Sobre el lucro, el copago y la subvención

En un artículo anterior – “Un proyecto pensado poco y mal” expliqué por qué la refoma educacional propuesta por el gobierno es mala y no debiera realizarse. Pero un reforma educacional, amplia, profunda, decidida, debe sin duda hacerse, urgentemente.

Sobre el lucro, el copago y la subvención

Autor: Sebastian Saá

Educación Gratuita Ahora
La reforma educacional debe pensarse bien y aplicarse con toda la convicción que genere un amplio proceso de análisis, debate, diálogo y elaboración en que participen todos los actores interesados. Aquí expongo mis propuestas, que hago pensando en los niños y en el desarrollo de Chile.

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Guía mi análisis la convicción de que no hay asunto más importante en la cultura, la política y la economía de un país que la educación, entendida en el más amplio sentido. De ella depende la felicidad y el desarrollo personal, intelectual y moral de las personas, la convivencia y el progreso social, el desarrollo integral de la sociedad, y la inserción dinámica y creativa del país en un mundo complejo en que es necesario enfrentar los grandes desafíos sociales, ambientales, políticos y económicos propios de una sociedad en que el conocimiento adquiere cada vez más centralidad y relevancia.

En este artículo me referiré solamente a los aspectos económicos e institucionales de la educación, y a los temas centrales que están hoy en el debate público: el lucro, el copago y la subvención. En Universitas Nueva Civilización estamos desplegando un amplio proceso de estudio e investigación sobre los aspectos cualitativos de la educación, que iremos informando oportunamente.

Si pensamos que la educación es tan importante – y de ello parece que finalmente hay conciencia en el país -, lo primero que hay que asumir es la necesidad de dotarla de los máximos recursos económicos y de los mejores recursos humanos que sea posible, y organizarlos con la máxima eficiencia y eficacia que podamos. ¿Estamos de acuerdo hasta aquí? Si lo estamos, lo que sigue debiera resultar de sentido común, o como se dice hoy, intuitivo.

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Pero surge inevitable una pregunta: más, muchos más recursos ¿pará qué educación? Hay que pensar ante todo en qué se van a emplear los recursos. Es evidente que no puede tratarse de hacer más de lo mismo. El sistema escolar actual es obsoleto, tiene graves deficiencias, hay que repensar la educación en profundidad. Pero como nadie puede atribuirse tener las mejores y más lúcidas respuestas sobre cómo ha de ser la educación del siglo XXI, aceptemos que es conveniente dejar los más amplios espacios a la innovación, a la creatividad, a la experimentación, confiando en los seres humanos, que sabremos discernir poco a poco lo mejor de lo que se vaya creando y construyendo socialmente. Claro, hablo de iniciativas que no estén guiadas por el afán de lucro, asunto clave sobre el cual me refiero más adelante.

Aceptemos, en cualquier caso, que la educación requiere muchos recursos económicos:
1. Para remunerar apropiadamente a los profesores y al personal administrativo y auxiliar, de modo que la profesión docente se ejerza con la dedicación apropiada y atraiga a los mejores talentos.

2. Para mejorar las instalaciones (se requieren establecimientos espaciosos, seguros, donde los niños puedan estudiar con tranquilidad y en cursos no muy numerosos, y tambien jugar, experimentar, hacer deportes, convivir, alimentarse, etc.).

3. Para perfeccionar las metodologías y tecnologías de enseñanza y aprendizaje, capacitar y perfeccionar a los docentes, implementar innovaciones, evaluar e investigar para mejorar la gestión educacional y los procesos, etc.

4. Para ampliar la cobertura de la educación en todos los niveles, desde la educación pre-escolar a la educación técnica, profesional y universitaria.

Son muchos, muchísimos los recursos que habría que destinar a la educación, en un proceso orientado real y eficazmente a perfeccionarla, involucrando en ello a todas las fuerzas vivas de la sociedad. Pues bien, si estamos de acuerdo también en esto, podremos concordar también en lo que sigue:

1. El Estado debe aportar a la educación todo lo que pueda, lo más que pueda, sin descuidar obviamente las otras responsabilidades públicas. Entonces, necesaria, urgente y bienvenida y bien aceptada la reforma tributaria. La mayor parte de esos recursos deben ir a ampliar y perfeccionar la educación pública, aunque sin excluir la subvención para apoyar las iniciativas particulares que cumplan los requisitos que establezca la ley.

2. Los particulares que quieran sostener colegios y actividades educativas, no debieran ser obstaculizados sino, al contrario, estimulados y apoyados en ello. (Ya sé que están pensando en el lucro; tienen razón, sin afanes de lucro, pero ya llego a ello). Pues, si la educacion es más importante que las inversiones en la bolsa, o en negocios inmobiliarias o en los bancos, es mejor que quienes dispongan de recursos económicos los destinen a la educación, ¿no les parece?

3. Las familias también hacen y pueden hacer aportes significativos para la educación de sus hijos. El famoso copago, no me parece mal, al contrario (por supuesto, para la educación, no para el lucro de nadie). Que una familia que esté en cndiciones de hacerlo, destine 20 mil pesos al mes, o más, para la educación de sus hijos, en vez de gastarlo en gaseosas, cigarrillos, baratijas, siguiendo modas, o que sacrifique otros gastos no indispensables, me resulta convincentemente conveniente.

4. Hay ‘benefactores’, gentes con dinero que por razones diversas, incluso por conveniencia personal, pueden hacer donaciones a la educación. Pienso que también hay que fomentarlas con una mejor ley de donaciones, que oriente los montos donados hacia las escuelas con menos recursos.

Todo lo anterior me parece bien, y pienso que habría consenso ciudadano en ello siempre que se resuelvan dos asuntos cruciales: la cuestión del lucro, y la cuestión de la igualdad en la educación. Empecemos analizando la muy sensible cuestión del lucro en la educación.

