaciones”.

A la pregunta de si existen epidemias, responde tranquilamente que no. “Tenemos sabido que en algunas partes de Chilón hay tuberculosis, pero nosotros tenemos muy pocos casos, y todos están bajo tratamiento en el municipio Comandanta Ramona”. Admite que aún se presenta varicela, “pero no mucho”. Recuerda en meses pasados un brote de tosferina en Cancuc (en los Altos, que no corresponde a este caracol): “Ninguno de los niños enfermos era zapatista”.

por Hermann Bellinghausen
La Jornada

Foto: Una promotora de salud del EZLN, frente al mural de la clínica de Esperanza de los Pobres, que atiende a la población zapatista y no zapatista (Autor: Moysés Zúñiga).


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