En conversación con El Ciudadano TV, el antropólogo Ricardo Álvarez y la bióloga marina Claudia Torrijos se refirieron a la crisis ambiental que afecta a Chiloé, a la salida económica dada por el gobierno y a las aristas y proyecciones sociales y culturales que implica el conflicto.
«Se resolvieron problemas parcialmente, principalmente a través de bonos. Lo que vimos fue que el ejercicio colectivo, masivo, comenzó a desarticularse y mucha gente se quedó pensando por qué este proceso se terminó. Quedó la sensación en la comunidad, desde Quellón hasta el norte, de que se esperaba más», declara Álvarez respecto al acuerdo conseguido ayer por el gobierno con los dirigentes de Ancud, y que puso fin al conflicto.
Los profesionales acusan que las negociaciones se han hecho con una mirada economicista. «Es la que ha dominado el desarrollo en la región. Todo el enfoque de la política pública que se desarrolla en torno a la pesca artesanal tiene que ver con la empresarización de los recursos», señala al respecto Torrijos. «Hay un empobrecimiento enorme en la calidad de vida de la gente del bordemar en el sur de Chile», agrega Claudia.
Respecto a los cambios que ha significado esto para la cultura chilota, Ricardo explica que hasta la década de los ’70 «lo que se aplicaba era un modelo consuetudinario y cuyo eje tenía que ver con prácticas muy colectivas, muy comunitarias, centradas en el bien común, y el mercado era interno». Luego, sin embargo, tras las sucesivas fiebres por los recursos marinos y la «locura» de extraerlos, se produjo una «sobreexplotación del territorio».
Revise estas reflexiones y el análisis de otras aristas que quedaron al descubierto con el conflicto, en la entrevista que presentamos a continuación.
Por Daniel Labbé Yáñez