Valentina Saavedra, presidenta de la FECH: «El Gobierno promete educación pública y gratuita y con los primeros que se pone de acuerdo es con los que están en contra»

En un día marcado por la auto-marginación de varios establecimientos educacionales de la prueba de medición Simce, y el apoyo expresado por la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech) al movimiento de estudiantes secundarios “Alto al Simce”, conversamos con Valentina Saavedra, la reciente asumida presidenta de la Federación.

Valentina Saavedra, presidenta de la FECH: «El Gobierno promete educación pública y gratuita y con los primeros que se pone de acuerdo es con los que están en contra»

Autor: Cristobal Cornejo

 

Valentina Saavedra FECH

Las dependencias de la Fech hoy estaban abarrotadas de periodistas. Quizás no tantos como solía ser en 2011 –el momento más álgido del movimiento estudiantil chileno de los últimos años- pero sí todos expectantes al apoyo que la Federación encabezada por la recién asumida estudiante de arquitectura, Valentina Saavedra (24), otorgaría a la iniciativa de auto-marginación de la prueba Simce, realizada hoy y mañana a los segundos medios, concretada por liceos como el Confederación Suiza en Santiago y varios otros en regiones, que se suma a la veintena de colegios que la semana pasada no rindieron el Simce de octavo básico, en el marco del paro de profesores.

Saavedra –quien se había desempeñado como delegada de bienestar de la Federación- inició su período el 5 de noviembre pasado, cuando se conoció que la lista A, “Somos Fuerza” –que reúne a la Izquierda Autónoma (donde milita), el Frente de Estudiantes Libertarios (Fel) y la Unión Nacional de Estudiantes (Une) – obtenía el 30,6% de los votos, de un total de 10.621 votos, según las cifras oficiales de la Fech, significando la continuidad del liderazgo de Melissa Sepúlveda, y encarnando una alianza política inédita hasta ahora en el movimiento estudiantil.

-¿Cuáles son las razones por las que la Fech apoya el rechazo al Simce?

Nosotros respaldamos esta decisión, porque creemos que es un primer paso para establecer una reflexión profunda sobre nuestra sistema educativo, un sistema que segrega, que tiene como pilar fundamental el mercado y que clasifica a ciertos colegios, mientras el Estado no se hace cargo más que denunciar a los colegios de bajos resultados.

-¿Se debe eliminar la prueba Simce?

Se debe eliminar el Simce, porque lo puramente cuantitativo promueve que los colegios vuelquen sus proyectos educativos a responder una prueba más que a fortalecer sus propios proyectos y potenciar sus comunidades.

-¿Qué elementos debería tener un nuevo sistema de medición?

-Debiésemos hacer un sistema de medición que no estandarice los criterios, porque las comunidades tienen su diversidad, y uno en que las falencias que se diagnostiquen sean asumidas por el Estado, porque este debe ser responsable de fortalecer la educación, especialmente la pública, y no sólo de denunciar los malos resultados.

Ahí el Estado debe tomar en cuenta, por ejemplo, las propuestas de movimientos como el estudiantil, en este caso de “Alto al Simce”, porque hasta ahora no hay participación real en las soluciones. Hoy los actores sociales no sólo diagnosticamos los problemas, también ofrecemos soluciones.

REFORMA MUTANTE

-¿Cómo has asumido estas primeras semanas en la presidencia de la Fech? Tu triunfo recibió algunas críticas en cuanto a su legitimidad, dado que se realizó con un quórum poco más que mínimo…

-Personalmente, lo tomo como un gran desafío, por la responsabilidad de avanzar en las demandas del movimiento estudiantil, no sólo en su reivindicación sino en su integración a las soluciones. Creo, por sobretodo, que esto demuestra que la acción colectiva es fundamental para hacer transformaciones, en todo orden de cosas.

Hubo acusaciones sobre la legitimidad, pero eso tiene que ver con ribetes políticos más que con cuestionamientos reales a nuestra representatividad, porque nuestros compañeros en la Universidad no se cuestionan esta legitimidad, todo lo contrario: todas las fuerzas políticas y organizaciones estamos trabajando en fortalecer la Fech. Año a año hacemos recambio de dirigencia de forma democrática, todos valemos lo mismo, y eso ha hecho de la Fech una organización muy fuerte. Además, todos los años hay este tipo de críticas, por lo que no nos afecta.

-¿Cómo se abordarán los diferentes diálogos ente las distintas fuerzas políticas, tanto al interior de la Fech, donde el predominio de la izquierda se arrastra hace varios años, y al interior de la Confech? Hace poco en la Universidad Católica se eligió una federación UDI.

-Al interior de la (Universidad de) Chile hay una sensibilidad de izquierda. Este año, De seis listas, cinco eran de izquierda, con diversidad de propuesta y estrategias, pero con objetivos comunes: conquistar nuestro derecho a la educación.

