«Estoy decidido a reconocer oficialmente a Jerusalén como la capital de Israel», señaló tajante la tarde del pasado miércoles 6 de diciembre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al ratificar su medida de trasladar la embajada de su país a la denominada «ciudad santa» y con ello desatar una nueva y conflictiva etapa en Medio Oriente.
La determinación de Trump viene a romper con el consenso internacional respecto al no reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel, que es uno de los símbolos del conflicto palestino-israelí, y, a la vez, constituye una importante barrera a la construcción de un acuerdo que brinde paz a los pueblos afectados como al resto de la región.
La reacción internacional ha sido crítica a la decisión del presidente estadounidense. «Trump ha inhabilitado a Estados Unidos para desempeñar un papel en cualquier proceso de paz», sostuvo el dirigente de la Organización para la Liberación Palestina (OLP) Saeb Erekat; desde Hamás señalaron que la medida es una «agresión flagrante contra el pueblo palestino», mientras que Naciones Unidas sostuvo, a través de su Secretario General Antonio Gutérres, que «Jerusalén es la capital de Israel y de Palestina». La Unión Europea, en tanto, manifestó su «grave preocupación» por la decisión y por «las repercusiones que esto puede tener en las perspectivas de paz”.
En este sentido, el analista internacional Patricio Zamorano, en conversación con El Ciudadano desde Washington DC, cree que la medida de Trump viene a «manipular la opinión pública a su favor y le permite distraer la atención de los problemas judiciales que tiene» y que además «este movimiento es un error estratégico enorme porque pierde poder de presión frente a la posibilidad de haber negociado otro tipo de acuerdos paralelos con los involucrados».
«Con este anuncio rompe todo nivel de cordura respecto de una política exterior de décadas que venia siendo, sino exitosa, no conducente a aumentar la tensión bélica dentro del área de Medio Oriente», explica el analista.
¿Cómo se explica la decisión de Trump respecto de Jerusalén considerando el escenario que se vive en Medio Oriente?
Era una promesa de campaña de Trump, que cuenta con el apoyo de los judíos conservadores de Estados Unidos. Este es un tema que ha sido evitado por los anteriores presidentes estadounidenses, ya que esto impide que se llegue a la paz en la zona. Por otro lado, Trump está enfrentando una grave situación judicial, donde el FBI se está acercando a aclarar la posible colusión rusa con la campaña del Presidente, que hasta ahora cuenta con cuatro personas detenidas y otros asesores procesados en el marco de esta investigación, a lo que se debe sumar otra posible investigación sobre acoso sexual. En este escenario judicial, la decisión le permite manipular la opinión pública a su favor y le permite distraer la atención de los problemas judiciales que tiene.
Los efectos geopolíticos que provoca está decisión, ¿qué incidencia tienen en la política internacional de Trump?
Este es un golpe fuerte a la política exterior oficial de Estados Unidos. Al anunciar esta transferencia unilateral de la embajada estadounidense a Jerusalén, Donald Trump rompe con una política no escrita hace décadas, que se negaba a este acto político porque implicaba quitarle espacio de negociación a su gobierno con los palestinos como con Israel para forzar un acuerdo de paz que ha estado dolorosamente pendiente durante años.
¿Es un error entonces?
Este movimiento es un error estratégico enorme, porque pierde poder de presión frente a la posibilidad de haber negociado otro tipo de acuerdos paralelos con los involucrados que involucraran un acto como éste y el anunciarlo unilateralmente, sin que sea parte de ningún tipo de negociación, no ayuda en nada al proceso de paz y lo perjudica enormemente.
¿A qué sectores afecta más esta decisión?
Afecta a los grupos más moderados de Palestina, que creen en la negociación con Israel, y potencia a los grupos más radicales, quienes no desean, necesariamente, una resolución diplomática o política del conflicto. Con este movimiento, Trump afecta la posibilidad de que exista paz y sabiendo que va a provocar violencia lo hace igual, lo que es una irresponsabilidad respecto de una política internacional que era sabia y mantenía un estatus quo que, al menos, daba espacio para concretar un acuerdo de paz. Hay que señalar también que rompe con los sectores moderados de Israel, que sí estiman el escenario donde es posible la existencia de dos estados y donde Jerusalén sería una capital compartida. Él privilegió el componente político electoral de apoyo por sobre el bienestar del pueblo judío y el pueblo palestino, creando una situación explosiva en Medio Oriente.
¿Cuáles pueden ser los efectos en la política interna de Estados Unidos?
Creo que esto va a distraer la atención de los graves problemas judiciales en los que está involucrado Donald Trump, especialmente en el asunto de la posible colusión con las autoridades rusas para perjudicar la candidatura de Hillary Clinton. Existe, además, la posibilidad cierta de demandas de acoso de mujeres contra Trump. Otro efecto es que se radicalizarán los apoyos y oposición dentro de Estados Unidos de los grupos relacionados con la comunidad judía, que tiene similar diversidad que en Israel, donde hay sectores muy conservadores y otros muy progresistas que sí creen en la posibilidad de paz, por lo que esta decisión aumenta la división dentro de los EEUU creando una cuña importante entre sectores que pueden ser irreconciliables.
¿Este sello de Trump como se puede proyectar en el futuro ante posibles conflictos en Medio Oriente?
Esto demuestra un poco lo que se ha venido viendo desde que comenzó su gobierno. Es una estrategia que no tiene sentido, donde Trump ejerce medidas pragmáticas que no responden para nada a la realidad geopolítica que está intentando desarrollar tal como había pasado anteriormente con su promesa de campaña de no involucrar a Estados Unidos en más conflictos bélicos, siendo muy crítico de la política de Obama en Afganistán e Irak y lo primero que hace, a pocas semanas de asumir la presidencia, es bombardear Afganistán.
Lo que podemos entender como una permanente contradicción en su discurso.
Tiene una profunda contradicción hablando contra el hecho de que EEUU se inmiscuya en conflictos bélicos pero, al mismo tiempo, está operando para aumentar un 10% el presupuesto del Pentágono y bajar de manera significativa el presupuesto de la democracia blanda del Departamento de Estado. Había hablado de manera fuerte contra China y sus políticas proteccionistas, prometiendo una cantidad enorme de medidas para afectar el comercio chino hacia EEUU y, sin embargo, va a China sin criticar nada y se retrotrae de hacer cualquier denuncia en materia de derechos humanos. Y, ahora, rompe todo nivel de cordura respecto de una política exterior de décadas que venia siendo, sino exitosa, no conducente a aumentar la tensión bélica dentro del área de Medio Oriente. Esta medida es peligrosa y demuestra que Trump está dispuesto a ejercer políticas que no son productivas para la paz dentro de Medio Oriente. Él está dispuesto a ser un factor de conflicto e inyectar mucha más inestabilidad en la región.