Estados Unidos y sus aliados occidentales no dejan de presionar a Alemania para que envíe tanques Leopard 2 a Ucrania, ante lo que han definido como un momento crítico para la defensa de Kiev.
Un día después de que Berlín rechazara enviar esos blindados al campo de batalla, Letonia, Lituania y Estonia se pronunciaron para presionar al Gobierno encabezado por Olaf Scholz para cambiar su decisión.
Las presiones sobre Alemania secundan lo mismo que han dicho el secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Jens Stoltenberg, y el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin: Ucrania no tiene la capacidad armamentística para resistir la operación militar especial rusa.
Incluso el general Mark Milley, jefe del Estado Mayor conjunto del país norteamericano, opinó que la situación actual le hace creer que será «muy difícil» detener el avance del Ejército ruso.
Occidente subestimó a Rusia
La creciente presión de Washington y sus aliados para que Berlín ceda tanques Leopard 2 es solo una de las señales de que las potencias occidentales «pensaron que iba a ser muy fácil derrotar a Rusia a través de Ucrania», asegura en entrevista para Sputnik Ana Teresa Gutiérrez del Cid, analista geopolítica con especialidad en Europa del Este de la Universidad Autónoma Metropolitana de México (UAM).
Para la investigadora, «la estrategia occidental» de debilitar a Moscú en el frente y con las sanciones económicas «va muy mal», por lo que considera que, a pesar de todos los asesores con los que cuentan Estados Unidos y la OTAN, «planearon muy mal la respuesta y no pensaron que se les revertirían las sanciones».
De hecho, la experta afirma que subestimar la capacidad económica y militar de Rusia ha sido una constante en la historia de Occidente.
«Siempre les ha pasado esto [subestimar a Rusia]. Desde que Hitler invadió la Unión Soviética, nunca han calculado bien la capacidad que tiene Rusia de responder a las guerras. Por muy mal que se encuentre su economía, como ocurrió en la Primera Guerra Mundial, que acabó saliéndose, provocando que Estados Unidos tuviera que entrar con Woodrow Wilson. [En ese momento también] desestimaron el potencial ruso. No ven el desarrollo de esta nación, que además es una nación que tiene muchas materias primas necesarias para su desarrollo», sostiene la autora de libros como El regreso de la geopolítica. Rusia y la reconfiguración del poder mundial (2016).
También asegura que la reciente liberación de la ciudad de Soledar significa «un indicio muy importante de que están perdiendo la guerra con Rusia y que necesitan reforzarse».
Durante su intervención en el Foro Económico Mundial de Davos, el pasado 18 de enero, el líder de la OTAN, Jens Stoltenberg, solicitó armas «pesadas y modernas» para Kiev, una petición en la que el propio presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha insistido en las últimas semanas.
Hasta finales de 2022, el gasto militar que la Unión Europea, Estados Unidos y aliados de otros continentes han otorgado a Ucrania asciende a más de 100.000 millones de dólares, de acuerdo con estimaciones del Instituto Kiel, de Alemania.
Sin embargo, el problema no es económico, sino militar. Ucrania usa mucho armamento de forma tan rápida que es imposible igualar los tiempos de fabricación de municiones, así como el entrenamiento y capacitación de los militares para el uso de equipos especializados.
Ya desde noviembre pasado, fuentes de seguridad consultadas por The New York Times advirtieron que la demanda de municiones de Ucrania sobrepasa, por mucho, el ritmo de fabricación de las mismas. Apenas en enero, el rotativo estadounidense estimó que Kiev gasta hasta 90.000 rondas al mes, el doble de lo que pueden fabricar Estados Unidos y sus aliados europeos.
La incapacidad para atender la demanda de armas que exige Ucrania, así como la inflación derivada directamente de las sanciones económicas contra Rusia, «han creado mucha inestabilidad y precariedad en los regímenes europeos, sobre todo en Alemania», considera la doctora Ana Teresa Gutiérrez.
«Esta guerra se está convirtiendo en una guerra de desgaste para los Gobiernos occidentales, que están perdiendo credibilidad en sus propias naciones y ante el mundo, a pesar de toda la propaganda de guerra que se da en los medios occidentales. Su población está experimentando esta dura situación de estar minimizando su nivel de vida debido a los envíos de guerra», opina la especialista.
En tanto, Estados Unidos insiste en que Alemania envíe tanques Leopard 2 a Ucrania, a pesar de que el Gobierno de Joe Biden no quiere enviar sus propios tanques Abrams para evitar una confrontación directa con Rusia, cuyo costo no quiere asumir, opina Gutiérrez del Cid.
«Estados Unidos se resiste a mandarlos porque no quiere entrar en una confrontación directa con Rusia y, como siempre, quiere ganar las guerras a partir de terceros. Por eso presiona a Alemania», comenta la académica.
La creciente presión sobre Berlín, a interpretación de la investigadora, «cada vez va a tener menos sentido» para las autoridades alemanas, no solo por el contexto económico y geopolítico actual, sino por una cuestión histórica de enfrentamientos entre su país y Rusia.
Por ello, la decisión de Alemania de no enviar tanques Leopard 2 podría convertirse en un punto de inflexión en el conflicto en Ucrania, aunque la decisión aún puede revertirse, según sugirió el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius.
Un conflicto por la hegemonía
En el contexto de la operación militar especial de Rusia en Ucrania, este conflicto alcanza otras dimensiones relacionadas con la permanencia de Estados Unidos como líder hegemónico mundial.
«El ataque a Rusia es la aceptación tácita de que Occidente ya no puede, con el liderazgo de Estados Unidos, controlar el escenario internacional solo por medios económicos y políticos, sino que necesita hacer bloques de guerra para que pueda ganar estas tierras», sostiene la autora de La Nueva Europa (2021).
La experta afirma que el orden mundial ya es multipolar, dado que Washington «no puede tomar decisiones de forma solitaria y no puede lograr consensos en los foros internacionales»
A esto se suma el rápido expansionismo de China alrededor del planeta, incluso en la región de América Latina, donde se comienza a convertir en un actor clave para la inversión pública y el comercio regional, con ambiciosos planes como la Iniciativa de la Franja y la Ruta.
«Desde luego que el mundo ya es multipolar. Si no se acepta esta afirmación en términos políticos, sí se aplica en términos económicos. Veamos qué participación en la economía mundial tiene Estados Unidos y qué participación tiene China. Veamos la capacidad militar de Rusia que ha podido con todos los países de la OTAN, y veamos su potencial de materias primas y, además, es una potencia energética», concluye Gutiérrez del Cid.
Fuente Sputnik