En cuanto al Confech, en general se mantiene la tendencia de una mayoría de federaciones de izquierda. El fenómeno de la (Universidad) Católica responde a características bien precisas de esa Universidad, y no del estudiantado nacional. El escenario en la Confech será distinto, pero velaremos porque siga siendo un espacio democrático; respetaremos toda la participación, aunque tengamos diferencias irreconciliables, las que deben enfrentarse en el debate. Si la Católica seguirá siendo vocería de Confech, por ejemplo, es necesario que respeten los acuerdos que se tomen adentro.

-Un tema más coloquial, pero no menos interesante: ¿Qué lectura haces del whatsapp del candidato a Presidente de la Universidad del Desarrollo (UDD)?

-(Risas) Se pueden hacer varias lecturas, pero la más potente es cómo las universidades también segregan. No hay diferencia entre estatales y privadas. Hay universidades privadas de elite y otras para la clase media, que son la mayoría, que son las acusadas de lucrar, y suelen estar más preocupadas de aumentar matriculas que de aumentar los libros de la biblioteca. En esas universidades se refleja más el negocio educativo. Vemos que existen universidades donde la diferencia de aranceles, la locación, el ambiente, produce segregación y elitización. El compañero de la UDD decía “acá somos todos ABC1”. Eso uno lo ve en muchas universidades, ghettos, elites, y uno se pregunta qué tipo de educación se entrega ahí, porque la burbuja que se produce ahí en ningún caso representa la composición social del país, entonces cuando esos estudiantes salgan al campo laboral se van a encontrar con una selva llena de gente a la que nunca esperaron conocer. Esas universidades elitistas no apuntan al desarrollo democrático, porque excluyen.

Yo entiendo que se pueden plantear distintos proyectos educativos, pero la UDD no plantea ningún proyecto en particular.

Somos Fuerza en la Fech

Somos Fuerza en la Fech

 -Señalabas que el movimiento social hoy no sólo tiene críticas, sino también propuestas. ¿Qué te parece la manera en que el Gobierno ha iniciado la reforma educacional (fin al copago, a la selección, al lucro)?

-Hay dos aristas. Por un lado, los sectores más conservadores cuando hacen críticas lo hacen como reacción a cualquier tipo de cambio que pueda afectar su negocio, o a quienes representan, por lo general el empresariado, o quienes hacen de la educación un negocio más.

Por otro lado, la postura del movimiento estudiantil es que los actores sociales, desde rectores, profesores, padres, a estudiantes, seamos parte de la construcción de la reforma. Y es importante que el Gobierno se abra a tener un acuerdo amplio con la sociedad, que es la que puso el tema sobre la mesa hace varios años. Pero vemos cosas incompatibles: el Gobierno promete educación pública, gratuita y de calidad y con los primeros que se pone de acuerdo es con los que están en contra de todo eso. Por eso vemos una estrategia errónea del Gobierno, en cuanto a su prioridad de lograr acuerdos. El movimiento estudiantil ha propuesto, ha participado en todo tipo de debates e instancias, pero el Gobierno debe mostrar voluntad, debe escuchar a la mayoría e incorporar a los actores sociales para definir los principios de un nuevo sistema.

-¿Y recién después de eso gestionar los proyectos de ley?

– Claro, porque hoy la reforma parece un Frankenstein de cambios, más que un solo cuerpo, pues en cada reforma, dependiendo de quién gana el gallito, vemos en qué dirección va. Hay una pirotecnia de proyectos de ley que no transforman realmente nada. El primer proyecto dice fin al lucro, fin al copago, fin a la selección, pero termina con la selección sólo en algunos colegios, termina con el lucro, pero propone los arriendos, por lo que no termina con todas las vías con las que hasta hoy se ha lucrado. Elimina el copago, pero no fortalece la educación pública, entonces no creemos que sea un tema de orden, sino de cómo la eliminación de los vicios de un sistema de mercado fortalece la educación pública.

– ¿Esta escasa participación del movimiento estudiantil y social como base para cualquier reforma amenaza la legitimidad y el real impacto de esta? Años atrás se derogó la LOCE y los estudiantes no se vieron representados en ese cambio…

 -Nosotros demandamos una transformación estructural y hasta ahora no se ve. La incorporación de los actores sociales es la única manera que sea transformadora. El movimiento estudiantil está atento a las discusiones y tendrá que movilizarse si nos quieren “meter un gol”, porque no estamos por perfeccionar un modelo, sino por su transformación.

-¿Ha estado débil la reacción del movimiento estudiantil para incidir en el debate por la reforma?

-Eso tiene que ver con el momento. Ahora ha faltado, principalmente, voluntad del Gobierno para escuchar a los actores sociales. Se ha excluido a los estudiantes, a los profesores, que ahora están en paro, no se ha escuchado a los rectores  ni a los padres. Es algo más amplio que no sólo incluye a los estudiantes. Nos han planteado el Plan de Participación Ciudadana, que es solo una imagen, pero que no significa real incidencia. Nosotros queremos participar de la reforma, pero también incidir resolutivamente.

