La existencia de modelos para compartir el saber, educar a las personas, entregar herramientas y capacitarlas mejor para enfrentar los desafíos de los nuevos tiempos lleva consigo un nombre, Universidades Populares o dicho en su abreviatura y de ahora en adelante UUPP .
Las UUPP vienen de la experiencia española del siglo XX arrancando en Asturias, los europeos las han implementado con éxito y en el país peninsular funcionan mayoritariamente ligadas al los gobiernos locales, los Municipios.
En Chile, según nos cuenta el experto en la materia y profesor de la Universidad de Humanismo Cristiano, Cristian Moscoso, están las experiencias de la Federación de estudiantes de Chile (Fech) de los años ‘30, denominada Victorino Lastarria y luego en 1973 la Universidad Popular Luis Galdames, dejando manifiesto a El Ciudadano que “las UUPP son una oferta de aprendizaje y de educación diferenciada: es un proyecto de base territorial con extensión local, regional, nacional e internacional, para el desarrollo personal, social y cultural, adquiriendo a su vez un compromiso colectivo de aprendizaje y educación en una sociedad democrática y globalizada”.
UNA FÓRMULA PARA SER PROBADA EN AMPLITUD
La Universidad Popular de Chile (UPCHILE) fue creada en los años ‘90 como una síntesis virtuosa de un proceso de fortalecimiento de la sociedad civil y el liderazgo para dar mayor poder de acción a los Consejos Económicos y Sociales Comunales (CESCOS); en su inicio, en la región Metropolitana y hoy a la espera de extender lazos de acción hacia las demás regiones y provincias.
La misión de la experiencia chilena es facilitar la discusión y la coordinación entre todos, para examinar la planificación de la educación de las personas adultas en la zona considerada; vigilar para que las necesidades existentes reciban la debida atención y se logre el mayor y mejor aprovechamiento de los recursos sociales, educativos, formativos y culturales de la zona en cuestión; señalar dónde se manifiestan deficiencias o retrasos, para así organizar y sugerir experiencias.
“Las UUPP representan un instrumento fundamental para la coordinación y desarrollo de la educación ciudadana desde un enfoque de aprendizaje para toda la vida” comenta Moscoso, quien -traba-jando en el desarrollo de la UPCHILE- ve que “ésta es una forma de entregar capacitación a quienes siendo dirigentes y/o líderes sociales no han tenido acceso a ella”.
Sin embargo, y para que el proyecto revolucionario en materia educativa tenga una adecuada estructura de funcionamiento, éste debe instalarse en un Municipio, que es el espacio local donde la ciudadanía de comunas debiese tener mayor cabida. Así y desde ahí, la idea es generar impacto social y laboral, mediante la educación de ciudadanos de a pie y funcionarios municipales, trabajando, por ejemplo, en conjunto con la OMIL para también generar capacitación específica en micro y pequeñas empresas, como formar a los ciudadanos en nuevas tecnologías y ayudar a reducir la brecha digital.
LAS TRES ARISTAS DE LA UPCHILE
La primera vertiente de la idea chilena de Universidad Popular corresponde a la iniciativa de algunos dirigentes de los Consejos Económicos y Sociales Comunales (Cescos) de la Región Metropolitana, que en su momento anhelaron capacitarse para tener una mejor participación en las iniciativas relacionadas con la gestión en políticas públicas, y en los programas y proyectos de inserción social que tenían directa relación con las comunidades que representaban.
Así, cuando los Cescos hicieron público su proyecto, surgió en los ‘90 la idea de crear el Instituto Nacional de Capacitación (INCADIS), de carácter permanente y pensado para ser implementado en todo el país. Su objetivo principal sería formar y orientar a las personas en el análisis, diseño y ejecución de acciones innovadoras tendientes a prevenir, atender y superar los problemas sociales que afectan al desarrollo y las potencialidades de las personas, la comunidad, el medio ambiente y la cultura.
La segunda vertiente llegó de la mano del Fondo de las Américas (FDLA) y la Fundación Ciudadana para las Américas (FCPA), quienes se integran a mediados de los años ‘90, fortaleciendo a las organizaciones de la sociedad civil (OSC) y la participación ciudadana como un medio clave para avanzar hacia un desarrollo más sustentable y una democracia más participativa en Chile.
Finalmente, el tercer aire proviene de un momento histórico en la década de los ‘80, cuando en España la educación se encontraba en estado precario y atravesando graves problemas estructurales, lo que lleva a formar educadores sociales, quienes luego darán vida a la Federación Española de Universidades Populares (FEUP), que hoy trabaja coordinada con nuestra versión local, la UPCHILE. Ésta arrancó en enero del 2006 con la Primera Temporada de Verano, en la que participaron más de 500 líderes sociales de diversas comunas del país.
UPCHILE VIVITA Y COLEANDO
“Tras participar de todo este proceso de la Universidad Popular, ahora me siento capaz de asesorar a otras dirigentes en temas de gestión de leyes, de hacer mejor nuestra labor en hartos ámbitos. Esta experiencia me dio una cultura tan amplia que ahora puedo trabajar para tratar de resolver la mayoría de los problemas que afligen a la ciudadanía. Ahora ya casi no hay temas que se me vayan de las manos”, nos comenta alegremente Gabriela Sanhueza, integrante de múltiples asociaciones ciudadanas, entre ellas la del Sindicato de Cartoneros.
Se espera que sean 3.000 líderes y dirigentes sociales de todo el país los capacitados a través de este proyecto, de los cuales 50% serán mujeres y, al menos un tercio del total, sean líderes y dirigentes juveniles.
“Estos estudios me ampliaron los conceptos de participación, pude darme cuenta de que la pobreza no sólo existe en el mundo mapuche, sino que es transversal y que la universidad popular es una posibilidad para acceder a estudios que no estaban al alcance de uno, permitiendo así trabajar con las comunidades para buscar cómo el pueblo mapuche no esté siempre condenado a ser considerado mano de obra barata”, nos narra de su experiencia Juan Rivas, fundador de la Comunidad Indígena Mapuche Urbana Mahuidache, de la comuna de El Bosque, quien como gran parte de los ciudadanos alejados de los espacios de toma de decisiones, no desea continuar en una posición de mero receptor de directrices.
Casi al cierre de nuestra edición, un ciudadano que nos sorprendió durante nuestra investigación periodística, fue Alberto Muñoz, vicepresidente del Cesco de Pudahuel, a quien -está claro- no le pasan gato por liebre. Muñoz declara con voz firme a El Ciudadano que hoy “todo se ha vuelto complejo, ya que nos enfrentamos a un modelo muy tecnificado, donde nos van envolviendo con un lenguaje fantástico, pero que no es otra cosa que un paquete de mentiras envuelto en un hermoso papel de celofán, con una linda cinta de regalo”.
En Chile, el engaño de la maquinaria empresarial y política está a la orden del día. Datos, cifras e informaciones que muchas veces no son comprensibles para el ciudadano común. Al poder siempre le ha convenido un pueblo sin mucha educación, les es más fácil seguir con su plan de enriquecimiento e injusta supremacía. Es por todo lo anterior que se vuelve urgente implementar en nuestras comunas Universidades populares… un modelo educativo de dimensiones insospechadas y que, sin duda, contribuirá a un Chile más justo, despierto y participativo.
Bruno Sommer