Ante todo quiero decir que la razón por la que estoy contra el lucro en la educación no es porque piense que la obtención de utilidades o ganancias sea ilegítima para un inversionista que invierta su dinero en actividades que presten servicios útiles a la sociedad como es el caso de la educación. Tampoco es porque el lucro en la educación genere desigualdad socio-económica debido a que enriquezca a los que invertan en ella, pues hay en la economía y en el mercado otros tipos de inversiones que pueden ser más lucrativas y por consiguiente generar más desigualdad.

Mi razón para estar contra el lucro en la educación es ésta: la persecusión del lucro desvía del objetivo de generar una mejor educación, y tiende a crear dinámicas de reducción de costos y aumento de ingresos que atentan contra la calidad de la educación que se ofrece, crea distorsiones y favorece el engaño de las personas de menor cultura.

Por ello, hay que impedir que se lucre: 1. con el dinero que aporte el Estado a la educación, en particular, con las subvenciones. 2. Con el dinero que aporten las familias, en particular, con el copago. 3. Con el dinero de las donaciones que hagan los particulares a la educación.

Es necesario hacer una precisión sobre el concepto del ‘lucro’. Entiendo por lucro, extraer dinero que ingresa a la actividad educativa para emplearlo fuera de ella, en otros usos, por parte de quienes sacan esas ganancias. El concepto se puede resumir con esta consigna: “Ni un sólo peso que entra a la educación debe salir de ella”.

La razón para ponerlo de este modo es la siguiente: cualquier actividad educativa necesita desarrollarse, ampliarse, perfeccionarse, y ello implica normalmente disponer de más recursos que los que se tiene en un momento dado. Esto es lo que se entiende por ‘reproducción ampliada’, implicando que en el proceso, que se desenvuelve en el tiempo, la entidad crea valor. Lo que ‘ingresa’ es más que lo que ‘se gasta’. Eso es lo que hace posible invertir, que en este caso puede implicar: mejorar las remuneraciones de los docentes, ampliar y modernizar los establecimientos, reponer y perfeccionar la implementación técnica, etc. Como todo esto es deseabe, lo que hay que impedir no es que se generen excedentes operacionales, sino que estos salgan fuera del colegio o institución educativa, sino que todo excedente que se genere se reinvierta en su desarrollo, perfeccionamiento y transformacion.

Esto es lo que debe regular la ley de la educación. Las formas de hacerlo pueden ser diversas y requieren ser estudiadas cuidadosamente. Puedo proponer algunas ideas eficaces y sencillas de aplicar, y de bajísimo costo para el Estado, que por cierto, deberá controlar que se cumplan:

1. La ley puede establecer que la institución educativa realice un Balance y Estado de Resultados anual, auditado, y público. Hacer plenamente trasparente la actividad educativa.2. La ley puede establecer que se descuente de la subvención aportada por el Estado, cualquier monto que sea retirado por el sostenedor el año anterior.3. La ley puede establecer un % máximo de los ingresos, que puedan destinarse a pagar por concepto de arriendo del establecimiento físico al dueño de éste, o bien, fijar un monto de la renta en base a una tasación profesional.
4. La ley puede establecer un sueldo docente mínimo, que garantice la dignidad y el buen desempeño de los profesores y de la profesión docente. El colegio que no pueda asegurarlo no tendría derecho a existir.
5. La ley puede establecer un nivel mínimo de calidad, que acreditar. El Colegio que no pueda asegurarlo deberá cerrar si no cumple con las exigencias que le plantee la acreditación.
6. La acreditación de la calidad de las instituciones educativas debiera hacerse con criterios objetivos y comunes para todos: evaluaciones de los estudiantes al egreso, evaluaciones de las competencias y calificaciones de los docentes, evaluaciones de la satisfacción de las familias, evaluaciones de la gestión y de los recursos de las instituciones, etc.
7. No creo que sea necesaro fijar un sólo tipo de forma jurídica (fundación) para la educación. Debieran facilitarse todas aquellas que faciliten la captación y movilización de recursos en las condiciones dichas. Las cooperativas de profesores pudiera ser una excelente alternativa, y también formas asociativas autogestionarias que integren a los apoderados y a la comunidad.

Estas u otras ideas pueden ser perfeccionadas, siendo el objetivo que se ha de asegurar, que no exista el lucro, en el sentido indicado, y que ni un sólo peso que entra a la educación salga de ella.

Dije que, además del lucro, está el problema de la igualdad de la educación. El tema merece un análisis atento y cuidadoso. Por el momento puedo adelantar mi opinión sobre dos puntos que son requisitos para favorecer realmente la igualdad:

1. Es indispensable que los colegios no puedan seleccionar a sus alumnos discriminando por razones que no sean estricta y únicamente académicas.
2. Las familias deben tener la más amplia libertad para escoger el colegio en que estudien sus hijos.
Pero hay otras cuestiones y aspectos que tener en cuenta y analizar con atención sobre la igualdad, a los que me referiré en un próximo artículo.

No pretendo tener la verdad ni la mejor solución posible en las actuales condiciones de la educación chilena. Pero creo firmemente que en torno a ideas y propuestas como las planteadas, se podrían movilizar las mejores energías existentes en el país, en un proceso ampliamente participativo tendiente a hacer de la educación y del conocimiento el gran motor del desarrollo y de la vida cultural y política del país.

Como no son muchos los espacios que existen para que los ciudadanos opinen y aporten sus ideas y experiencias sobre estos temas, hemos creado una campaña de opinión ciudadana: Por una Reforma Educacional Pensando en los Niños

Por Luis Razeto M.
Universitas Nueva Civilización.

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