-La figura del Ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, comienza a ser criticada, e incluso tu camarada, el diputado Gabriel Boric, ha pedido su renuncia. ¿Cómo evalúas su rol en la dirección del proceso de reforma?

-Hay una serie de sucesos que demuestran la incapacidad del Ministro para dirigir la reforma. En el primer semestre pretendió dejar contento a todos, pero no dejó contento a nadie. Pretendió dejar contentos, incluso, a actores que proponen cosas diametralmente opuestas, por tanto no ha decidido con quienes establecer alianzas prioritariamente. A final de año vemos que se pone de acuerdo con la derecha, con la Iglesia, con los sectores conservadores que siguen defendiendo sus nichos. El Ministro se ha negado a escuchar y así no es posible una reforma. Gabriel Boric ha dado en el clavo al criticar la figura del Ministro, es una crítica legítima desde todo el movimiento social.

-Pero Eyzaguirre encarna la posición del Gobierno…

-La presidenta Bachelet está más dispuesta a juntarse con el empresariado que con los actores sociales. Los que marcan su agenda son los empresarios. Pero es el Ministro (Eyzaguirre) el que lleva adelante la reforma. Y sus decisiones no dan el ancho respecto a las transformaciones que requerimos.

CONFEPA, ARCIS, VOTO OBLIGATORIO

-A propósito de fuerzas reactivas, ¿qué te provocó la marcha de la Confepa  acontecida hace algunas semanas?

-Plantear un proyecto de ley donde se va a regular el sistema privado escolar, sin que esto vaya acompañado de un fortalecimiento de la educación pública, da espacio para que los sostenedores que están más dispuestos a lucrar que a desarrollar un proyecto educativo, amenacen a sus comunidades de que se van a cerrar colegios, que se van a privatizar, que la solución no es ser públicos. Esto produce un miedo legítimo de las familias. Muchas de las familias que hoy están con temor a que sus colegios cierren no se oponen a la educación como un derecho. Se producen cosas ilógicas, como que las familias defienden a sostenedores que lucran. En eso tiene responsabilidad el Gobierno, al plantear que la única solución en materia escolar es regular el sistema privado y no fortalecer la educación pública.

– Hace una semana tú y el diputado Boric estuvieron apoyando a la Asamblea Triestamental de la Universidad Arcis. ¿Es la crisis en esta casa de estudios un síntoma de la crisis de la educación de mercado, donde cada quien saca su tajada?

-Primero, vemos que en el tema Arcis hay un gallito entre la derecha y la Nueva Mayoría , algo que nada tiene que ver con el tema de fondo ni con las demandas de trabajadores, profesores y estudiantes que tratan de aportar con soluciones a la crisis de su Universidad. La Arcis es la materialización de la crisis de nuestro sistema educativo. Porque nos dicen “da lo mismo si una universidad lucra, si se comporta más como negocio, si es que  igual responde a los criterios de la educación”. Pero hay situaciones en que los intereses del mercado con los educativos se contraponen, y ahí siempre ganan los intereses del mercado.  Cuando eso ocurre pierden los estudiantes, los trabajadores y académicos. Ahí está, también, la ausencia del Estado, que no se ha hecho cargo de la Universidad, y no da respuesta a todas estas personas que están a la deriva. El Estado sólo dice que la investigación debe terminar, mientras hay gente sin sueldo hace ¡seis meses! ¡Aquí hay familias detrás! Y el Estado no hace nada.

-Por último, ha reflotado hace poco la idea de algunos líderes políticos de volver al voto obligatorio. ¿Qué opinión te merece dicha idea?

– Las soluciones formales no resuelven el problema. El sistema político, las coaliciones gobernantes, que básicamente representan lo mismo, porque están cruzadas por los mismos intereses económicos, y que gobiernan para las elites, para el empresariado, no representa a la sociedad. En vez de pensar “cómo hacer que voten más”, debiesen preguntarse “por qué tanta gente no quiero votar”. Y eso tiene que ver con una falta de representatividad de diversos sectores, porque no pueden ser parte de la política institucional.

-Andrés Velasco dijo que “quien no vota, no puede reclamar”…

 -(risas).Yo creo que todo lo contrario. La democracia implica que todos podemos manifestarnos, plantear nuestras propuestas y debemos ser escuchados, porque la democracia no es un voto cada cuatro años y luego para la casa. Ampliar la democracia es escucharlos a todos, voten o no voten. Yo tampoco voté, pero no por eso no estoy interesada en el sistema político. Todo lo contrario.

Por Cristóbal Cornejo

El Ciudadano


Reels

Ver Más »
Busca en El Ciudadano