En nuestro país son cada vez más los jóvenes que buscan alternativas en el extranjero para continuar sus estudios de educación superior. Al encontrarse sofocados en un país que les niega las posibilidades para continuar estudiando, Brasil se ha convertido en el destino de un creciente número de estudiantes que desean entrar a la universidad.
La Universidad Federal de la Integración Latinoamericana (UNILA) ha sido una opción para jóvenes marginalizados de un feroz sistema educacional de libre mercado que cada día arrasa con las esperanzas y posibilidades de nuestras generaciones futuras. Desde 2010, UNILA abre sus puertas después de años trazando las directrices de un proyecto de integrar nuestro Sur a través de la formación de personas capaces de contribuir con la integración latinoamericana, el desarrollo regional y el intercambio cultural, científico y educacional en la Región.
Con sede en Foz do Iguaçu, ciudad brasileña situada en la Triple Frontera – región fronteriza entre Brasil, Paraguay y Argentina – se emplaza la casa de estudios que hoy acoge a miles de estudiantes y profesores de toda América Latina. Una reconocida universidad pública, gratuita, de excelencia académica y comprometida con un proyecto de integración y respeto por la diversidad y autonomía de nuestros pueblos. Con casi la mitad de estudiantes extranjeros, un carácter bilingüe –con clases impartidas tanto en español como en portugués-, un creciente número de cursos de idiomas utilizados en nuestros territorios, como es el quechua, guaraní, francés y creole, la UNILA evidencia su constante búsqueda de una integración regional y cooperativa, rompiendo prejuicios y construyendo, a partir de sus bases, una América más justa.
Estudiantes chilenos exiliados por las universidades de mercado llegan a Brasil desde diversos rincones de nuestro país. Algunos desde la periferia de Santiago, La Serena, Alto Biobío, Punta Arenas, Arica y desde el interior de la zona agrícola del Maule y O’Higgins. Estos estudiantes, que no habrían podido acceder a la universidad en Chile por sus altos costos y por los métodos de ingreso (PSU), al igual que otros latinoamericanos de la institución, se han destacado por su desempeño académico, posicionando a la UNILA en tercer lugar del ranking nacional de cursos de pregrado.
No obstante, la alternativa de una universidad comprometida con la integración y desarrollo regional se ve amenazada por intereses políticos, económicos y culturales de sectores conservadores que han adquirido fuerza tras la crisis que actualmente atraviesa Brasil. Contrarios a un proyecto inclusivo de universidad, no se han cansado de desprestigiar a la UNILA. Por ejemplo, el senador Álvaro Dias (PV) alerta a la población local y nacional a prestar atención a lo que él señala como un mal uso de recursos públicos, al ser éstos destinados a un número importante de extranjeros en una institución que califica como un “aparato ideológico” que “direcciona a los jóvenes hacia doctrinas bolivarianas”.
Para estos sectores conservadores un arma política ha sido el alentar la xenofobia. Así estudiantes y profesores de UNILA han sido víctimas de acoso constante por grupos y/o individuos reaccionarios, especialmente de grupos que, desde el impeachment de la presidenta electa Dilma Rousseff en 2016, se han sentido autorizados para intensificar sus ataques xenófobos. Uno de los casos más mediáticos ha sido el ataque hacia un joven estudiante haitiano, que en 2013 llegó a Brasil para estudiar la carrera de Administración Pública y Políticas Públicas en la UNILA, quien mientras transitaba por el centro de la ciudad fue agredido verbal y físicamente por hombres que lo golpearon gritando: “mono, estás aquí sólo por Dilma, pero ahora vas a tener que volver” (http://jornalggn.com.br/noticia/haitiano-e-atacado-em-foz-do-iguacu).
A pesar de los prejuicios en contra de los estudiantes extranjeros de la UNILA, gran parte de los fondos federales se invierten en salarios de profesores, en arriendo de espacios y en gastos propios de la institución, quedando la mayoría de los recursos en la ciudad de Foz do Iguaçu, la cual ha visto un explosivo aumento de recursos, directos e indirectos. El gasto de la universidad en becas de mantenimiento para los estudiantes no brasileros es mínimo, y la totalidad del dinero también se reinvierte en la ciudad, dado que estas becas buscan ayudar con arriendo y alimentación.
El último de los ataques ha sido el del diputado Sérgio Souza (PMDB), quien el pasado 14 de julio presentó una enmienda a la medida provisoria 785/2017 –sobre financiamiento estudiantil- que tensiona la situación de la UNILA al proponer reemplazar ésta por la creación de la Universidade Federal do Oeste do Paraná, con la justificación de transformar la misión institucional de UNILA -la integración latinoamericana- en “la formación técnica y social de recursos humanos aptos para contribuir con el desarrollo regional del Oeste del estado de Paraná”, zona donde existen importantes intereses del agronegocio regional. Souza, quien tiene fuertes vínculos al rubro, señala que la medida podría traducirse en el desarrollo regional basado en el beneficio que obtendrían importantes empresas del agronegocio gracias al nuevo foco institucional. Estos argumentos, reforzados por la fuerte retórica nacionalista, xenófoba y conservadora de Souza y de quienes lo apoyan, plantean destruir el proyecto de integración latinoamericana por el del enriquecimiento económico de grupos hegemónicos en la región (https://www.brasildefato.com.br/2017/07/17/unila-se-mobiliza-contra-proposta-feita-por-deputado-da-bancada-ruralista/).
De esta manera, los exiliados de la educación chilena sobrellevan los problemas causados por los mismos intereses que provocaron su partida, con el agravante de encontrarse enfrentados a un peligroso incremento de la xenofobia, a los ataques de odio y la vuelta a la incertidumbre.
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